Me levanto al sonido odioso de la alarma, molesta porque apenas pude dormir durante la noche. Las malditas pesadillas no me dejaron descansar completamente. Bostezo con irritación y salgo de mi hermosa y calentita cama hacia el baño para hacer todas mis necesidades. Luego, me doy una ducha para quitarme todo el sueño posible. Salgo con una toalla en el cabello y otra en mi cuerpo.
Voy hacia mi armario y saco lo primero que veo: unos jeans completamente negros, una blusa corte en V color piel, y mi blazer blanco. Encuentro unos botines marrones y me hago una coleta con mi cabello. En mi bolso meto todo lo que necesito para el trabajo, echando una mirada al cuarto de Lisbeth, quien aún sigue descansando. Salgo del apartamento, tomo el ascensor y saludo al portero antes de llegar a la esquina de mi edificio, donde alzo la mano llamando a un taxi.
Le indico al taxista la dirección de la empresa, suspiro y saco mi celular para revisar unos mensajes del grupo de trabajo en WhatsApp. Guardo el celular cuando el taxista me indica que ya hemos llegado. Saludo a Peter, el nuevo guardia de la entrada, y a algunos compañeros de trabajo antes de entrar al elevador y marcar mi piso junto a otras personas.
Subiendo mientras escucho la música de fondo, salgo del elevador y saludo a Gabriela, quien está hablando por teléfono. Camino hacia mi oficina, lo cual aún suena raro decirlo. Dejo mis cosas en los pequeños ganchos que coloqué y me centro en el trabajo. Aún tengo algunos asuntos que resolver antes de la junta imprevista del mes.
Las horas pasan y ahora me encuentro caminando hacia la sala de juntas, arreglando mi aspecto. Llevo el cabello en una coleta bien amarrada y maquillo un poco mi rostro para darle naturalidad. Recojo mis documentos y saludo a algunos colegas de diferentes funciones de la empresa antes de ocupar el primer puesto disponible en la mesa directiva.
Esperamos unos minutos hasta que llegan nuestro jefe y mi ex jefe. Reviso mis documentos nuevamente por si se me han olvidado, pero aparto la vista cuando todos se ponen de pie y saludan al señor Britt. Yo hago lo mismo hasta que él se sienta y nosotros hacemos lo propio.
La junta transcurre por estadísticas, uso de materiales de construcción, sobre los empleados y mis contratos en espera.
- Señorita Dávila, aún no he recibido los documentos de las cifras de ganancias por los proyectos de septiembre y noviembre.
- Se los envié hace una semana – contradigo -pero por si se extraviaron, tengo una copia - Digo esto con semblante serio mientras entrego los documentos al secretario de finanzas, quien frunce el ceño. Le sonrío de lado.
Toma, maldito.
- Evaluemos cada uno de los contratos olvidados que llegaron entre septiembre y noviembre. La mayoría podrían ser beneficiosos para nuestra publicidad - digo, ahora mirando a mi jefe, quien no ha apartado la mirada desde que comenzó la junta. Me comporto como una verdadera profesional.
- Está bien, revisaré eso esta tarde. Necesito las estadísticas y los gastos - responde él. Asiento y tomo notas en mi libreta para no olvidarlo.
- ¿Hay algo más que quieran comunicar? - pregunta el señor Velazco.
Todo el personal niega con la cabeza.
- Doy por terminada la junta - asentimos cuando el señor Britt se levanta y sale con toda su elegancia posible.
Me despido de mis colegas y camino hacia mi oficina para revisar algunos documentos antes de salir a almorzar con las chicas. Me apresuro, pero como siempre, soy torpe y vuelvo a caerme. Cierro los ojos esperando el impacto en mis rodillas, pero nada sucede. Abro los ojos lentamente y me encuentro en los brazos del señor Britt. Suspiro de vergüenza y me levanto, mirando sus ojos oscuros, fríos, dulces, calculadores y sobre todo serios.
Tenga más cuidado, señorita Dávila - dice a pocos centímetros de mi rostro.
- Gracias, señor Britt Lo tendré en cuenta -tartamudeo, él asiente con las manos en los bolsillos - Que tenga un buen día - logro decir antes de salir caminando o corriendo.
- Janine -llama, más rápido que un resorte.
- Sí, señor Britt - me giro sobre mi propio eje para encararlo.
- Vamos a su oficina. Tengo algo que decirle - dice mientras camina hacia mí, o más bien hacia mi oficina. Asiento en silencio y lo sigo, ingresando mi tarjeta de entrada para revelar mi nuevo espacio de trabajo.
- Se aproxima la Navidad y necesito tu ayuda - dice Azael, entrando a mi pequeña oficina.
- ¿En qué puedo ayudar? -lo miro como una profesional, dejando algunos papeles que llevé a la junta sobre la mesa.
- Encárgate de la fiesta de Navidad de este año - anuncia de repente. Me quedo atónita. - Aunque yo no asista, siempre hago algo por mis empleados - Coloca sus manos en los bolsillos.
- ¿Está seguro? Soy nueva en la empresa, no sé si soy la más adecuada para... -intento objetar.
- Confío en ti - me interrumpe con una sonrisa. Abre la chequera para cubrir todos los gastos de la fiesta y sale hacia la puerta.
- Señor Britt -lo detengo, mordiendo mi labio preocupado.
- Sí, ¿por qué no asiste? - pregunta, interesado.
- A la celebración - respondo, asintiendo -Porque no me gusta celebrar la Navidad -hago una mueca.
- Tienes tres semanas para organizar la fiesta - dice antes de salir por completo de la oficina.
Dios mío, esto va a ser interesante...
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Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de Hierro
RomanceApril Anderson es una joven dulce, humilde y extrovertida que, a lo largo de los años, ha enfrentado experiencias desgarradoras que ninguna mujer debería soportar. A pesar de los desafíos, su espíritu resiliente y su corazón amable la mantienen en p...