CAPÍTULO 17

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Después de despedirme de Aurora, mi nueva amiga del parque, caminé hacia un puesto de helados en medio del sector. Compré uno de chocolate y seguí caminando sin rumbo durante unas horas. Mis piernas comenzaban a dolerme, así que decidí salir del parque y pedir nuevamente un taxi para volver a casa.

La salida me hizo bien, especialmente la charla con Aurora. Pago la tarifa del taxi y bajo del auto frente a mi edificio. Entro y subo las escaleras, saco las llaves de mi bolso y, al llegar al departamento, las introduzco en la cerradura. Al abrir la puerta, me encuentro con el televisor encendido y Lisbeth aún dormida en el sofá. Sonrío y voy a su habitación por una sábana que le coloco encima.

Entro en mi habitación, me quito los zapatos deportivos y prácticamente me lanzo sobre el colchón. Suspiro profundamente y abro mi bolso, que estaba a mi lado. Saco mi celular y reviso los documentos de mi nueva identidad, sumergiéndome en pensamientos mientras trato de procesar todo lo que ha sucedido.

Flashback

- ¿Qué vamos a hacer? - pregunto saliendo del hospital, mis ojos cristalizados por las lágrimas contenidas. -No quiero volver, tengo mucho miedo - añado, mi voz quebrándose.

- No volverás, April - afirma Ana con determinación.

- Perdí a mi bebé, Ana, mi pequeño e indefenso bebé... otra vez - rompo en llanto, sintiendo un vacío abrumador. Ana toma mis mejillas entre sus manos.

- Lo siento, amiga -dice abrazándome con fuerza -Te sacaré de este infierno, ese malnacido no volverá a tocarte. Tengo una idea y me vale un carajo si te gusta o no.

- ¿Qué vamos a hacer? - pregunto mientras Ana intenta detener un taxi.

- Vamos a quemar el departamento - dice con firmeza, La miro sorprendida.

- No jodas - susurro, incrédula. Asiente, como si fuera la mejor idea que ha tenido en la vida.

Entramos por la puerta de los trabajadores del edificio, subiendo cautelosamente las escaleras. Yo me aguanto el dolor en el vientre, recordando con angustia que había sufrido otro aborto por culpa de Víctor. Cada paso me desgarraba el corazón. Al llegar al departamento, abro la puerta y encuentro el lugar completamente desordenado, como si un ladrón hubiera entrado.

- Saca lo que no sea tan usual - me dice Ana, sacándome de mis pensamientos. Asiento y me dirijo a mi cuarto - Te traeré mi maleta de viaje para no levantar sospechas.

Empiezo a recoger algunos zapatos deportivos que casi no uso, bragas y corpiños poco habituales, y algunas mudas de ropa que había guardado por cualquier cosa. No llevo maquillajes, perfumes, carteras ni joyas, solo lo básico para sobrevivir unos días. Cuando termino de reunir todo lo necesario, Ana entra con una maleta mediana y me ayuda a meter todo lo que he recogido.

- ¿Estás lista? - me pregunta Ana, viendo mi rostro pálido y asustado.

Niego con la cabeza, el miedo palpable en cada fibra de mi ser.

- Yo tampoco lo estoy - admite Ana - pero sé que algún día será la mejor decisión que habrás tomado.

Suspiro profundamente.

- Eso espero - murmuro, limpiando mis manos sudorosas en mi pantalón de mezclilla.

- ¿Por una vida nueva? - me pregunta Ana, tratando de infundirme valor.

- Por una vida nueva - susurro de vuelta. Ana rocía un líquido extraño por toda la habitación mientras yo salgo con la maleta, echando un vistazo a la hora. Es poco probable que Víctor llegue antes de la noche, y apenas son las dos de la tarde.

Ana llega a mi lado y me da una sonrisa reconfortante. Asiento y abro la puerta, asegurándome de que no haya nadie en el pasillo. Afortunadamente, el edificio no tiene cámaras en los pasillos, solo en la entrada principal, lo que juega a nuestro favor. Ana lanza un encendedor hacia el piso, lejos de nosotras. El líquido inflamable prende y el fuego se propaga rápidamente. Ana me jala y corremos lo más rápido que podemos hacia su departamento. Veo su maleta en la entrada y salimos por donde habíamos entrado.

Caminamos una gran distancia, asegurándonos de que nadie nos viera. Finalmente, escuchamos una explosión. Me giro y veo el humo elevándose, marcando el final de mi antigua vida.

Fin del Flashback

- Todo eso para llegar a esto - murmuro, mirando mi cédula de identidad con mis nuevos nombres.

Flashback

- ¿Estás segura de que esto es fácil, Ana Yamira? – le pregunté a mi amiga, sintiendo una mezcla de miedo y desesperación. ¿Y si nos descubren en el futuro?

- Sí, April, estoy más que informada - Ana rodó los ojos con impaciencia - son solo papeleos, y asunto arreglado - me sonrió tranquilizadora mientras me arrastraba hacia el registro civil.

- ¿Segura que es buena idea? – la miré con creciente duda.

- ¡Que sí! Es nuestra solución, April. Así Víctor no te buscará de ninguna manera.

- ¿Cómo lo sabes, Ana? – dije un poco alterada, haciendo que las pocas personas delante de nosotras nos miraran con curiosidad.

- Porque Víctor jamás sabrá que estás viva. ¡No quemamos el lugar por gusto! – la miré incrédula.

- Lo sé, pero ¿cómo sabrá que estuve allí? – dije, sintiéndome abrumada.

- Yo me encargo de eso - me respondió dejándome estática - mueve tu gran trasero que no tenemos mucho tiempo – me susurró al llegar a una ventanilla - Hola Jayden, ¿qué tal?

- Hola, hermosa – la miró coquetamente – ¿en qué te puedo ayudar? – se inclinó hacia ella.

- En lo que hablamos anoche – la miré sorprendida por lo que Ana estaba haciendo. ¿No me digas que se acostó con él para...?

- ¿Tienes los papeles? – ambos me miraron, asentí un poco dudosa y se los entregué.

- Vuelvo enseguida – dijo Ana, dejándome alarmada - no demoro, me falta una hoja.

- Está bien, no demores, por favor – asintió y me giré, quedando frente a frente con el joven desconocido que me observaba con interés. Mi cuerpo estaba completamente erizado, me removí incómoda en mi asiento.

- Volví – Ana sobó mi espalda, la miré y ella me sonrió – esta hoja está redactada por un doctor sobre la causa de muerte.

- Eso nos facilita las cosas – dijo Jayden – acabo de darla por fallecida el día de hoy, según la hoja – me miró con extrañeza – ¿quemada? – asentimos – mañana es obvio que venga la persona encargada de usted, se le da una carta de defunción, lo que suceda más allá no es problema mío, aunque esto es un delito – asentimos – ahora comencemos con tu nueva identidad – bufé, mientras Ana Yamira brincaba como una niña con su nuevo dulce.

- ¿Cómo quieres llamarte? – me miró, sin saber qué decir, suspiré tratando de tranquilizar mis nervios.

- Janine – lo miré con más confianza – apellido, ponle cualquiera.

- ¿Qué tal Dávila? – sugirió Ana.

- Janine Dávila, entonces – traté de sonreír.

- ¿Padres? ¿Podrías ponerle fallecidos?

- En eso estaba pensando – dijo Jayden – está listo, Janine Dávila.

Fin del flashback 


Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora