Capítulo 80 – Dudas existenciales con un poco de prisa.
Antón
¿Han experimentado un momento de tanta frustración que todo tu alrededor deja de ser real y pasa a ser una tortura dentro de tu propia cabeza?
Porque así era como me sentía, la ira que corría por mis venas apenas me dejaba respirar o hablar. Como si mi sangre pasara a tener algún aditivo venenoso del que no quería deshacerme.
Estaba en un punto tan perdido de mí mismo que me importaba una mierda si en este momento chocábamos y moríamos todos.
Había pasado la noche en una maldita cárcel por romperle la nariz a un cretino.
Ojalá también le hubiese roto las bolas. —pensé, apretando los dientes.
La mañana siguiente —ósea como en ahora—esperaba que Aura viniera para contarme de una vez todo lo que descubrió de dos semanas de vivir como un ermitaño.
Había sido todo un caballero, no le había presionado y le había dado mi hombro y disponibilidad completo.
Pero no. Se había ido. De nuevo.
Mi cabeza chocó con el cristal causando un sonido sordo que silenció el escaso ruido ahogado de la conversación entre mi madre y el pastelero que tenía de novio.
Ah, también me jodían ellos, genial.
Danielle, se pegó a mi costado y tomó mi mano, pero la solté con un poco más de rudeza de la que quise reflejar y ella al instante se paralizó y su respiración se aceleró.
No me importaba sus mierdas que tenía con el contacto. Ya no me importaba nada.
La pelirroja era amiga de Aura, no mía.
—Antón, si quieres podemos parar a desayunar y... —habló mamá, pero no respondí nada por no soltar una mierda que la terminé hiriendo, dentro de mi niebla de rencor aún pensaba en mi madre —¿Antón? —preguntó después de describir el café del jodido de su novio.
—Antón, tu madre preguntó algo. —murmuró Noé, que conducía a la velocidad de una maldita tortuga. Estaba un poco cabreado, pero oír la voz del sujeto me hizo querer lanzarme del coche en movimiento.
Y por supuesto, super metiche Danielle al rescate.
—No creo que sea lo mejor, Danna. Antón necesita descansar y... puede llamar a —la corté, solito podía, gracias.
—Gracias por preocuparte por mí, pero puedo responder por mí mismo, Danielle —luego, sin pretenderlo puse una sonrisa sarcástica en mis labios. —Es más, ¿Qué coño haces aquí? Tú y yo no tenemos nada, ni una amistad ni cualquier mierda así que puedes perder... —
—¡Antón! —el grito de mamá me hizo cerrar la boca, me gire igual de inestable hacia el frente.
No. Me. Importaba. Lastimar. Los. Jodidos. Sentimientos. De. Una. Extraña. Punto.
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Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del Corazón
Novela JuvenilÉl era el chico más guapo e insistente que nunca jamás vio. Y Aura sabía que eso no era una excusa, pero... ¡Pero, cada vez que se alejaba necesitaba volverlo a ver! Se volvió adicta. Lo empezó a necesitar de una manera loca y enfermiza. Transformo...