Capítulo 33

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"Eran amantes eternos, buscarse y encontrarse una y otra vez era su karma"

—Isabel Allende

Capítulo 33 – Quitémonos la venda

Me parece tan divertido ver a Camila tratar de enseñarle a Daniel como amasar correctamente la masa de galletas. Y bueno, supongo que es divertido porque hace mucho rato que no veo a mi hermano frustrado y sucio.

Ya saben, lo digo de manera totalmente fraternal, pero me da orgullo decir que mi hermano es muy atractivo, por algo somos hermanos.

Es un chico que tenía bastantes amigas que trataban de acercarse a mí para tenerlo a él, solo que cuando se fue, también ellas se alejaron. Fue un golpe duro, es como si en cada etapa de mi vida alguien muy cercano desapareciera y...

Y en mi interior sé que aún guardo rencor a Daniel por eso. Por abandonarme. Pero trato de perdonarlo, y él trata de que lo perdone, como dije, es un proceso de sanación.

Y allí está; mi momento de madurez diario. Ya no esperen más de ahora en adelante.

—...No entiendo porque la maldita masa es más dura que mi corazón—gruñe Daniel, y parece que transformo la masa en su víctima para lanzar puñetazos. Camila ríe mientras prepara la charola donde se hornearán. Ah, que lindo es tener dos esclavos que harán galletas para mí.

—Eso no es cierto, tu eres tan suave como la colita de un bebé —me atragantó con mi propia saliva porque ese comentario me ha... diablos, no se si reír o sentir pena por mi hermano. Elijo la primera.

—Camila...

—Mi amor...

Daniel parece cansarse, porque como ultimátum toma la masa de galletas y la lanza con todas sus fuerzas contra el mesón, claro que calcula mal y terminan en el suelo. Camila chilla mientras empieza a tratar de despegar la masa y patear a Daniel...

¿Ven lo hermoso del amor? El amor de mi hermano se basa en la violencia, o como los latinos decimos; amor pastuso.

—Voy a matarte, neandertal impaciente. Las galletas eran perfectas, pero no, don imbécil no se golpear; decidió que rendirse era una opción —niego con la cabeza de manera recriminatoria hacia Daniel, apoyando a Camila.

Daniel pone los ojos en blanco y hace señas como para decirme que Camila está loca.

—¡Te veo Daniel Laners! —al mismo tiempo mi hermano levanta los brazos, pero sonríe.

Media hora más tarde y con algunas galletas en el piso y otras en el horno, llega un paquete que tiene mi nombre.

Por supuesto, no lo esperaba.

—No sabía que te mantenías en contacto con Antón Collins —dice mi hermano. Me congelo en mi asiento —Siempre fue un buen chico, aunque eras demasiado ingenua para no saber que le gustabas.

—¿Antón? Yo no...—

Daniel se encoge mientras deja una caja sobre la encimera y me mira con una sonrisa, petrificada me quedo mirando la caja por lo que parece media hora...

Y pasa más...

Y no me muevo, y sigo mirando la caja...

—Dios mío, tenía tantas ganas de galletas... hasta que las comí, ahora creo...mierda, voy a vomitar...

Camila corre por el pasillo y yo apenas la miro. Solo allí, me acerco a la caja.

Tiene un sobre pegado en la tapa. Lo desdoblo y empiezo a leer.

Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora