- ¿Quién será Sahmira? - me preguntó Erika, curiosa. No le respondí, solo me encogí de hombros.
Gabriela entró después de unos minutos.
- ¿Ha bebido algo? - preguntó.
- Nada, está hasta frío – respondí - ¿Conoces algún número para que lo lleven a casa?
- Sí, por supuesto, el de su chofer - asentí pensativa.
- Llámalo - le dije. - Dile que venga hacia acá.
Gabriela asintió y salió por el mismo lugar por donde había entrado. Me levanté, dejando la taza de café en la mesita de centro, y caminé hacia el baño. Lavé mis manos mientras sentía una opresión en el pecho.
¿Me dolía?
No creo... bueno, un poco. La duda comenzaba a perseguirme.
- ¿Cómo podemos sacarlo sin que nadie lo vea? - preguntó Erika.
- No tengo ni la menor idea, apenas llevo unos meses aquí - me encogí de hombros, indicando mi desconocimiento en caso de emergencia.
- Bendito Jesús - suspiró Gabriela. - Trata de hacer que se levante.
- Se me ocurrió una idea, quédate aquí - sonrió malévola y caminó hacia el baño. Tomó la cubeta y la llenó de agua, sabiendo que podría arrepentirse después, pero necesitaban una manera de salir del edificio. Regresó donde estaban. Erika abrió los ojos sorprendida.
- No te atreverías... - no terminó su frase antes de ver cómo le lanzaba toda el agua a Azael, mi querido ¿jefe? ¿O próximo prometido? Como sea que quisiera llamarlo.
- Claro que sí - rodé los ojos al ver que mi plan no causó ni el menor efecto. - Parece un oso mojado, qué desastre - me rasqué la nuca frustrada.
- ¿Y si llamamos al señor Velazco?
- Por qué no lo pensé antes - me di una palmada mental. - Anda, mientras intento salvar este café cargado - Gabriela asintió y salió corriendo. - Vamos, Azael - murmuré mordiéndome el labio inferior.
Menos de quince minutos después, el señor Velazco llegó, regañándonos por haberlo mojado.
Nos ayudó a levantarlo y llevarlo por la puerta de emergencia. Hicimos lo que pudimos para ayudarlo; su auto y su chofer esperaban detrás del edificio.
¿Por qué tanto problema?
La prensa.
Azael Britt era uno de los empresarios más codiciados, rodeado de mujeres y enemigos.
Un escándalo como este sería una catástrofe...
"Escándalo: Azael Britt, Dueño de Britt Companies and Exports, en Estado de Ebriedad"
"Azael Britt, Empresario de Éxito, Pillado en Escandalosa Noche de Ebriedad"
"Azael Britt, Multimillonario en Apuros: Captado Borracho en Público"
"El Lamentable Incidente de Azael Britt: Empresario de Renombre en Problemas por Ebriedad"
"Azael Britt en el Ojo del Huracán: Empresario Ebrio en Polémico Escándalo"
Demasiados titulares negativos se me vinieron a la mente, así que los alejé. Suspiré cuando lo vi partir en su auto. Erika intentó contener la risa; fue una adrenalina que nos vieran así.
- Esto no ha pasado - nos advirtió el señor Velazco antes de desaparecer de nuestra vista. Gabriela y Erika no podían dejar de reír. Mordí mi labio para no unirme a ellas. Saqué el celular y llamé a Lisbeth; respondió en dos tonos.
- ¿Dónde estás? - pregunté.
- Hablando con el guardia - rodé los ojos.
- Estoy en cinco - y colgué. - Me tengo que ir, chicas. Avísenme si hay algún problema con la fiesta.
Ellas asintieron, aun riéndose.
Rodé los ojos divertida y caminé hacia la puerta principal, saludando a algunos compañeros de trabajo hasta que vi a Lisbeth. La llamé y ella se volteó hacia mí, caminando a mi encuentro.
- ¿Todo bien? - pregunté divertida.
- ¿Yo, coquetear con el guardia? ¡Para nada!
- Claro, claro - me reí, tomé su brazo y salimos a caminar por las calles de Nueva York.
Flashback
- Estamos reunidos por el eterno descanso de April Elena Andersson, que en vida fue una persona alegre, creyente en la palabra, buena hija y esposa, aunque no tuvo la posibilidad ni el tiempo, creo yo, de ser buena madre - los llantos de mi madre llenan la iglesia.
Siento cómo mi cuerpo se estremece, un nudo en el estómago se hace presente. A lo lejos, visualizo a mi viudo esposo ¿llorando?, junto a su madre Alejandra y su hermano Alexis.
- Cuando dicen que la muerte llena de hipocresía, ahora lo veo y lo compruebo.
- En mi "no muerte", hay cientos de personas llorando y otras chismoseando - Saco esos pensamientos de mi cabeza al ver el ataúd pasar frente a mí, cargado por hombres que JAMÁS había visto.
Me quedo estática, presa del aroma de mi madre. No la miro, no giro mi cabeza, solo escucho su llanto lleno de dolor. Sé que Dios me castigará en cualquier momento, en mi nueva vida.
Me levanto después de que la iglesia queda vacía, salgo hacia el pequeño auto de un amigo de Lisbeth, conduzco hacia el cementerio, viendo cómo la gente camina hacia allá con pañuelos sobre la nariz. Estaciono el auto, tratando de controlar mis nervios.
Me quedo a lo lejos, observando cómo poco a poco las personas llegan para enterrar mi "cuerpo". Intento controlar mi respiración. Los gritos de mamá me aturden. Mis piernas son como gelatina, me sostengo de un árbol para no caer. Mi familia llora la pérdida y lo más impresionante es la seriedad de Víctor ante la muerte de su "esposa". Arroja tierra sobre mi ataúd, poniendo fin a April Andersson. "DESCANSA EN PAZ" es lo único que logro entender de sus labios.
Después del funeral, regresé a casa con una sensación de vacío que parecía abrumador. Mis pensamientos se agolpaban en mi mente, intentando procesar todo lo que había visto y sentido. Era como si estuviera en un limbo entre dos mundos: el pasado, donde aún estaba viva, y el presente, donde solo existía como un espectro invisible para todos.
Fin del flashback.
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Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de Hierro
RomanceApril Anderson es una joven dulce, humilde y extrovertida que, a lo largo de los años, ha enfrentado experiencias desgarradoras que ninguna mujer debería soportar. A pesar de los desafíos, su espíritu resiliente y su corazón amable la mantienen en p...