CAPITULO 26

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- ¡¿Qué harás tú?! - grita Natalia, visiblemente sorprendida.

- Sí -respondo tranquilamente, mirando mi zumo de naranja.

- ¡Wow, eso es genial! - exclama Erika emocionada. -¡Fiesta, fiesta!.

- Es una responsabilidad enorme, querida - advierte Gabriela - Te lo digo por experiencia propia -Asiento con una mueca.

- Ni me lo digas - me tapo los oídos -No sé qué hacer, necesito su ayuda - les suplico.

- No lo dudes ni por un segundo -responden las chicas al unísono, y reímos. La hora del almuerzo pasa entre risas, lo cual ayuda a alejar un poco mi preocupación por la fiesta de Navidad.

Después de comer, regreso directamente a mi oficina y pongo música de fondo para mantener el ambiente animado mientras me concentro en el trabajo. Reviso algunas maquetas y me sumerjo en mis tareas.

Ha pasado una semana desde que me encargaron la organización de la fiesta navideña y, sinceramente, no tengo ni idea de por dónde empezar. Busco algunas ideas en internet cuando escucho golpes en la puerta.

Erika entra con su típica sonrisa.

- Hola Janine - me saluda apenas llega donde me encuentro.

- Hola Erika, ¿tienes lo que te pedí? - la miro esperanzada.

- Obvio que si - me sonríe de lado -nunca fallo en mis trabajos - me guiña el ojo.

- Así me gusta - le respondo igual – veamos -miro la lista de cosas que necesito para la fiesta, "alfombra roja, adornos navideños, centro de mesas (flores, muñecos), banda musical, sillas, mesas, fuente de chocolate negro y blanco...- la miro asombrada -son tantas cosas - susurro.

- Y eso que falta - me coloca una mueca.

- ¿En serio? digo impactada, ella asiente - no te preocupes, haré unas llamadas. Solo necesitamos el lugar, el resto es pan comido - me asegura con una sonrisa. Ruedo los ojos frustrada.

- Tengo que preguntarle a Gabriela- coloco mi lápiz dentro de la comisura del labio mirando la lista.

- Perfecto, ocúpate de eso, después podemos mirar cuánto espacio necesitamos para todas estas cosas- asiente Erika - le pediré permiso al señor Britt para realizar esto lo más pronto posible. No he dormido en días - me levanto de mi asiento al igual que Erika, saliendo de la oficina.

- Suerte, estaré en mi puesto si me necesitas - me dice Erika antes de partir. Camino hacia el puesto de Gabriela, la saludo entre señas mientras ella habla por el celular. Espero a que termine la llamada y unos minutos después se despide y me sonríe disculpándose. Estaba a punto de preguntarle algo cuando soy interrumpida por una guapísima chica con un vestido rojo de vuelo, cabello rubio hasta los hombros y pecas, que se encuentra a mi lado.

- Azael se encuentra en su oficina - dice toda altanera y soberbia, olviden lo guapísima que dije hace un momento.

- Sí, señora Gómez - responde Gabriela con una sonrisa forzada, frunciendo el ceño.

- Señorita - dice entre dientes - ¿cuántas veces tengo que repetírtelo? No sé por qué mi Azael te sigue dando empleo si eres una buena para nada - dice antes de caminar hacia la oficina del jefe.

Me muerdo la lengua antes de responderle.

- A usted no le enseñaron modales sobre cómo tratar a las personas - alzo la voz para que me escuche.

Ella se gira y me encara.

- Y a ti no te enseñaron a no meterte en donde no te llaman - me observa frunciendo el ceño -mejor mantente callada y sigue trabajando, que para eso te estamos pagando.

Me carcajeo - ¿usted me está pagando? ¿Es dueña de algún porcentaje de este lugar?

- Déjala por favor, no te metas en líos - Gabriela me susurra cuando llega a mi lado.

- No soy dueña, pero pronto lo seré - camina hacia mí -y tenlo por seguro que estarás en la lista de despedidos- me sonríe de lado.

- ¿Qué está sucediendo aquí? -dice Azael, haciéndonos brincar del susto.

- Suegro - grita la mujer hacia el señor que se encuentra al lado de mi jefe.

Como dos gotas de agua.

- Señorita Dávila - me saca de mis pensamientos.

- Dígame, señor Britt - le respondo profesionalmente.

- ¿Qué está sucediendo aquí? - vuelve a repetir. Abro la boca para decirle toda la verdad, pero soy interrumpida por mi nueva y gratuita enemiga.

- Tu empleada me preguntaba dónde compré este vestido, mi amor - coloca su mano sobre su pecho - nada fuera de lo normal.

- ¿Segura? - pregunta Azael, sin quitar la mirada seria de mí.

- Claro, señor Britt, y justamente aprovechando el momento, quería preguntarle algo - asiente dándome a entender que prosiga -quería saber si me ayudaría con algunas horas de permiso para organizar la fiesta navideña.

- No te preocupes por eso, tienes el permiso, pero no te puedes despreocupar de tus obligaciones - la ahora "fea" me mira asombrada al igual que el señor al lado - hasta entonces - camina hacia su oficina con toda la elegancia que siempre lleva, dejando el lugar impregnado con su perfume, con las dos personas que estaban aquí.

- Eso fue intenso - me mira pálida.

- Más que intenso - digo, dándole palmaditas en las mejillas para devolverle el color rosado -ayúdame con algunos lugares de eventos - asiente y comenzamos a revisar algunas opciones.

[**]

Los rayos de sol que entran por mi ventana fastidian mi sueño. Frustrada, me levanto de mi cómoda cama y lavo mi rostro con abundante agua. Estos tres días han sido agotadores, de cortinas a bufet. Doy gracias a mis amigas por su ayuda, casi tengo todo listo. El lunes entregaré por área las invitaciones y escogeré la banda, terminando esta agotadora responsabilidad.

Salgo de mi habitación llena de cansancio y me estiro mientras camino. Veo a Lisbeth preparando el desayuno y mi estómago ruge de hambre.

- Quiero... - hago un puchero, sentándome en la silla del mesón.

- ¿Quieres jugo de mango? - me pregunta sin verme.

- Sí - aplaudo.

- Toma, hambrienta - me sonríe.

- No es culpa - me encojo de hombros. - ¿Estás de buen humor? - entrecierro los ojos.

- Conseguí trabajo en la Universidad de Columbia - grita emocionada, y obviamente, la sigo emocionada.

- -Eso es impresiónate Lisbeth, sabía que esos idiotas te contratarían - digo sin dejarla de abrazarla – hay que celebrar

- ¿Esta noche?

- Tu qué crees – le sonrió de lado 

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora