CAPITULO 28

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FLASHBACK

- ¡Muy buenas noches y bienvenidos a esta gala, donde celebramos otro exitoso año de nuestra prestigiosa empresa y honramos especialmente al empleado destacado de los últimos meses! - anunció el presentador, llenando el espacio con elegancia y formalidad. El salón rebosaba de esmóquines y vestidos de gala, un ambiente de celebración palpable.

Mi esposo Víctor y yo nos dirigimos hacia una mesa desocupada, aprovechando la multitud concentrada en el frente, lo que nos permitía pasar sin obstáculos. Mientras él saludaba a algunos compañeros de trabajo, yo permanecía en silencio, absorbida por sus conversaciones laborales. Acomodé mi vestido negro de pedrería, ceñido al cuerpo, al sentarme. El presentador continuaba detallando los planes para la velada, cuando noté la llegada de mi mejor amiga Alaska. Le sonreí y señalé un asiento vacío, una invitación que ella captó al instante, uniéndose a nosotros con un saludo cordial.

- ¿Quieren algo de beber? - preguntó Alaska mientras Víctor asentía pidiendo un whisky al barman cerca de la entrada. Sentí un escalofrío recorrerme; no me gustaba cuando Víctor bebía. Su violencia se intensificaba y ya me había golpeado, algo que nunca había revelado a mi familia ni a Alaska. Mis manos temblaban nerviosas; no sabía cómo manejar la situación sin que se enfureciera y me dejara tirada allí.

El tiempo pasaba y los vasos se acumulaban. Traté de mantener la calma, sabiendo que, si Víctor no conseguía el reconocimiento como empleado del mes o algo similar, se molestaría y bebería hasta perder el control. No hacía falta ser adivina para preverlo. Finalmente, Víctor agarró mi muñeca y prácticamente me arrastró fuera del lugar, ignorando los llamados de sus colegas para que se detuviera. Conducía demasiado rápido de regreso a casa, mis nervios en alerta máxima. Me aferré a los bordes del asiento, respirando profundamente para calmarme. Al llegar, azotó la puerta con furia como si fuera de plástico. Se quitó el saco con brusquedad y el miedo me invadió por completo.

- ¡APRIL! – Grita mi nombre, camino con demasiadas dudas, agarra nuevamente mi muñeca haciéndola doler, gimo de dolor

- Por favor suéltame Víctor, yo no tengo la culpa de nada – mis ojos comienzan a derramar lagrimas

- Tu nunca tienes la culpa – presiona más sus manos

- Duele – gimo del dolor.

- Eso gime, pero de placer – comienza a besar mi cuello, miro al techo asqueada, comienzo a retorcerme para que me suelte, pero es prácticamente imposible el nivel de fuerza era demasiado diferente, rompe mi vestido, sostén, interior – dejo que mis lágrimas salgan de impotencia- ¿Por qué lloras? Te doy asco – me lanza al piso.

Dolor.

- ¡DIME TE DOY ASCO! – me cachetea

- No – digo llorando – solo... que no me gusta que estés así de violento – tapo mi rostro

- Eso no lo decides tu – - lanza un puñetazo en mi costilla, ahogo un grito de dolor, quedándome sin aire – escucha perrita – agarra mi cabello – tú no puedes ni siquiera pensar o decirme que hacer ¡Entendiste!

- Si – susurro más para mí que para él.

- No te escucho – coloca su mano atrás de la oreja.

- Que si – alzo un poco la voz, tragando saliva.

- A mí no me grites – me vuelve a cachetear, toso – primera y última vez – me suelta levantándose, comienza a desabrocharse su ropa, comienzo a arrastrarme alejándome de él, pero es imposible agarra mis piernas y las abre de forma tosca, forcejeamos, pero su fuerza es mayor, me coloca enzima mío.

- No por favor Víctor – susurro mirándolo a los ojos – No

- Cállate– introduce su miembro dentro de mi vagina demasiado brusca, grito del dolor mis paredes vaginales, una y otra vez, lloro a mares tapa mi boca, haciendo sus embestidas más groseras, y poco delicadas.

FIN DEL FLASHBACK

- Janine - me saca de mis pensamientos dolorosos.

- ¿Sí? - La miro un poco desorientada.

- ¿Me estás escuchando? - Natalia me mira fijamente haciendo un puchero.

- Realmente no, lo siento - Tomo sus manos en son de disculpa.

Descuida, solo te estaba recordando que la banda ya está contratada, solo faltarían que nos lleguen entre hoy y mañana las invitaciones." Asiento anotando en la libreta que había comprado.

- Excelente - Le sonrío agradecida - Sin ustedes no lo podría haber hecho, muchísimas gracias.

- Lo sabemos, guapa - Me guiña el ojo - No te olvides, después del trabajo iremos a comprar los vestidos - Me señala mientras camina hacia la salida de mi oficina.

- Anotado - Le lanzo un beso. Cierra la puerta y suspiro mientras me doy vueltas en mi silla giratoria.

- ¿Cansada? - Habla, brinco del susto.

- Mierda - Me sobo la rodilla por el pequeño golpe que me di con el escritorio.

- Disculpa, Janine, ¿te lastimaste? - Corre hacia donde estoy.

- Solo fue un golpe pequeño, no te preocupes - Le quito sus manos restándole importancia.

- ¿Segura? - Se levanta un poco dudoso

- Que sí, Daniel. - Ruedo los ojos.

- ¿Qué haces aquí? - Pregunta el señor Britt, entrando de forma seria a Daniel. Se pone pálido, me dan ganas de reírme, pero me contengo.

- La señorita castro me envió a traerle estos papeles - Me los entrega. Leo un poco ya sabiendo de qué se tratan

- Gracias - Le sonrío incómoda.

- Con permiso, señor Britt, Janine - Asiento un poco apenada.

- ¿Son pareja? - Pregunta después que se fue Daniel.

- ¿Disculpe? - Digo confundida.

- Sí, somos pareja, Janine, por la forma en que toca sus piernas - Me habla de forma fría, mi piel se despeluca

- Creo que, con todo respeto, eso no es de tu incumbencia, señor Britt. Pero para que no haya malos entendidos, el señor Giannoli y yo no compartimos ninguna clase de relación que no sea estrictamente laboral – pauso para continuar - La pequeña escena que vio era solo porque me golpeé la rodilla y él simplemente me estaba ayudando, pero no pasó a mayores - Digo expeditivamente.

- De acuerdo, Así me gusta - Dice antes de salir, dejándome totalmente plasmada en mi lugar. Día de locos.

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora