Capítulo 53

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"Disculpa si a veces me equivoco, pero es que nunca nadie me había querido de la manera en que tú me quieres, y es raro"

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"Disculpa si a veces me equivoco, pero es que nunca nadie me había querido de la manera en que tú me quieres, y es raro"

-Manuel Ignacio

Capítulo 53 – "<<A>>"

Extrañé despertar por una ruidosa y extravagante canción de "Feliz cumpleaños", una melva de Alia incrustada en una vela gigante. Así desperté cada cumpleaños excepto este.

Sí. Lo extrañé. Pero eso no quiere decir que no me gustó como desperté en esta ocasión. Es más, si no fuera porque sabía que mamá y papá no estarían aquí, lo hubiese tildado de perfecto.

Pero es que, intenta conocer a Alecksander y no enamorarte de él. ¿Lo ves? Súmalo a la lista de imposibles.

Alecksander dormía plácidamente casi desnudo, y para no mentir parecía más estable que un roble, y aprovechando el momentito, me quité su brazo de encima a la velocidad de la oruga. Muy, pero que muy despacito.

Nuestras piernas se desenredaron casi tratando de que no lo notara. Pero no. El hombre se removió un poco, mostrando el elástico de su ropa interior. Me detuve en ese instante. Pero se volvió a dejar caer en la almohada y yo no esperé más y escapé al baño.

Lo admito; no había sido un tramo muy largo, pero estaba con la respiración más acelerada que después de mi primera competencia de atletismo.

Me ardía un poco la entrepierna, y necesitaba lavarme los dientes, por lo que llené mi cepillo de pasta dental, y abrí la ducha. Lo genial de un hotel es que el agua caliente salía al instante. Por lo que me metí y me lavé con ganas.

Mirando la puerta como si en cualquier momento cedería, cepillé mi boca al mismo tiempo que me aclaraba el pelo, es probable que me halla comido shampoo en burbujas por la prisa, pero por lo menos mi boca olería a menta y manzanilla.

Finalmente, limpia, y un poco más aliviada allá abajo me envolví en una toalla y enrollé mi cabello en una un poco más pequeña. Suspiré contra el espejo lleno de vaho, que se desprendió de la niebla y me dio una mirada de una chica... vale, tal vez era una etapa pos sexo, pero me sentí más mujer, más madura. Me sentí mejor.

Y para el que no esté de acuerdo, legalmente tenía dieciocho. mi vida dependía solo de mí. Podía hacer con mi vida lo que quisiera.

Y pese a eso, cuando me asomé entre el espacio de la puerta y la pared, lo único que quería era estar con Aleck.

Sí, se iba. Pero, ¿y qué? Todos nos vamos en un punto. Incluso cuando juras ante Dios estar para esa persona, lo cierto era que... muy pocos lo conseguían. Era una loca por comparar mi relación con un matrimonio. Pero me cansé de discutir y hacer el mal. Me iba a resignar a seguir el mal y ahorrarme la discusión.

Al final, lo que importa es la historia no el final. Vivo más la trama que el último momento.

Me reí al ver que Alecksander seguía dormido como un tronco, no roncaba, de hecho, tenía la boca entreabierta pero no emitía sonido alguno. Tan adorable.

Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora