Capítulo 74

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Nota: Si eres sensible a cualquier tipo de manipulación o violencia psicológica, por favor sáltate este capítulo y continua con la historia. Prometo que te explico sin mucho detalle si comentas al final de este episodio. Y además no te olvides de mirar el gif, simplemente perfecto.

Sin más, disfruten. Los he extrañado.

***



"Mírame con desprecio, verás un idiota. Obsérvame con admiración, verás a tu señor. Contémplame con atención, te verás a ti mismo."

– Charles Manson

Capítulo 74 – El sonido de un disparo cuando ni siquiera ha jalado el gatillo.

Olía a sudor. Como cuando te pasas el día encerrado en el colegio y no te das cuenta que el oxígeno que consumías era más tóxico que vital, hasta que logras inhalar el fresco aire de la cancha.

Me mordí el labio y no pude evitar sentirme mal. Una parte de mí quería correr, volver a Quito y tratar de salvar el año como una mierda.

Todo muy inteligente... y muy cobarde.

Hace rato que no pensaba en eso, y es allí cuando noté que apenas quedaban unos meses para que finalice el año escolar. Todo había sido caótico y tan largo y me ponía el vello de punto solo pensar en lo que estaba perdiendo.

Aura, ¿Qué carajos haces?

Una parte de mí —la que había aceptado que siempre haría estupideces— ni siquiera sintió remordimiento por la pregunta. Me aferre a esa parte de mí.

Tragué saliva y caminé por la cancha previa al edificio, había un papel impreso con una flecha. En el centro ponía La opción de una vida mejor es por allí. Sutil.

Si me pones esa descripción ya entiendo porque no hay casi nadie aquí.

Seguí la línea mientras trataba de no sentirme intimidada por la mirada del grupo de señores en que al instante en el que me acerqué para seguir por mi camino me miraron como si fuera otra decepción.

Y no solo eso, el asco en sus ojos como el deseo era sencillamente, repugnante. Solo faltaba que me dijeran algo de mis pechos y pidieran que me sienta agradecida por ello. Dios, es por esto que inventaste el infierno ¿no?

—Ey mocosa, ¿Qué maldito problema tendrías tu para estar aquí? Los niños de hoy en día se la pasan sin hacer nada. Y ahora también son perdedores.

El hombre tenía barba y más arrugas que rostro, los dientes podridos se sobresalían en cada palabra y no pude evitar dar un paso atrás presa del asco. Sus amigos en cambio, estaban más interesados en la porción de piel de mi estómago. Que ganas de tener un palo en la mano.

—El mismo que usted, señor. Pero no se preocupe, yo si hago algo.

Me giré y entré mientras ignoraba los susurros malintencionados a mis espaldas.

El pasillo era estrecho, pero no olía como la sala anterior, y aunque sería fácil perderse por las viejas puertas de madera a cada lado de las paredes, la única abierta era una doble justo al fondo.

Avance hasta ella sintiendo el extraño peso de la última carta sobre mi bolsillo.

Entré.

Pasé las pequeñas gradas de descenso hasta entrar en la enorme cancha de baloncesto, el piso parecía de madera, pero los colores azules y rojos marcaban las líneas y los aros sobresalientes de las estructuras de metal.

Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora