CAPITULO 44

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- Aquí tienes un poco de café - sonrió Azael mientras me lo entregaba.

- Gracias - dije tomando la taza.

- No puedo creer que con 5 margaritas estés un 50 por ciento ebria - dijo sentándose a mi lado.

- ¡Hey! Detente, no soy como esas personas que ves todos los fines de semana en los bares de la ciudad o ¿te lo tengo que recordar? - rodé los ojos. - ¿Puedes poner algo de música? Sinceramente, no me gusta estar en silencio en casa ajena. - Azael asintió y se dirigió hacia un reproductor, conectó su celular y comenzó a sonar una melodía conocida.

Fruncí el ceño.

- No puedo creer que tengas en serio esa canción - me reí.

- Es agradable - se encogió de hombros.

- ¿Agradable? - reí más fuerte y comencé a cantarla junto a Azael.

- No sabes las ganas que tenía de hacer esto - me miró confundido, me tomó de la cintura y me besó. Me quedé estática, sin saber qué hacer. Poco a poco, mi cuerpo respondió a mi cerebro y correspondí el beso. Pero como todo no es de color rosa, la puerta se abrió y nos sobresaltamos al separarnos: era Andriel quien estaba en la puerta.

- Qué vergüenza - susurré más para mí misma mientras arreglaba un poco mi aspecto. Andriel nos miraba en silencio.

Azael le preguntó - ¿Podrías la próxima vez tocar? Podría ser que mi mujer se esté vistiendo y tú entres así de la nada.

- Lo lamento - dijo sarcástico - Tu madre piensa que soy su sirviente. La cena está servida, no demoren.

- Iremos pronto, no te preocupes. Podría cerrar la puerta - respondió azael antes de cerrarla que su padre la cierre se mantiene observándonos una vez más. "¿Algo más, padre?", le pregunto Azael, pero no respondió y simplemente cerró la puerta.

- Habla de educación, pero él es el primero en faltar el respeto a las reglas y a nuestra privacidad. ¿Ahora entiendes por qué no quería venir? Nos trata como si fuéramos sus peones, como niños pequeños que deben obedecerlo. Pero no es así, ya tengo la edad suficiente para hacer lo que me dé la gana.

- Tranquilízate, Azael - coloqué mis manos sobre su hombro.

- Hace todo esto para incomodarnos. Ahora nos abre la puerta sin tocar. ¿Qué hará mañana o en la cena? ¿Qué ridiculez sacará?

- Tú sabes que no le haremos caso – respondí para tranquilizarlo - Así que respira.

- Estoy tranquilo – suspiró - Arruinó todo el momento - sonrió.

- Bueno, supongo que sí - reí, contagiándolo.

- Me gustas de verdad, Janine - me miró fijamente. - No sé qué has hecho con el frío Azael de hace un par de meses.

- Creo que siento lo mismo, pero esto es una farsa que podría terminar en cualquier momento y lo sabes. Así que concentrémonos en eso. Eso es lo que hay que hacer. Y si en el futuro pasa algo más profundo, pues que pase. Pero tenemos que recordar que esto es realmente una mentira y que a veces las mentiras se descubren.

- Claro - aclaró su voz. - ¿Vamos a cenar? - cambió de tema.

- Sí, no tengo problema. Podrías adelantarte, necesito ir al baño.

- Te espero en las escaleras - dijo, colocándose las manos en los bolsillos antes de salir. Suspiré, tratando de respirar. Me faltaba el aire. ¿Qué fue eso? Entré al baño, mojé un poco mi rostro y arreglé mi aspecto, tratando de prepararme mentalmente. Esto cambiaba todo.

Apagué las luces de la habitación y salí, caminando lo más despacio posible. Mis piernas temblaban del miedo, la falta de confianza y sobre todo del papel que tenía que desempeñar. Mi corazón latía con fuerza. Bajé las escaleras despacio, viendo a Azael recostado con su celular. Al parecer escuchó mis pasos, levantó la mirada, apagó su celular y me extendió la mano. No tan segura como antes, pero sabía que debía tomarla. Entramos al gran comedor rústico, donde Aurora nos recibió con una sonrisa acogedora. Azael me abrió la silla, gesto que agradecí, y tomé asiento. Comenzamos a hablar de la fiesta de fin de año del día siguiente y de todos los preparativos. Además, me informaron que tenía una cita obligatoria para un día de chicas, algo que literalmente detestaba por mi falta de amor por las compras. Mi querido futuro falso esposo se apiadó de mí y preparó mi maleta con ropa adecuada para la ocasión.

- Estoy de acuerdo, cariño - dije encogiéndome de hombros, sonriendo.

- Menos de 12 horas desde que llegamos y ya quieren secuestrar a mi prometida - bromeó Azael.

- Deja el drama, hermanito - reímos juntos. - Seremos chicas - sonó el timbre.

- Eso debe ser... – dice mariana levantándose a toda prisa.

Miro confundida a Azael, quien susurra en mi oído: " el infaltable de la familia Britt" Niego con la cabeza, sonriendo, entendiendo a quién se refería. Me besa en la mejilla, dejándome en shock.

- Busquen un motel- dijo jaydeen, haciendo reír a los chicos y dejándome morir de vergüenza.

- ¡Jaydeen! - salió alterada la señora Raizad, mientras todos reíamos, menos el señor Andriel.

- Disculpen la tardanza - dice la persona que jamás pensé volver a ver de la familia de mi ex esposo.

- Cielo, te presentaré a la prometida de mi hermano, se llama Jani... - la interrumpe.

- ¡April! - empalidezco. - ¡Esto es imposible! - habla el hermano de Víctor. Toda la mesa queda en silencio.

Forzó una sonrisa.

- ¿Disculpa? ¿Te conozco? – la miro confundida o según yo.

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora