CAPITULO 42

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- Sigues enojada - hago un puchero mientras coloco la maleta de viaje en el piso.

- Un poco - se encoge de hombros - Pero podría dejar de estarlo - me mira entrecerrando los ojos.

- ¿Qué deseas, bella dama? - me cruzo de brazos.

- Que jamás vuelvas a pensar en esas cosas. Aunque sea egoísta de mi parte, en realidad corres un gran peligro de ser descubierta y de que todo lo que hemos hecho se vaya por la borda.

- Sé a qué te refieres, Lisbeth. Me da la chiripiorca por un rato, pero trato hecho -extiendo mi mano y ella hace lo mismo - ¿Segura que no quieres venir conmigo?

- Segura. Ya te dije que tenía planes de todas maneras - se ruboriza.

- Ujum - le pellizco el abdomen haciéndola retorcerse de risa.

- ¡Basta! - se acomoda bien la blusa - Disfruta, bésatelo y, si quieres, ten sexo con él. No serás arrestada por comerte al bombón de tu jefe.

- Gracias por tus consejos - ruedo los ojos, disimulando el color rojizo de mis mejillas.

- Pero es cierto, es sexy ¡te trajo McDonald's de desayuno!

- Si – respondo restándole importancia

- Que, considerado – se ríe - ¿Dónde se ira estos días? – pregunta comiendo una papita.

- ¿Qué tiene que ver eso? ¿Cómo lo sabes? - pregunto confundida. - No entendí muy bien lo que me explicó, pero mencionó algo sobre las albinas – respondo acompañado a su acto - vino para quedar en mutuo acuerdo sobre la situación antes del año nuevo, pero como su viaje será de varios días o más, por eso quería tener información más concreta.

- Uhm, interesante - dice Lisbeth sin apartar la vista de mí, luego se encoge de hombros.

Decidí dejar el tema de lado por ahora y centrarme en los días que Azael estaría ausente. Con él fuera, tendría algo de tiempo para organizar mis pensamientos y decidir cómo manejar la situación en la fiesta de fin de año sin su constante presencia. Azael, siendo mi jefe y además una figura prominente en su familia, siempre complicaba las cosas. Necesitaba planificar con cuidado mi estrategia para la fiesta. Sentía la presión de no cometer errores que pudieran poner en peligro mi posición en la empresa o comprometer nuestra relación profesional.

Decidí no profundizar en esos pensamientos por ahora. En cambio, me concentré en hacer una lista de cosas que necesitaba hacer mientras Azael estuviera ausente:

1. Preparar mi presentación: Tenía que repasar mi trabajo y asegurarme de estar lista para cualquier pregunta o discusión que pudiera surgir en la fiesta.

2. Investigar a los invitados: Azael mencionó que estarían presentes algunos socios y colegas importantes. Sería prudente saber quiénes eran y qué roles tenían en la empresa.

3. Mantener contacto con Lisbeth: Aunque ella no vendría conmigo, era reconfortante saber que podía contar con ella para cualquier consejo o apoyo moral.

4. Practicar la discreción: Azael había enfatizado la importancia de no revelar detalles personales durante la fiesta. Debía recordar mantenerme reservada y profesional en todo momento.

Con estas ideas claras en mente, me sentí un poco más preparada para enfrentar los días sin la presencia directa de Azael. Respiré profundamente y decidí que haría lo mejor posible para manejar esta situación delicada y seguir adelante con mis responsabilidades laborales y personales.

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora