"La vida es como un piano, las teclas blancas representan la felicidad y las negras la tristeza. Conforme pasa el tiempo te das cuenta que las negras también hacen música"
—Lo leí por ahí.
Capítulo 59 – Un nuevo dolor.
Clean – Travis Atreo.
Habíamos traído algo de comida a la casa de mis padres, bueno algo como... todo un festín de los enormes del KFC. Y no quería admitirlo, pero me estaba muriendo por el olor y las ganas de hincarle el diente a aquellas piezas rellenitas y crujientes.
Además, era una buena manera de dejar de pensar que sus dedos estaban entrelazados fuertemente con mi mano. Me tenía tan bien sujeta que no lograba saber dónde terminaba su mano y empezaba la mía.
Pero implementaba mucha fuerza, lo cierto es que me pareció muy raro. Ya que me agarraba como si desapareciera por un pestañeó. Me enterneció y lo deje pasar.
Tuve que soltarlo para abrir la puerta y dar con el interruptor. Se me apretó el pecho al ver las herramientas tiradas en la mesa de metal sin ningún tipo de cuidado. Olía a aceite y a descuido, y Belle tosió por la capa de polvo que cubría el aire.
Meneé la cabeza y haciendo con mi cabello una cortina para mi rostro, rodeé la caja de tuercas y el aparador torcido porque papá había medido mal cuando lo puso contra la pared.
Para cuando abrí la puerta de casa, me pareció extraño no dar con la luz al primer toque. Estaba más abajo y se me había olvidado.
Fruncí el ceño, esperando el coctel de desazón y nostalgia, pero fue abruptamente detenido con un beso en la mejilla de mi novio y un gritito emocionado de Belle diciendo "¡Voy a conocer tu cuarto, por fin!".
Me quedé patidifusa, a lado de un Neil que miraba divertido la foto de una Aura con diez kilos encima y diez años menos sonriendo con su dentadura media movida y debajo de ella una frase de esas que a mamá le gustaban.
—Eras un poco...
—¿Gorda? —lo interrumpí y me reí al verlo negar de manera abrupta. A mí no me causaba vergüenza verme con media panza de embarazada, lo cierto que en esa época me importaba un pepino comer lo mismo que un hombre de cuarenta años. Porque simplemente era feliz y al carajo las verduras.
—Yo diría... rellenita. Pero, en fin, mejor no me preguntes soy medio lerdo con las palabras —me regaló esas sonrisas paralizantes y subió las escaleras de dos en dos.
Yo me quedé mirando la imagen un rato más.
Bajé de peso de manera abrupta cuando papás murieron, en el mes restante antes de ir a clase me sirvió no haber traído ninguna camisa o pantalón porque nadaría en ellos.
Además, empecé a adelgazar cuando me vino la regla a los trece, fue como que en vez de sangre yo botara mis llantitas. Pero, en fin, lo agradecía, porque por fin estaba encontrando ese equilibrio de nuevo.
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Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del Corazón
Genç KurguÉl era el chico más guapo e insistente que nunca jamás vio. Y Aura sabía que eso no era una excusa, pero... ¡Pero, cada vez que se alejaba necesitaba volverlo a ver! Se volvió adicta. Lo empezó a necesitar de una manera loca y enfermiza. Transformo...