Al llegar a casa, dejo mis cosas en la entrada y me dirijo directamente a la habitación. Miro mi reflejo en el espejo, tratando de reconocer a la persona que me devuelve la mirada. Soy yo, pero al mismo tiempo, siento que estoy viendo a alguien más. Alguien que está a punto de dar un salto al vacío, sin saber qué la espera al otro lado.
Me doy una ducha rápida, tratando de despejar mi mente. El agua caliente relaja mis músculos, pero no mi mente. Salgo de la ducha, me pongo el pijama y me meto en la cama. Pero aunque estoy cansada, el sueño no llega fácilmente. Los pensamientos sobre Azael, la boda, y lo que todo esto significa siguen dando vueltas en mi cabeza.
Finalmente, el cansancio me vence, y poco a poco me quedo dormida, con la esperanza de que mañana me traiga respuestas a todas las preguntas que ahora me atormentan.
Al día siguiente, me despierto con una mezcla de ansiedad y emoción. Es el último día antes de la boda, y aunque he intentado mantener la calma, la realidad de lo que está por venir es ineludible. Me tomo un momento para estirarme en la cama, disfrutando de los últimos instantes de tranquilidad antes de enfrentarme a un día que promete ser agitado.
Después de una ducha rápida, me visto con ropa cómoda y ligera. Sé que hoy estaré corriendo de un lado a otro, asegurándome de que todos los detalles estén en su lugar. Decido no ponerme el vestido verde aún; guardaré ese momento para más tarde, cuando me encuentre con Azael.
Salgo de mi apartamento y me dirijo al coche que ya me espera. Durante el trayecto, reviso mentalmente la lista de tareas: confirmar con el florista, verificar el menú con el catering, repasar los detalles con el organizador de la boda, y un sinfín de pequeñas cosas que, aunque parezcan insignificantes, son cruciales para que todo salga perfecto.
Llego a la residencia de Azael, donde se llevará a cabo la boda. La mansión está en un ajetreo constante, con empleados y proveedores moviéndose por todos lados, preparando cada rincón para el gran día. Apenas tengo tiempo para saludar antes de sumergirme en las tareas que me esperan.
Pasada la mañana, decido tomar un breve descanso en uno de los salones menos concurridos. Mientras me siento en un sillón junto a una ventana, pienso en cómo todo ha cambiado desde que acepté este acuerdo con Azael. Al principio, lo vi como una simple transacción: ambos obtendrían lo que necesitaban. Pero ahora, las líneas entre lo que es real y lo que es parte del acuerdo se han vuelto borrosas.
En ese momento, escucho un golpe suave en la puerta. Levanto la vista y veo a Natalia entrando, con su característico aire despreocupado y una sonrisa en los labios.
—¿Cómo va todo? —me pregunta mientras se acerca.
—Bien, creo. Es mucho más trabajo del que imaginaba, pero todo parece estar bajo control —respondo, intentando sonar tranquila.
Natalia se sienta a mi lado, observándome por un momento antes de hablar.
—Sabes, siempre pensé que todo esto del matrimonio era solo un negocio para ustedes. Pero últimamente, he visto algo diferente en ti, en ambos en realidad.
Sus palabras me toman por sorpresa. Durante mucho tiempo, había convencido a todos, incluida a mí misma, de que esto no era más que un acuerdo. Pero ahora, escuchar a alguien más reconocer que las cosas han cambiado me hace cuestionar lo que realmente siento.
—No sé qué decirte, Natalia. Es complicado —admito, mirando mis manos entrelazadas en mi regazo.
—Lo entiendo. Solo te diré una cosa: haz lo que te haga feliz. No importa lo que los demás piensen o esperen. Es tu vida, Janine —dice, dándome un apretón en el brazo antes de levantarse.
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Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de Hierro
RomanceApril Anderson es una joven dulce, humilde y extrovertida que, a lo largo de los años, ha enfrentado experiencias desgarradoras que ninguna mujer debería soportar. A pesar de los desafíos, su espíritu resiliente y su corazón amable la mantienen en p...