CAPÍTULO 15

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Los rayos del sol se filtran por mi pequeña ventana, despertándome de un largo y reparador sueño. Escucho ruidos de ollas provenientes de la cocina, lo cual me sorprende. Miro mi reloj de mesa y me doy cuenta de la hora.

¡Son las cuatro de la tarde!

Bueno, era de esperarse después de haber llegado casi a las cinco de la mañana. Parece que he dormido bastante.

Dado que es domingo, estiro todos mis músculos y dejo la pereza a un lado. Me levanto para realizar mis actividades matutinas en el baño. Después de lavarme los dientes y arreglar un poco mi aspecto, salgo de mi habitación y veo a Lisbeth cocinando. Le sonrío al acercarme al mostrador.

- ¿Qué estás preparando? - pregunto, observando la nevera junto a ella.

- Todavía no estoy segura. ¿Qué sugieres? - responde, explorando las opciones.

- ¡Pasta! Con tu mezcla especial de albahaca y carne en salsa - sugiero, relamiéndome los labios. Mi estomago ruge.

- Entonces, hagámoslo. ¿Cómo te fue? - me pregunta, interesada.

- Nada fuera de lo común. Cenamos con las chicas y luego fuimos a una discoteca llamada Bembe en Nueva York - comento mientras me lavo las manos, sin mirarla.

- Estuviste por allá - responde sorprendida. Desde que llegamos a la ciudad, nunca habíamos cruzado al otro lado, así que era algo inusual para ambas.

- Sí, en Nueva York fue todo. Pero lo más... ¿cómo decirlo? ¿Inesperado? Fue encontrarme con mi jefe.

Lisbeth deja caer una cuchara en el fregadero con un sonido metálico mientras me mira con los ojos entrecerrados.

- ¿Tu jefe? ¿Qué hacía tu jefe en Nueva York? - pregunta con curiosidad mientras sigue revolviendo los ingredientes en la sartén.

- Según como me conto era una despedida o algo así, pero ese fue el motivo la cual me lo encontré en el bar. Por último, me echó su vaso de whisky encima por accidente, cuando me dirigía al baño. Luego, cuando salí un rato del bar, también me lo encontré. Me trajo hasta aquí después de dejar a las chicas en el coche para que fueran a sus casas - explico, tratando de no revelar demasiados detalles.

Lisbeth asiente lentamente, procesando la información mientras termina de cocinar la pasta con salsa de albahaca y carne en aceite. El delicioso aroma llena la cocina, haciendo que mi estómago gruña de hambre.

- Le gustas – dice de la nada con la sonrisa del gato de Alicia en el país de las maravillas.

- Oh, no digas tonterías, Lisbeth - la miro con el ceño fruncido.

- ¿Por qué no? - se encoge de hombros - eres hermosa, Janine...

- Sí, Janine, espero que no se te escape ese nombre en cualquier momento - cambio de tema - ¿qué necesitas exactamente? - Caminando hacia la refrigeradora como si buscar los ingredientes fuera lo más interesante, Lisbeth continúa insistiendo:

- No cambies de tema – dice mirándome, trato de no verla – saca el zumo de naranja – habla bufando - Bueno, al menos no fue un encuentro incómodo, ¿verdad? - comenta con una sonrisa, sirviendo la pasta en dos platos y llevándolos a la mesa.

- Para nada – respondo

Nos sentamos a comer juntas, disfrutando del delicioso almuerzo mientras continuamos hablando de nuestra semana y de otros temas cotidianos. A medida que la conversación fluye, me siento más relajada, dejando atrás la preocupación por el encuentro con mi jefe.

Después del almuerzo, nos relajamos en el sofá con tazas de té caliente, compartiendo anécdotas y risas. El sol sigue brillando a través de la ventana, creando una atmósfera cálida y acogedora en nuestro pequeño apartamento.

- ¿Y qué harás esta tarde? - pregunta Lisbeth, curiosa.

- Creo que solo quiero descansar un poco más. Tal vez leer un libro o ver una película - respondo, disfrutando del ambiente tranquilo después de la agitada noche anterior.

Lisbeth asiente, y juntas decidimos pasar una tarde tranquila en casa, disfrutando de la compañía mutua y de la paz del domingo.



Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora