CAPÍTULO 74

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Mientras Mariana y yo seguimos conversando, mi celular emite un sonido que indica un mensaje nuevo.

Lo reviso y veo que es Azael:

Mensaje.

Azael: Acabo de llegar a México. ¿Todo bien amor?.

Yo: Me alegra escuchar eso. Todo está bien aquí.

Azael: ¿Por qué no estás en la empresa?

Yo: Tuve dolor de vientre por culpa de alguien.

Azael: ¿Te encuentras bien?

Yo: Sí, ya estoy mejor. He comido a la hora y tome algunas medicinas, ya me siento mucho mejor.

Azael: Okay, te llamaré luego, hermosa. Te extraño.

Yo: Estaré esperando esa llamada. Bye.

Fin del mensaje

Miro a Mariana, que me sonríe con un atisbo de complicidad.

— Por esa sonrisa, debe ser mi hermano — comenta, tratando de aligerar el ambiente.

— ¿Tu hermano? — la miro confundida, Mariana me mira con curiosidad — Sí, el trabajo no lo ha dejado mucho tiempo libre.

— No puedo creer que no tengan luna de miel – se queja

— No es para tanto. El trabajo es importante, no podemos simplemente dejarlo de lado — le respondo, intentando justificar la situación.

— Pero el trabajo no lo es todo. A veces es necesario tomar un respiro y disfrutar de esos momentos especiales — insiste Mariana.

— Lo tendré en cuenta — digo, aunque mi mente sigue ocupada con la situación actual y con la preocupación por Mariana.

Nos quedamos en silencio un momento, cada una inmersa en sus pensamientos. La situación es complicada, pero me siento aliviada de estar aquí para apoyar a Mariana en este momento tan difícil.

Finalmente, decido tomar un poco de tiempo para mí misma, buscando algo que hacer para distraerme y para asegurarme de que todo esté en orden en la casa.

Quiero asegurarme de que Mariana esté bien antes de seguir con mis propias tareas y preocupaciones.

Mariana me observa con una sonrisa enigmática.

— Prepárale una sorpresa y vayan a derrochar su amor en otro lugar, Janine. Te ayudo si quieres — me ofrece.

— Todo lo que haga Azael se enterará, así que no será una sorpresa real — respondo, un poco escéptica.

— Ten fe — me sonríe y me guiña un ojo. — Déjamelo a mí.

— De acuerdo, Mariana. Distráete.

Salgo de la habitación, decidiendo hacer una llamada a Gabriela sobre trabajo. La conversación no me toma más de 20 minutos. Luego bajo a la cocina, donde dos chicas de limpieza están arreglando la casa.

— ¿Señora, necesita algo? — pregunta una de ellas.

— Sí, necesito que se tomen el día libre hoy.

— Pero, señora, tenemos que...

— He dicho que se tomen el día libre hoy.

— Sí, señora. Terminaré con las vajillas y luego nos retiraremos.

— Está bien, que tengan buena tarde — les digo, mientras me dirijo a la locura que está por comenzar.

— Te tengo noticias — dice Mariana al verme entrar.

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora