Capítulo 48

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"...entonces te vi, y todas las canciones de amor tuvieron sentido"

-Anónimo

Capítulo 48 – Que culo, Diosito mío.

-Antón-

Había selectas cosas en el mundo que me podían desequilibrar.

En primer lugar, estaba mi madre. Danna vivía en una especie de altar intocable.

Hace algún tiempo, de hecho, ella habría sido mi única debilidad junto con Aura. Pero ahora, mi amiga de enormes pestañas, había quedado rezagada en un tercer puesto.

Y es que joder, el recuerdo de ese culo ya me ponía al límite.

Joyce Smoken. Como una bala, justo en el pecho.

Lo primero que vi en ella, es que era guapa en un nivel que no puedo describir. Y no es que sea tosco o vulgar, pero para ser sincero, no fueron sus ojos o el cabello negro oscuro y largo... fue su culo. Literalmente.

Y ahora, estaba aquí, sin mas excusas en el universo para evitar esto.

Porque, maldita sea, podía ser muy duro y dar la cara cuando me necesiten. Pero esto también me dolía como fuego a la piel.

Ver a la misma persona con la que soñaste cambiar y esas chorradas, y luego que te halla despachado como una maldita colilla sin uso... y aquí estaba frente al edificio en la que nuestra historia, si existía alguna, había sido escrita por puro deseo y ganas.

Al menos las mías.

—¿Estás bien? —me pregunto Aura, y aunque no lo estaba, respondí con un evasivo chiste. Siempre funcionaba.

Me miro con los ojos entrecerrados, al final me encogí de hombros y respondí:

—Esperen aquí, papá regresa pronto. Y no creo que te pierdas, enana.

Bueno, niños o no, yo necesitaba alejarme de la extrema dulzura que desprendían estos dos. Juro al cielo que, si tenía alguna relación así de pesada, yo me cortaba las...ganas.

Claro, ajá.

Al principio cuando terminé en la capital, no me creía que Aura había encontrado a alguien que la mereciera. La loca, impulsiva, terca y sentimental de mi mejor amiga, casi nunca dejaba entrar a nadie.

Bueno, lloro como la maldita magdalena. Supongo que en parte también lo necesité, fue mi forma de llevar mi propio luto.

No sabía que estaba mal conmigo, pero cuando estuve roto, no necesitaba ser reconfortado, necesitaba reconfortar.

Ahora, Alecksander no parecía ningún chico malo, de hecho, desprendía esa cosa de chico bueno, que honrosamente repudio, pero respeto. Aura, jamás fue la persona que perseguía al estereotipo.

Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora