CAPÍTULO 77

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Marco el número de Lisbeth y espero, escuchando los tonos mientras mi corazón late con fuerza. Finalmente, su voz suave y familiar suena al otro lado de la línea.

—¿Janine? ¿Cómo estás? —pregunta, su preocupación evidente.

—Hola, Lisbeth. Estoy... bueno, podría estar mejor. Necesito hablar contigo. ¿Tienes tiempo para vernos hoy?

—Por supuesto. Sabía que esto te afectaría más de lo que querías admitir. ¿Quieres que nos encontremos en nuestro departamento?

—Sí, me vendría bien estar en un lugar familiar —respondo, sintiéndome un poco más tranquila al saber que la veré pronto.

—Nos vemos en media hora, entonces. Cuídate.

—Gracias, Lisbeth. Nos vemos pronto.

Cuelgo el teléfono y me preparo rápidamente, eligiendo ropa cómoda pero presentable e igual para el trabajo. Me miro en el espejo un momento, intentando darles forma a mis pensamientos, a las palabras que tendré que decir.

Llego a mi departamento un poco antes de lo acordado, abro con la llave que siempre cargo de mi antiguo hogar, un lugar que nos da privacidad del mundo.

Poco después, Lisbeth llega de su trabajo, con una sonrisa tranquilizadora y un abrazo que me hace sentir un poco mejor. Nos sentamos en los muebles, cuando ella me mira con esa mezcla de cariño y seriedad, sé que no puedo seguir postergando la conversación.

—Entonces, ¿qué está pasando, Janine? Erika me contó lo que pasó en la oficina, y sé que hay algo más que necesitas decirme.

Bajo la mirada, jugando con mis anillos de casada que se encuentra en mis manos derecha.

Es ahora o nunca.

- No me lo puedo creer - dijo Lisbeth, tapándose la boca tras escuchar todo lo sucedido.

- Yo tampoco entiendo del todo sus acciones. Definitivamente, me están confundiendo.

- Debes tener más cuidado ahora con Víctor, Janine.

- Azael prácticamente me ordenó que no me acerque a él, y tampoco es que yo tenga muchas ganas de hacerlo.

- Mucho mejor, eso me deja más tranquila - asintió mientras me levantaba para coger un vaso de agua. Miro alrededor del departamento; es extraño estar aquí. Este lugar ha sido mi hogar desde que llegué, pero ya no se siente así, no como la casa de Azael.

- ¿Cómo estás ahora con tu esposo? - preguntó Lisbeth, rompiendo el silencio.

- La verdad es que nos llevamos bien, es agradable pasar tiempo con él - respondí con una sonrisa.

- Te brillan los ojos - sonrió.

- ¿Será que estoy enamorada hasta los huesos? ¿Es eso posible?

- ¿Por qué no lo sería? Eres guapa e inteligente.

- Mentiras, embustera - suspiré.

- No te trates así. A pesar de todo lo que has hecho para sobrevivir, April Anderson, tienes algo que llama la atención: se llama compasión.

- ¿De verdad crees que tengo algo especial? - respondí sarcásticamente.

- Pondría las manos en el fuego por ti, Janine. Estás viviendo una vida que muchos envidiarían, no por el dinero, sino por el amor.

- Sí, pero me aterra pensar que la nube en la que estoy se disipe y caiga en picada.

- Todos caemos. Lo único que podemos hacer es aprender a aceptar el destino. Aunque a veces pienso que deberías decirle la verdad - dijo mirándome con seriedad.

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora