Capítulo 29

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"No te equivoques. Es normal que me derrumbe, lo extraordinario es que ayudes a levantarme. Por favor, no me hagas necesitarte"

-Samai Jara

Capítulo 29

Mi padre podría ser un asesino. Mi padre podía haber matado a mi madre... pero simplemente aquello no tenía sentido alguno.

No me dolía porque con toda seguridad, y con toda la convicción él no era un asesino. Mi padre tal vez no estaba muerto. Pero mi padre jamás le haría daño alguno a mi madre.

El timbre resonó una vez más.

Cerré los ojos y tomé aire, no podía pensar en nada excepto en eso, de repente tenía una historia en frente totalmente distinta a mi realidad. Amenazando a lo que más quería en el mundo, a mi familia.

Me levante, aunque creo que temblé, porque volví a caer en el sillón. Me dolía el pecho, y de algo estaba segura. Hoy no podía darle al chico que amaba lo que tenía para dar. Ya no sabía siquiera si podía dar a alguien algo.

No me logro explicar aún como llegué al telefonillo y como cedí el pase para que Alecksander entré, pero cuando la puerta sonó con suaves toques. Fue como espabilar de un mal sueño.

Tampoco sé cómo sabía que era Alecksander aún antes de abrir la puerta.

—Por un momento llegué a pensar que no... ¿Aura?

—Sostenme, por favor... sostenme. —balbuceé antes de abrazarlo contra mí. Mi olor era aditivo para él, según Alecksander. Pero para mí, su esencia me tranquilizaba. Dejaba de pensar simplemente con sentirlo cerca. Mi corazón que corría veloz, se serenaba a la par de su corazón, que resonaba en mi pecho.

No podía llorar, aunque hubiese sido el momento perfecto. Simplemente... no pude llorar.

—Lo siento... yo... solo lo siento... —él no lo merecía, no tenía por qué rescatarme, no tenía por qué serenarme, no tenía por qué ser mi ancla. Pero lo era, y no quería dejarlo ir. No quería soltarlo. No quiero alejarme del chico al que amo.

Pero para mí bien solo se dedicó a eso, a abrazarme y mecerme en sus brazos. No pidió explicaciones ni me preguntó, simplemente me jaló con suavidad al sillón y me sentó en su regazo.

Yo lo necesitaba, por lo que descansé mi cabeza en su cuello. Necesitaba a Alecksander.

—Mis padres... están muertos —dolió tanto. Dolió como si sangrara en el pecho. Dolió como si no fuese real. Dolió como si no pudiera respirar —Y ahora no sé nada. Estoy confundida y...

—Tranquila, Aura. Respira, bonita —sonreí, siempre que parecía no poder controlar mis emociones, usaba aquel tierno mote. Y me encantaba. Me encantaba porque... porque era mío.

—Pasó hace meses, y se supone que lo estoy superando, pero... —necesito aire. Necesito aire —Mereces más, Alecksander. Mereces más de lo que yo puedo ser...

Sus manos subieron a mi rostro, y lo acunaron. La sensación que me producía su toque era mágica, era irreal. No podía ser tan... maravilloso.

Y que Dios y el Diablo me perdonen, pero yo no podía o no creía poder devolverle ni la mitad de las sensaciones que el creaba en mí. Tal vez por eso, era yo la que estaba locamente colgada y enamorada.

—Lo único que yo merezco es lo que tú eres. ¿Está bien? —su aliento chocó en mi boca, y sus ojos brillaron con luz propia —Yo no estuviera aquí, sosteniéndote, Aura. Si no te quisiera. Si yo te merezco tú me mereces, así de fácil.

Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora