Me levanto por algunos rayos de luz que entran por la ventana y visualizo a Azael acostado a mi lado, con su respiración tranquila y relajada. Habíamos tenido una noche agitada, y ahora estábamos en la cama solo con una fina sábana.
Es una maravilla verlo dormir. Recorro con mis dedos sus tonificados brazos y rostro, sin saltarme ninguna parte.
- Si sigues así, no saldremos de la cama el día de hoy, Janine - sonríe sin abrir los ojos, y yo sonrío también.
- No podemos darnos ese gusto - digo sin detener mi recorrido.
- Estás yendo por terreno prohibido - dice con voz ronca, tratando de no reír.
- Ese es el punto, señor Britt - bajo lentamente a su abdomen. Azael agarra mi mano y me sube encima de él, riendo.
- ¿Estás muy activa el día de hoy?
- Dormí toda la noche - beso sus labios de forma dulce y comienzo a moverme de manera circular. Azael gime, besa, mordisquea. Estamos desnudos, y Azael me alza e inserta su miembro. Gimo de placer mientras sus embestidas son cada vez más intensas y placenteras. Él dice mi nombre una y otra vez, haciéndome enloquecer con cada movimiento.
Nos llevamos al clímax juntos, y Azael besa mi frente antes de salir de mí. Suspiro.
Azael se levanta, sonriéndome de lado, y yo le saco el dedo de en medio. Luego, camina hacia el baño como Dios lo trajo al mundo. Me quedo embobada al verlo.
- Tenemos que movernos - digo al mirar la hora con sorpresa.
- ¿Segura que confías en Mariana?
- No - dudo - pero se tomó mucho tiempo preparando este viaje para nosotros, así que tenemos que confiar - digo, mientras comienzo a lavar mis dientes.
Después de asearnos y ponernos algo cómodo, salimos hacia el auto encargado del servicio de Mariana. Azael entrelaza nuestras manos dentro del auto, sonriendo de lado. Durante el viaje, Azael habla por celular en otro idioma, cosas de la empresa; este hombre nunca cambia.
Dentro del jet de la familia de Azael, nos acomodamos para el despegue. Aunque no sabíamos mucho sobre este viaje, solo que sería en un lugar soleado con mar y arena, Mariana me tiene en ascuas.
Mi cuerpo está agotado; apenas he tenido un par de horas de sueño. Ha sido una amanecida muy buena en realidad.
- En pocos minutos despegamos. ¿Mariana no te ha escrito?
- No - digo revisando los mensajes en mi celular. - Solo el mensaje antes de salir, no me ha escrito. Confía - río, frunciendo el ceño.
- Tocará - suspira. - ¿Cansada?
- Un poco - digo mirando a través de la ventana. - Dormiré después de que despeguemos. - Asiente.
- Señores Britt, despegamos en cinco minutos.
- Gracias - agradezco.
No sé en qué momento mis ojos se cerraron, pero unas manos me sacuden y una voz a lo lejos se acerca poco a poco diciendo mi nombre.
- Janine - susurra - despierta, amor mío. - Hago un sonido de quejido.
- Cinco minutos más - digo acomodándome.
- En el hotel descansarás, cielo - me susurra.
- Bien - abro mis párpados y veo a Azael sonriente. - Era un buen sueño - hago un puchero. Él besa mis labios.
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Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de Hierro
RomanceApril Anderson es una joven dulce, humilde y extrovertida que, a lo largo de los años, ha enfrentado experiencias desgarradoras que ninguna mujer debería soportar. A pesar de los desafíos, su espíritu resiliente y su corazón amable la mantienen en p...