Capítulo 39

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"Veo humanos, pero no veo humanidad"

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"Veo humanos, pero no veo humanidad"

-El Principito

Capítulo 39 – Verdades que oculta la sociedad.

Jamás pensé que habría algo peor que una resaca, pero mirar al techo tratando de decidir qué tan mal lo hice ayer es algo que te deja con un dolor diferente.

Es como si la máscara que yo misma me ponía se hubiera caído llevándose un pedazo de mi piel.

Tengo miedo. Tengo tanto miedo.

De repente estoy en la línea de salida:

De nuevo perdí a mi familia.

Alejé a los que quiero y los lastimé.

Una lágrima vuelve a caer, y ni siquiera hace ruido al resbalar por mi rostro. No sollozo ni tengo que morderme los labios para reprimir el lamento, solo... solo cae.

Sé, que una vez que salga de la cama tal vez no pueda volver a entrar en ella.

Aunque todo parezca falso, había encajado.

¿Por qué lo arruino?

—Sé que estás despierta... —susurra su voz. Y yo cierro los ojos, no sé si también lo he perdido a él.

—Pero los dos sabemos que era mejor cuando estaba dormida...

Por un momento no escucho respuesta, pero después la cama se hunde y me giro para verlo. La luz que se cuela por la ventana ilumina su perfil.

—No es cierto, dormida no puedo decirte lo que tienes que oír, pequeña...

Otra lágrima se escapa y él la atrapa con su mano, la gotita sobresaliendo en su piel...

Él las lleva a su pecho y la aprieta hasta que desaparece, sigo todo el movimiento con los ojos.

—No me llames pequeña, Antón...

—Lo siento, Aura. De verdad, lo siento tanto...

Muerdo mis labios y me hundo en la cama, lo siento juntarse más contra mí y yo cierro los ojos tratando de esconderme...

—¿Por qué lo sientes?

Necesito saberlo, necesito que lo diga.

—Lo siento por no estar para ti, pequeña —un sollozo se me escapa y siento como sus brazos me levantan y luego como me apega a su pecho.

Trato de reprimir otro sonido de melancolía, pero no puedo y cuando me aprieta contra sí solo me acurruco hacia él.
—Yo... yo... —no puedo hablar, las lágrimas y lo roto en mi voz no me dan oportunidad, y yo simplemente me aprieto para poder sanar, para que deje de doler...

—Shh. Tranquila, pequeña. Tranquila —y me sorprendo cuando también detecto que su voz se ha roto. Cuando levanto la mirada una lágrima cae en mi mejilla. Él también está llorando sin perderme de vista.

Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora