CAPITULO 24

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En Londres eran las 9 de la noche y decidí aprovechar mi última noche en esta hermosa ciudad. Rápidamente tomé lo primero que encontré en mi maleta y mi abrigo, salí de la habitación y caminé hacia la salida del hotel.

Recorrer un poco de Londres no sucede todos los días, así que decidí detener un taxi directo hacia el London Eye. Después de un largo recorrido que me dejó más maravillada de lo que llegué, sin duda Londres de noche tiene su encanto. Pagué la tarifa del taxi y me bajé, caminando hacia la atracción.

Pagué la entrada para subir a la rueda gigante y me uní a un grupo de gente que estaba detrás de mí. La cápsula se cerró y comenzó a subir lentamente. Mi estómago se revolvía un poco por los nervios de las alturas, así que cerré los ojos para tranquilizarme.

Saqué mi teléfono y me tomé una linda selfie que envié a Lisbeth. Grabé algunos videos para WhatsApp y los subí como estado. Cuando la rueda terminó, sonreí maravillada por la vista que había tenido.

– ¡Ay! – mis manos tocan el suelo y mis rodillas rebotan contra el pavimento. Me he tropezado, ¡qué vergüenza! Me levanto rápidamente tratando de hacerme la loca, como si hubiera encontrado cinco centavos.

– ¿Se encuentra bien? – me pregunta una anciana que se parece a mi antigua amiga Aurora. Espero que esté bien esa viejita tan guapa.

– Sí, gracias – le sonrío cálidamente y ella sigue caminando.

Sigo adelante como si nada, pero en realidad me duele la rodilla. Paso por algunas tiendas y encuentro algunos puestos de artesanía. Compro un llavero que dice "Love of London" y una camiseta con el mismo diseño. Pago lo que me indican y continúo recorriendo el lugar. Me acerco a una cafetería y pido un cappuccino con crema. Me siento en uno de los bancos disponibles y suspiro.

Flashback.

– La debiste haber amado mucho – digo sin pensar, rodando los ojos – lo siento, ahora soy yo quien pide disculpas. Recién nos conocemos y no debí preguntarte eso... Soy muy curiosa – hago un gesto con la mano.

– Sí, la amé mucho. Fue culpa mía que termináramos – sonríe cabizbajo, dolorido – Me mudé a Londres y perdimos contacto desde entonces, hasta su muerte... y ahora que ya no está con nosotros – asiento con comprensión.

Fin del flashback.

- Todo hubiera sido diferente – susurro limpiando mis lágrimas. Quién sabe si haber continuado con esa relación habría cambiado todo en mi vida. Quizás no habrían ocurrido esas cosas... Pero por mi estupidez, las cosas son como son.

Me levanto después de terminar mi café y camino sin rumbo fijo, dejándome guiar por la iluminación de las calles ahora más concurridas que hace unas horas. Decido dirigirme hacia el Tower Bridge, tomo un taxi y le indico al conductor la dirección. En español, Puente de la Torre. El viaje es realmente corto; si hubiera sabido que estaba tan cerca, habría caminado.

Contemplo maravillada el lugar. Sin duda, la vista es impresionante: las luces de los faroles, los autos. Será una imagen que guardaré en mi memoria hasta la próxima vez que visite, lo cual, claro está, será dentro de mucho tiempo.

 Será una imagen que guardaré en mi memoria hasta la próxima vez que visite, lo cual, claro está, será dentro de mucho tiempo

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Me levanto después de terminar mi café y camino sin rumbo fijo, dejándome guiar por la iluminación de las calles ahora más concurridas que hace unas horas. Decido dirigirme hacia el Tower Bridge, tomo un taxi y le indico al conductor la dirección. En español, Puente de la Torre. El viaje es realmente corto; si hubiera sabido que estaba tan cerca, habría caminado.

Contemplo maravillada el lugar. Sin duda, la vista es impresionante: las luces de los faroles, los autos. Será una imagen que guardaré en mi memoria hasta la próxima vez que visite, lo cual, claro está, será dentro de mucho tiempo.

Abro los ojos como platos al mirar el reloj en mi mano izquierda. El tiempo ha pasado tan rápido que ni me he dado cuenta. Incluso la gente que camina a mi alrededor hace que parezca mucho más temprano de lo que es.

Camino un par de calles y tomo otro taxi de regreso al hotel. Pago la tarifa y camino hacia el ascensor, saludando a algunos botones y personal del hotel que pasan a mi lado. Marco el número de mi piso y, al llegar a la puerta de la suite, ingreso la tarjeta y las luces se encienden, devolviéndome la hermosa imagen de horas atrás. Muy cool, lo admito.

Camino hacia mi habitación, me deshago de toda la ropa quedando solo en bragas. Cansada, abro la colcha de mi cama, me acuesto y cierro los ojos, dejando que Morfeo me arrastre a su mundo de sueños.

[**]

Los rayos del sol de Nueva York se reflejaban en la pequeña ventana del jet mientras aterrizábamos, luego de un incómodo viaje de 7 horas. Nos pusimos al día con algunos contratos que debemos finalizar en unos días. Me despido de las dos personas del carro después de que me dejaran en mi departamento y entro. Este viaje sin duda fue de locos. Primero, enterarme de uno de los secretos de Azael; segundo, encontrarme con mi amor del colegio, lo cual dejó un sabor amargo en la boca; tercero, la incómoda caída en pleno ojo ayer, eso nunca lo superaré.

Ingreso las llaves en mi departamento y entro en el silencio total. Sonrío, Lisbeth debe estar trabajando. Dejo las maletas en la puerta y camino hacia la cocina por un vaso de agua. Mientras lo bebo, suspiro.

- Qué cansancio - susurro para mí misma, caminando hacia el mueble y encendiendo la televisión. Cambio de canal hasta que veo que están dando un maratón de mi serie favorita, "The Vampire Diaries". Suspiro enamorado. ¡Me encantan los vampiros! Corro a la cocina buscando algo de comer, encuentro palomitas y las meto en el microondas, dejando que se hagan mientras busco algo de bebida en la refrigeradora. Elijo una Coca-Cola y junto con las palomitas, paso el resto de la tarde viendo televisión.

Después que mi corazón se derrita de amor, pego un brinco del susto cuando se abre, la puerta.

- Me hiciste asustar – pongo mi mano en el corazón – que buen recibimiento.

- No sabía que habías llegado – se absorbe los mocos, frunce el ceño al verla un poco roja su rostro

- Que sucede – me levanto hacia ella, gira el rostro para no verla.

- Nada– cambia el tema -¿Qué tal el viaje?

- Algo fuera de lo normal – asiente caminando hacia el comedor deja su maleta de trabajo y camina hacia la cocina hacer la misma acción – sé que te sucede algo tienes el rostro rojo, ¿has estado llorando? – la miro preocupada

- Me echaron del trabajo por un maldito alumno ricachón – rompe en llanto – ahora que haremos con los gastos de la casa yo.... – vuelve a llorar

- Lis – agarro sus mejillas- no te preocupes, con mi sueldo pagamos las cosas de la casa hasta que encuentres un trabajo – limpio sus lagrimas

- ¿Segura? – absorbe sus mocos, le doy una sonrisa para que se calme.  

Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de HierroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora