CAPÍTULO 79

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- Ya estamos aquí, Natalia. Cuéntanos, a Gabriela se lo contará después; el jefe la tiene de un lugar a otro – dice Erika mientras toma un vaso de agua. Sonríe al saber que lo que dice es verdad.

- ¡Me caso en dos semanas! – exclama Natalia con entusiasmo. Sonríe mientras lo dice, pero luego añade un suspiro. – Pero este fin de semana llegará la mamá de Igor.

- ¿No sabes qué usar? – pregunto.

- Aparte de eso, ¿cómo debo actuar? – me responde con nerviosismo - Chicas, él tiene dinero, yo soy de clase baja –Natalia lo dice con pesar, agarrándose el rostro.

- Aunque tenga miles de dólares, eso no lo convierte en un ser supremo ante ti, Nati. Sé tú misma en todas las circunstancias. A quien debes deslumbrar es a Igor, no a su madre – le aconsejo.

- Janine tiene razón – confirma Erika.

– solo no quiero entra en pánico, además debo hacer miles de cosas - susurra nerviosa

- Entregar la carta de renuncia al departamento de recursos humanos – dice Erika.

- Eso también – dice Natalia, suspirando y agarrándose el cabello.

- Relájate – le digo, tomándola de los hombros. – Te ayudaremos. Tú enfócate en tu boda y nosotras nos ocuparemos de la empresa – le guiño un ojo.

- ¡Gracias! No saben cuánto las quiero – dice Natalia, abrazándonos. Justo en ese momento, escuchamos una voz familiar.

- Janine, es hora de irnos – dice Azael. Asiento mientras veo que él tiene mi bolso en las manos. Sonrío por su atención. – Felicidades por tu compromiso, señorita Martínez.

- Gracias, señor Britt. Qué considerado de su parte – le responde Natalia con una sonrisa.

- Mañana ven a las 10 de la mañana. Haz de cuenta que renuncias al trabajo hoy mismo. Llamaré al encargado de recursos humanos y me encargaré de todo el papeleo – me miran sorprendidas, luego a Azael, esperando su confirmación. Azael solo asiente.

- No tengo problema con ello – sonríe mirándome - Janine, debemos ir a casa – dice Azael. Asiento, me despido de cada una de las chicas mientras Azael me espera con las manos en los bolsillos. – Toda una jefa en marcha – bromea.

- A veces me sale lo autoritaria – le guiño el ojo mientras subo al auto. Saludo a Taylor, quien está al volante, mientras Azael habla por teléfono. Yo miro tranquilamente el paisaje mientras recorremos las calles.

Al llegar a casa, mi cuerpo anhela una ducha relajante. Ha sido un día productivo. Bajo del auto, despidiéndome, y camino hacia la entrada, dejando a Azael un poco molesto detrás de mí. Subo a nuestra habitación, me descalzo y suspirando de alivio, me doy cuenta de que mis pies están hinchados.

Recuerdo que debo llamar al departamento de recursos humanos. Busco mi móvil en mi bolso, lo saco y busco el contacto adecuado. Hago la llamada y, tras unos tonos de espera, responde la voz familiar.

Llamada entrante

- Hola, buenas noches, señora Britt. ¿En qué puedo ayudarla?

- Hola, buenas noches, señor Araoz. Mañana por la mañana entregaré una carta de renuncia en nombre de la señorita Martínez y me encargaré de buscar personal para su área.

- Señora Britt, eso suele tomar tiempo – responde en tono profesional.

- A eso voy, señor Araoz. Con el permiso del señor Britt, quien ha accedido, necesito que se asegure de que no haya tiempo de espera para capacitar a la nueva persona que ocupará el puesto vacante.

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora