CAPÍTULO 33

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- ¿Cómo te fue? -me pregunta Lisbeth con una sonrisa en la cara, pero la quita cuando ve mi rostro - ¿Qué ha sucedido?

- Estoy demasiada preocupada - bufo sentándome en los asientos del mesón.

- ¿Por qué? - pregunta dejando de comer mis galletas oreo, la fulmino con la mirada, sonríe.

- Porque tengo miedo de ser descubierta, hasta mal me siento de seguir mintiendo a más personas a mi alrededor, No te das cuenta de lo grave que es.

- No te entiendo, Ya habíamos hablado de esto, Janine...- la interrumpo.

- ¿Qué sucedería si me encuentro con el hermano de Víctor, o peor con él, me matara tenlo por segura, paso varias veces las manos por mi rostro?

- Relájate, estas demasiada alterada - me mira seria, cierro mis parpados por un momento dejando que mis músculos se relajen un poco - Debes tratar de no entrar en pánico, eso debes decirle a la psicóloga."

- Está bien, ya me encuentro mejor solo de pensarlo mis pensamientos disparan.

- Ahora entiendo, mira Janine, nosotros antes de hacer todo esto, tratamos de no dejar ningún tipo de cabo suelto, vimos cada detalle de una vida.

- Toda la tarde no eh dejado de pensar en los pro y contra, ni siquiera me eh podido concentrar en la fiesta de navidad - bufo - ¿Si me investiga?

- Tranquila Janine, estuviste en una escuela en Florida, igual que el colegio y te graduaste allá de la universidad, tu vida fue tranquila vivimos un par de meses en ciertos departamentos por si alguien en algún momento iba ah investiga de ti, ósea no hay nada sospechoso, relájate sí.

- Me lo aseguras - hago un puchero mientras me recuesto en el mesón.

- Te lo aseguro, mírame a mí – sonríe - Nadie me ha descubierto y eso que llevo más años que tú.

- Esperemos – suspiro - ¿Me acompañaras donde la psicóloga?

- Si, déjame ponerme el suéter y nos iremos – asiento, Voy a mi habitación, me cambio los tacones por sandalias bajas, me dirijo al baño y realizo las necesidades fisiológicas, lavo mis manos y salgo de mi habitación, con una Lisbeth ya lista cojo mi bolso y salimos, bajamos las escaleras del edificio en silencio, caminamos un par de cuadras y tomamos un taxi le dimos la dirección, mientras hablábamos de cosas triviales tanto de su trabajo y el mío, el sonido de una llamada entrante de mi celular interrumpe nuestra conversación, busco en mi bolso viendo de quien me estaba llamando.

Llamada entrante "Gabriela"

- Qué bueno que contestas - una agitada Gabriela suena de fondo.

- ¿Qué sucede? - me acodo en los asientos del taxi inquieta.

- Necesito tu ayuda, el señor Britt está tirando todas las cosas de su oficina - dice arrastrando las palabras que poco logro entender.

Abro los ojos como plato.

- Estaré allí de inmediato - cuelgo.

Fin de la llamada telefónica.

- Señor taxista, cambio de planes, llévenos a Britt Companies.

- Está bien señorita - gira a la derecha cambiando de camino.

- ¿Qué sucede Janine? - toma de mi brazo Lisbeth, llamando mi atención.

- Azael - murmuro mirando hacia el retrovisor, por si el taxista escucha, aunque lo dudo, el volumen del auto está un poco alto. - Me llamaron porque está arrojando sus cosas de la oficina - mi tic nervioso se hace presente en mi pierna derecha.

- Diablo - susurra. - ¿Tu cita con la psicóloga?

- Tendrá que esperar - coloco mis manos sobre mi rostro.

- Señorita llegamos - me saca de mis pensamientos.

Suspiro.

Lisbeth paga la tarifa del auto y bajamos en mi lugar de trabajo. Sin decir alguna palabra, salgo disparada hacia la oficina de Azael, aunque no entiendo mis actitudes, mejor dicho, la desesperación de llegar de inmediato.

Trato de tranquilizar mi respiración mientras subo por el ascensor sola.

Miro hacia los números, sintiéndose eternos.

Suspiro cuando se abren las puertas. Camino lo más rápido que puedo, pero me detengo por el fuerte sonido de algo haciéndose trizas en el piso.

- Gabriela, saca a todo el personal que se encuentra en este piso por favor - ella asiente asustada.

- Está bien - responde para salir corriendo. Tomo una fuerte bocanada de aire y toco la puerta, ¿por educación?

- ¡¿LARGO!? - grita desde dentro.

Mi cuerpo se despeluca.

Trago saliva.

Aquí vamos.

Abro la puerta del despacho encontrándome a un Azael totalmente ebrio. Me sorprendo.

- ¿Hasta a tu próxima falsa prometida? - trato de bromear, cosa que me arrepiento enseguida por su mirada.

- No estoy para estupideces Janine, coloca sus manos temblorosas, por alguna razón, sobre su rostro. Comienzo a acercarme donde está. Suspira frustrado.

Me detengo. - Déjame solo por favor - desvía la mirada hacia el gran ventanal de su oficina.

- No, me dirás ahora mismo por qué tu borrachera - le alzo una ceja. Sí, lo sé, la confianza.

- Ya que tanto te interesa - comenzó, alzando la voz y sus manos - Mi padre volvió a serle infiel a mi madre - dijo mientras lanzaba algunos libros al suelo. Me quedé estática, asimilando la revelación.

Me quedo estática.

¿Por qué pregunté?

Sacudiendo ligeramente la cabeza para mantenerme enfocada, intenté entender la situación. Azael, con su semblante desgarrado por la frustración y la ira contenida, parecía estar al borde de un colapso emocional.

- Lo siento - murmuré, sintiendo la necesidad de decir algo, aunque las palabras parecían insuficientes en ese momento.

Él cerró los ojos por un instante, como si intentara controlar las emociones que lo embargaban. Finalmente, se giró hacia mí, con una expresión mezcla de cansancio y vulnerabilidad.

- Gracias por venir - dijo en voz baja, más calmado ahora - Pensé que podría manejarlo solo, pero...- Se detuvo, incapaz de terminar la frase.

- No tienes que hacerlo solo - respondí con suavidad, acercándome un poco más - ¿Qué puedo hacer para ayudarte?

Azael pareció considerarlo por un momento, luego suspiró. "Ayúdame a recoger esto", dijo, señalando los libros esparcidos por el suelo. Juntos nos agachamos y comenzamos a recoger los objetos, marcando así el comienzo de una conversación más profunda y la consolidación de una confianza que parecía haber sido fracturada por años de secretos y dolor familiar.

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora