Tú la trajiste al mundo, tú la mandarás de vuelta.
—¡Karla, deja el delineador de mamá! —la señora grito mientras apretaba con fuerza el volante. Estaba cansada, su pequeño demonio parecía no escucharla, o hacer lo que más le molestaba —He dicho que lo sueltes.
La pequeña que miraba divertida el bolso de su madre, con una sonrisa volvió a meter la mano dentro, esta vez extrajo el cuchillo de su madre. La señora al verla por el retrovisor, abrió los ojos espantada.
—Mierda, Karla, ¡suelta eso! —la niña sonrío tal y como siempre antes de hacer una travesura.
—Cuchuilo, mami. Cuchuilo ¿dano? —la niña dejo caer el bolso, y las cosas de mamá volaron en el piso. Con el movimiento del auto, y el "cuchuilo" en manos de su hija, la madre empezó a hiperventilar —M...i...e...r...d...a ¡mala palaba, mala palaba!
Y Karla levantó el cuchillo, victoriosa. En ese momento la madre se ofusco, hoy era el cumpleaños de su novio, e iban llevando una tarta, al meter un cuchillo en el bolso jamás imaginó como aquel monstruito iba a cambiar el rumbo de las cosas, estaba mal. Karla podía lastimarse...
Empezó a bajar la velocidad, pero estaban entrando a una curva, no podía detenerse, sin darse cuenta empezó a sudar frío.
Necesitaban detenerse, y luego le daría algún castigo bien merecido a aquella bribona. ¡La presión la tenía o muy alta o muy baja!
Un salto sorpresivo la hizo jadear. Karla gritó y al ver por el retrovisor, vio como se había echo daño en el bracito, grito al ver sangre.
—¡Karla, deja eso! —pero no lo hizo, el temblor del auto la hizo ver al frente solo para ver como la niebla se apoderaba de la carretera.
¿¡Cómo demonios era posible?! ¡Eran las diez de la mañana!
Pero entonces todo empeoró, la niebla se tornó roja, el llanto de Karla aturdió sus sentidos, el volante temblaba en sus manos, y entonces un fuerte golpe la lanzó hacia adelante...
¿Era ella quien gritaba o era Karla?
Todo empezó a tornarse borroso, el sonido de metal, cristal y su propio corazón rompiéndose fue lo que escuchaba. Giraba, como si fuera las puertas del Hades. El dolor se extendía tan rápido que pareció siempre estar allí.
Se detuvo. Todo se detuvo...
Y entonces, botas negras. Su cuello estaba en una posición extraña. Escupía y sus ojos estaban empañados en sangre, pero las botas negras eran algo que no se podía olvidar...
—¿Necesitas ayuda? —aquella voz era suave, engañosa. No era fuerte ni ronca, pero había firmeza...
No tenía voz, su sangre la ahogaba...
Y su hija lloraba, la escuchaba, gritaba y lloraba, gemía su nombre y...
—Pensé que el amor más grande era el de una madre a su hija, me equivocaba...
Y entonces la bota negra impactó en su rostro, su cuello se quebró, lo sintió como si la decapitarán, pero aquella posición permitió que los bellos ojos negros de su pequeña la vieran.
Su hija...
Su pequeña Karla...
Estaba atravesada por la hoja de metal mientras se desangraba...
—Tú la trajiste al mundo, tú la matarás —esa voz...
Y entones miró como una mano, de color dorado, tostada, las uñas estaban recortadas... sacó el cuchillo del pecho de su hija, miró como con pavor como moría...
Y después la misma mano le clavo la hoja de metal en el cuello...
Y entonces, miro como la cabeza de Karla rodó hasta estar a su lado, los ojos sin vida de su hija estaban desenfocados y llenos de sufrimiento...
¿Después?
Después el fuego consumió lo que ya estaba muerto.
Gente, nos vemos el miércoles.
Hoy, estoy de luto. Amé a Karla.
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Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del Corazón
Novela JuvenilÉl era el chico más guapo e insistente que nunca jamás vio. Y Aura sabía que eso no era una excusa, pero... ¡Pero, cada vez que se alejaba necesitaba volverlo a ver! Se volvió adicta. Lo empezó a necesitar de una manera loca y enfermiza. Transformo...