Capítulo 81

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"No sabíamos estar juntos

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"No sabíamos estar juntos. Y, aun así, no sabíamos estar separados."

—Anónimo.

Capítulo 81 – Te extrañe.

Todos teníamos libre albedrío hasta que tomábamos malas decisiones.

Y para mí, era retorcido. Era jodidamente retorcido. Porque, para empezar, ¿existe al menos una decisión correcta?

¿Hay algo como tomar una decisión—la que sea— y que cumpla las expectativas de todos? No. No hay nada parecido a eso.

Tenía miedo, y mucho rencor dentro. No estaba muy segura como funcionaban ambas a la vez, pero lo que sí sabía es que cada minuto sola; crecían y crecían hasta que se volvían tan presentes que suprimían la manifestación de cualquier otra emoción dentro.

Y, si por mi fuera, seguiría haciendo de mi vida un desastre.

Para iniciar, no hubiese regresado a Quito. No es lo que quería, pero en definitiva era lo que necesitaba.

Aún así no hubiese tomado esta decisión.

Y, si pudiese hacer algo con mi estadía, preferiría estar en un parque soportando el sol más caluroso de la vida que estar sentada en la sala de mi abogada esperando a su hijo.

Una parte de mí quería que llegase pronto para acabar con esto.

Pero la mayoría de pedazos que tenía de alma, no querían verlo.

Aún si eso significaba hacer lo correcto.

Porque, esto era lo correcto, ¿no es así?

Lo que se hacía después de embarazarte, de ser irresponsable y sexualmente activa al ser menor de edad. Hacerte caso de las responsabilidades.

Y con todo eso en la cabeza, la pregunta se formulaba sin control alguno; ¿de verdad fui irresponsable?

Recordaba haber usado preservativo, recordaba haber sido buena novia, recordaba haber dejado todos mis estudios por mi familia. Como sé supone debía actuar una chica sensata.

Había hecho las cosas correctas.

Y entonces, ¿Por qué me sentía tan sucia?

Un carraspeo y el choque de cristal y madera me hizo alertar de la presencia de alguien más, petrificada del miedo me di la vuelta alcanzando un cojín enorme y tapando la protuberancia de mi vientre.

Pero era la misma mujer que me abrió la puerta y que tenía una sonrisa amable en el rostro.

—Le traje ensalada de frutas, como la señora me dijo. —murmuró con ese acento marcadito que tienen las personas nativas de mi país. Eso extrañamente, me reconfortó.

Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora