Capítulo 41

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"El mundo está lleno de cosas obvias, que nadie por casualidad alguna vez observa."

-Sherlock Holmes

Capítulo 41 – La verdad

Antón estaba nervioso, del punto en el que estaba bastante, bastante nervioso. Su nerviosismo era contagioso. Porque incluso yo me removí en el asiento.

—Es una larga historia, pero en el momento en el que tus padres fallecieron algo andaba mal. Sabes que soy un metido en todo lo que es disturbio social, y bueno. Sabía algo de los continuos accidentes en aquella vía. Pero nunca pude hablarlo contigo porque...

Me mira, y yo lo completo con los dientes apretados:

—Porque me fui.

Asiente, y el hecho de que esté tan serio me hace sentir un poquito juzgada. Aunque a ser sinceros, nadie me pondría más carga que yo misma.

—Sí, pues eso. Pero entonces entro una mujer al lugar, te buscaba a ti.

—¿A mí?

—Sí. Una reportera bastante guapa, a decir verdad.

—Antón, al grano —puse los ojos en blanco.

—Bueno, después de ver su buen trasero le dije que tu no estabas. Ella se mostró confusa, pero luego hablo conmigo de que estaba tratando de armar un reportaje, y que era demasiado probable que el asesino esté en las bancas o nos acompañe al entierro.

—Me perdí. Te adelantaste mil pasos.

—Bueno, ella me explico que creía que era un asesinato. Yo lo negué, pero luego me mostró la similitud con los casos anteriores y algo me dijo que tenía que ayudarla. Eso hice.

>>El día del entierro, con el dinero de papá me valí de cinco personas que se encargaron de tomar una foto a todos los asistentes y de hacerlos poner su nombre en un registro. Joyce, la reportera, llegó a casa esa tarde para poder analizar cada uno de los perfiles de todos.

Se calla, como si lo que tuviera que decir a continuación fuera demasiado.

—Había algunas personas ya sabes... sospechosas, pero una... una en especial...

—¿Quién?

Cierra los ojos, y toma mi mano para poder darme algo a lo que agarrarme. Yo muerdo mi labio con más fuerza. No me va gustar.

—Tu padre, Aura. Había la foto de un hombre que sin dudas era tu padre. Aunque apenas lo reconocí, traía una gorra y la foto estaba borrosa. Buscamos los registros, y encontramos una letra que...

Muerdo mi labio.

—¿Era la letra de papá?

Asiente sin decir nada.

—Sí. Era su letra.

Expulso el aire, como si me acabarán de dar un golpe. Y la verdad, es que lo han hecho. No sé qué decir.

—¿Trajiste las...?

Asiente.

—Están en el departamento.

—Bien, continúa.

Suspiró, soltó mi mano y siguió hablando. Yo me removía inquieta, mirando fijamente las tazas vacías.

—No pude estar mucho tiempo con Joyce, me preocupé bastante... no sabía que tenía que hacer, pero definitivamente me daba un poco de miedo todo eso... hablé con mamá, ella te adora, lo sabes, y me dijo que no tenías porque saberlo, no hasta que sepamos un poco más.

Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora