Gina McCan
Gina tenía 36 años, 4 niños en un departamento mediocre y una investigación sobre los presuntos casos de asesinato de un misterioso homicida que causó más farándula que crímenes.
En resumen, Gina McCan era un fracaso.
Aún recordaba cómo había tenido que recibir el odio de todos sus compañeros cuando fue elegida para ser parte de los agentes investigativos para homicidios. No era algo de categoría, pero te subía el sueldo, y para una madre con cuatro mocosos encima y dos deudas extremadamente grandes para pagar... bueno, ella tomó lo que vida le daba.
Y ahora estaba jodida.
Releyó el documento que tenía una copia de la nota encontrada después de un médico en el hospital general llamado Ollie algo, con letra casi incomprensible estaba escrito: Esto no es un suicidio.
Ella, como siempre nadaba contra la corriente había robado la copia de otro departamento, porque su jodido instinto le decía que estaba relacionado con el caso del Invisible Accidente.
Que era el asesino de las vías, pero con mejor nombre.
Volvió a abrir el archivo que rezaba Daniel Laners y miró la foto que estaba anclada en la parte superior derecha, era el sospechoso número uno de la investigación. Pero Gina se sentía defraudada con la justicia y la vida, entonces no le parecía suficiente.
—¿De verdad eres capaz de matar a tu propia esposa y destruir más de veinte familias? —gruñó.
Era estúpidamente ilógico, incluso en el juicio solo habían hablado de algunos pocos asesinatos. Los que actualmente habían sido denunciados, pero ella dudaba...
Gina jodida dudaba de un sospechoso que había confesado la mayoría de crímenes y que previamente había sido juzgado.
—¿Mami sigues delierta? —su pequeña hija ataviada con un pijama térmico rosa con tutú de algodón incluido se rascaba los ojos mientras bostezaba —¿No vas a acuducar a bebé?
Gina suspiró y bostezo contagiada por su hija.
Cuando ella nació estaba casada, con metas, sueños y con mira en la idílica vida de mujer realizada con los suficientes descendientes para que le paguen un buen asilo con su ex.
Ella quería tener a su hija, porque estaba segura de darle la vida que sus papás no pudieron.
Ahora, su hija usaba un pijama que le quedaba apretado, tenía problemas para dormir, y pese a que a su edad debería hablar con claridad, aún arrastraba consonantes.
—Vuelve a la cama, Rossie. Mamá irá enseguida. —Uh, y no tenía dinero para comprarle su propia cama, por lo que Rossie dormía con ella, junto a la mesilla donde había un vibrador que era lo más cerca que la tendría de un hombre.
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Mi Agridulce Salvación © - #1 Los Sabores del Corazón
Novela JuvenilÉl era el chico más guapo e insistente que nunca jamás vio. Y Aura sabía que eso no era una excusa, pero... ¡Pero, cada vez que se alejaba necesitaba volverlo a ver! Se volvió adicta. Lo empezó a necesitar de una manera loca y enfermiza. Transformo...