Rápidamente abro Google para revisar el clima en Londres, ya que nunca he ido y no tengo idea de qué tipo de ropa sería adecuada. Mi cerebro aún no logra procesar la situación. Camino hacia Lisbeth, quien parece más pálida de lo normal.
- Hola hermosa, ¿por qué esa cara? - dice, sorbiéndose los mocos.
- Viajo a Londres... - murmuro, mirándola con miedo. - Tengo miedo, Lisbeth. ¿Y si tengo problemas con los documentos? - entro en pánico.
- Tranquilízate, estará todo bien. Confía en mí - asiente. - Seguramente irás en un jet privado, los ricachones siempre lo hacen - intenta reconfortarme. Respiro profundo.
Coge mi mano y me arrastra hacia la habitación.
- ¿Qué tipo de cosas harás allá? - me pregunta.
- Reuniones, supongo. Solo me llamó para decirme del viaje - respondo, sintiéndome un poco más tranquila. - ¿No sé qué usar? - hago una mueca.
- No te preocupes, te prestaré algunas cosas formales que uso para el trabajo. ¿Cuántos días estarás allá? - me ofrece amablemente.
- No sé... - murmuro, frunciendo el ceño.
- ¿En serio? - se golpea la frente con la mano. - Pregúntale, mensa - me reprocha, irritándome un poco. Odio cuando me llama "mensa".
- Ya voy - digo molesta. La miro mal y cojo mi teléfono para enviarle un mensaje por WhatsApp.
Azael britt
En línea
- Señor Britt, buenos días. No me notificó cuántos días durará el viaje a Londres, disculpe las molestias - escribo rápidamente en un mensaje.
Espero unos momentos hasta recibir su respuesta.
- Señorita Dávila, dos días serán suficientes. ¿La paso a recoger? Claro está, si tiene algún problema para venir.
- No se preocupe, en cuarenta minutos estaré en la empresa, señor Britt. Gracias por su tiempo - respondo mientras apago el teléfono y lo dejo en visto. Me concentro en decidir qué ropa llevar.
- Toma, esto servirá - Lisbeth me muestra un pantalón blanco de tela con basta ancha y una blusa de tiras sin mangas, elegante pero cómoda.
Es hermosa - le sonrío. - Esto lo puedo usar para la noche por si acaso - saco del armario algunas mudas casuales con bléiser, mis prendas íntimas, ropa de dormir, maquillaje habitual, perfume, reloj, zapatos, cepillo de dientes y de cabello. Reviso mentalmente mi lista.
- ¿Me estaré olvidando de algo? - coloco mi dedo índice en mi barbilla.
- ¿Qué harás con tu cabello? - Lisbeth me pregunta.
- ¡Mi plancha de cabello! - exclamo, y corro hacia la repisa para guardarla en mi cartera. Coloco lo esencial: cargador, toalla de mano, mentol por el frío, audífonos para el viaje, mi libro favorito "Boda a los 17" de Michel Gavica G, algunas mentas y estoy lista.
Consulto el reloj y me doy cuenta de que estoy pasada de tiempo. Rápidamente, saco un jean de mezclilla y un buzo de lana color crema, junto con unos botines que combinan con mi blusa. Dejo mi cabello suelto y salgo corriendo, despidiéndome apresuradamente de Lisbeth, quien me desea suerte como siempre.
Bajo las escaleras con cuidado y salgo apresuradamente del edificio para buscar un taxi. Detengo mi paso de repente al encontrarme por segunda vez con mi guapo jefe, con las manos en los bolsillos y una mirada que parece esperar algo de mí.
Llegamos al aeropuerto cuarenta minutos después, donde bajé del auto antes de que abriera la puerta. Me sentía incómoda ante la idea de que quizás le agradaba, y me dije a mí misma que tendría que lidiar con eso más tarde.
Subí las 8 escaleras, contando cada uno de los pasos nerviosa. ¿Hacía calor? Lo miré asombrada por el lujo que se manejaba en este lugar. Mis zapatos resonaban en el suelo de mármol mientras seguía a Azael Britt. Cada detalle del aeropuerto me abrumaba: los pasillos amplios, la luz suave que iluminaba todo, y el trasiego constante de personas elegantemente vestidas con maletas que parecían pertenecer a otro mundo.
Azael se detuvo ante una puerta de cristal donde un cartel luminoso indicaba "Salas VIP". Me sentí un poco fuera de lugar, como si no perteneciera a ese ambiente de lujo y negocios internacionales. Azael abrió la puerta con una tarjeta y me indicó que pasara primero. Entramos en un espacio sereno y sofisticado, con sillones de cuero blanco y mesas de café de mármol. El ambiente era calmado, solo interrumpido por el murmullo distante de algunas conversaciones en diferentes idiomas.
- Bienvenida, señorita Dávila - dijo Azael, cerrando la puerta tras de sí. - Vamos a prepararnos para el vuelo. Cristóbal se encargará de las maletas y de los detalles logísticos.
Asentí, tratando de mantener la calma mientras dejaba mi equipaje en manos del asistente que se acercó. Observé a mi alrededor, tratando de asimilar la situación. Londres, una reunión de negocios, y yo en medio de todo eso. La adrenalina comenzaba a mezclarse con la incertidumbre.
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Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de Hierro
RomanceApril Anderson es una joven dulce, humilde y extrovertida que, a lo largo de los años, ha enfrentado experiencias desgarradoras que ninguna mujer debería soportar. A pesar de los desafíos, su espíritu resiliente y su corazón amable la mantienen en p...