Capítulo 27

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"Y recuérdalo, el día en el que me besaste me diste poder sobre ti, me diste el chance de ponerme celosa, de gritar de desesperación, de exigir cariño por amor, de exigir más que solo pasión..."

-Samaí Jara

Capítulo27

Resoplo mientras vuelvo a buscar el libro de Historia. Es muy fastidioso que mi desorden complique tanto mi vida, y como si fuera poco el maldito aparato no para de vibrar recordando que ya estamos tarde a clase. Mierda, a veces si extraño lo simple que eran las cosas en mi anterior colegio.

—Si fueras un poquito menos burra, y un tantito más ordenada. No tendríamos que estar aquí, sino en la clase de Historia —bufa Belle, mientras se remueve atrás mío.

—Si fueras un poquito más normal, estuvieras feliz de perder clases —suspiro, mientras vuelvo a levantar los cuadernos de aquí y allá dentro del reducido espacio de mi casillero, una toalla cae al piso y sonrojada la levanto con rapidez. Gracias al cielo que ya no tengo dignidad ¿no?

—No tengo ese lujo, si pierdo clases puedo perder mucho. —ruedo los ojos, y agarro un esfero negro que perdí hace dos semanas. Sonrío, pero sigo en busca de un libro color tomate — Además, prefiero hacer como que no vi que la toalla que se cayó pudo ser vista por medio colegio, pero no fue así, ¿por qué será? ¡Ah! por supuesto, ¡Porque todo el colegio ya está en clases, desordenada de mier...! —Belle toma aire y yo reprimo una sonrisa— querida amiga.

—Mierda, Belle. Deja el drama y corre a clases yo te alcanzo.

—Por supuesto que no, si ya es bastante difícil que entiendas estando en clase, será imposible que pases si ni siquiera asistes. Te conozco, Aura.

Estoy empezando a cabrearme con el maldito libro, no estoy segura si siquiera está aquí, porque desde que salí de casa no he podido pensar en absolutamente nada más que los mensajes de Antón.

Pero por supuesto, he tenido que encerrar la sensación de ahogo bajo llave, para mantenerme en calma lo que resta de clases. No necesito que alguien mire mis lágrimas. Solo Alecksander lo ha hecho, y aún no logro entender como sucedió.

—Ve, mi querida amiga —me burlo, y ella hace un puchero. Pongo los ojos en blanco y me enderezo —Tienes mi palabra de niña exploradora que estaré en Historia, tarde, pero llegaré.

Ella niega y enarca una ceja, vaya ella si puede hacerlo y le sale jodidamente bien, aún detrás de sus gafas. No es por nada, pero esta muchacha rubia y ojizarca es una auténtica belleza, otra cosa es que su vida es tan planificada y complicada que se ha olvidado de mostrar su hermosura al mundo.

—¿Fuiste niña exploradora? No lo creo.

—Bien, te juro que llegaré, pero ahora vete —ella de verdad no puede faltar, su beca es algo muy importante para mi chica rubia.

Finalmente suspira, pero sin enfriar su expresión de duda, asiente y empieza a caminar en dirección a la bendita clase de Historia. Me regala una última mirada no tan confiada, y yo alzo mi dedo pulgar derecho mientras sonrío con todos mis dientes. Resopla, pero finalmente se pierde por el pasillo.

—Ahora, jodido libro del demonio dime dónde carajos estás. —y empiezo a rebuscar absolutamente todo con violencia y desesperación.

Finalmente creo divisar algo de pasta naranja, y me veo buscándola con fuerza, porque definitivamente ese es el tono de lo que parecía el libro de Historia.

Vamos, cosita bella, yo jamás te dejaría en manos del demonio.

—No tengo idea donde está el jodido libro del demonio, pero me pregunto porque tú no estás en tu jodida clase —sobresaltada, dejo caer los libros que me permitían agarrar el escondido tesoro, y mis deditos que se aferran al libro, sufren un doloroso impacto que me hace chillar. Pese a ello son fuertes y no sueltan el maldito y desgraciado libro de Historia.

Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora