Capítulo 14

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"Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama."

-Miguel de Cervantes

Capítulo 14 - Debería invitarte a tomar una ducha conmigo.

Nunca he sido violenta. Pero he tenido mis momentos, cómo todos. Esos instantes en los que te arden los dedos por cerrarlos, y tu palma cosquillea para usarla como bate. Sip, he sido una bárbara.

Lo que sea, pero yo tengo límites, y si me preguntan no recuerdo la última vez que me sentí tan violenta.

¿¡Que carajos hacía mi novio con Salomé Cortez?!

La muy ofrecida, se retorcía el pelo como toda una copia de rubia oxigenada, tenía unas caderotas y un rabo que cualquier modelo envidiaría.

Estaba echando humo por la nariz.

¿Cómo se me había ocurrido venir aquí?

Estúpida. Estúpida.

Cerré los ojos, y empecé a contar las pelotas encerradas en la gran jaula a mi lado.

1...

2...

3...

...

8....

9...

3... ¡Espera! ¡¡Es diez!! ¿¡Cómo carajos no se contar hasta diez?! Soy estúpida.

¿Qué hago esperando? Debería irme. Dios, si soy una completa fracasada.

Gruñí ruidosamente y me tapé la cara con las manos.

Esto era patético.

—Se puede saber porque tanta furia —Alcé la vista, simplemente para chocar con unos increíbles ojos verdes.

—Apestas, Aleck. Largo —gruñí la mentira más grande del mundo.

<< ¿Quieres hablar de su olor? >> Me dijo mi conciencia.

La ignoré.

<< ¡Muy bien, hablemos de su olor! ¡¡Huele a un macho alfa que podría hacer de tu patética vida, más emocionante que la de la jodida Rapunzel!!...>>Cerré los ojos. Esa no pudo haber sido mi conciencia.

Escuché una risita, y lo miré con una ceja arqueada, ese hombre sacaba lo mejor y peor de mí.

—Bueno, sirenita, tu tampoco hueles a rosas precisamente —se acuclilló, hasta estar a mi altura. Aparte la mirada, una parte de su pecho estaba a mi vista, y mis dedos picaron por acariciarlo. ¿Qué pasaba conmigo?

¿Creía que había olvidado a Salomé Cortez así de rápido? Bueno, pues se equivocaba.

—En primera —empecé a decir —Yo...—

Su mano tomó mi mandíbula y con una caricia totalmente mortal, movió mi rostro hasta volver a chocar con sus ojos.

—Mírame, preciosa.

Me morí.

Me morí.

Señoras y señores, yo; Aura Laners me declaró muerta.

—No-o digas eso —balbuceé, ¿Cómo podía ser así de coqueto? ¿Mi mente había creado a un chico así? Esto no podía ser real.

Su sonrisa creció.

—Me encantaría seguir conversando. Pero para eso —Abrí los ojos, sin palabras. Se río —Como sea, abra tiempo después. Espérame sirenita no me demoro mucho.

Se levantó con presteza y empezó a caminar a los vestidores.

¿Había dicho...?

¿Qué creía?

Él...

Alecksander...

¿Qué acaba de pasar?

Tome aire, como pescado una y otra y otra vez. Repetidas veces.

Saqué mi celular en un segundo, olvidando por completo las reglas del colegio y lo desbloqueé.

Abrí WhatsApp y entre a "Las potras empoderadas", obviamente yo había creado el grupo.

Yo: "S.O.S ¡Help! Me muero."

Danielle: "Ay no. ¿Qué pasó? ¿Necesitas toallas? ¿Desastre de mujeres? ¿Algo peor? Belle no sacaría su celular, así que está conmigo no te preocupes."

Yo: "Solo tú tienes la regla hoy. Lo siento"

Danielle: "Se lo dije -Bella"

Danielle: "Ya dinos que pasa, mujer"

Yo: "Quiero besarlo, maldita sea. ¿Y saben por qué? Me invitó a tomar una ducha con él"

Danielle: ":O -Bella"

Danielle: "Y me dicen a mi ofrecida..."

Yo: "¡Grosera!"

Danielle: "Te amo, lo siento. ¿Sabes qué? Yo si le hago"

Yo: ":O"

Danielle "Ósea, si fuera tu. No soy crusheta odio a esas tipas."

¿Lista para irnos? —me preguntó una ronca voz.

Del susto, tiré el celular al cielo, mi muerte se confirmó cuando Alecksander agarró el pinche aparato.

Pero verdaderamente quise que me tragara la tierra cuando empezó a leer la conversación.

Y la sonrisa divertida de su rostro, se borró de golpe. Al igual que la mía.

No, enserio, esto solo me puede pasar a mí.

No, enserio, esto solo me puede pasar a mí

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Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora