- Así que llamamos a Johana, ella limpió todo, y nos acostamos como a las 4 de la mañana en otra habitación porque el hedor era insoportable – digo riéndome durante el desayuno con la familia de Azael.
- Creo que aún tengo el olor, cielo – dice Azael mirándome.
- Aléjate – todos reímos.
- También me celo con Johana, ¿puedes creerlo, madre? – dice Azael. Raizad niega con la cabeza, riendo.
- Haz silencio, qué vergüenza – me rasco la nuca, sonrojada.
- Pero no sabes cómo lo dejaron los chicos – dice Mariana sin poder contener la risa, ayudándome a salir del momento incómodo.
- Claro que sí – me carcajeo solo de imaginarlo – incluso tengo un video – nos reímos.
- ¿Me lo pasas? – ríe Mariana. Asiento mientras comienzo a desayunar mis frutas servidas. La señora Raizad parece tratar de no reírse, creo que se lo imagina, mientras que Azael y mi "adorado" suegro se mantienen serios.
- Buenos días, señor Azael. El niño Daniel lo espera en la sala, dice que es urgente – dice la vieja amargada del ama de llaves.
- Dile que vaya a mi oficina, lo estaré esperando – ella asiente y se retira para cumplir con el recado.
- Eso me gusta, que, aunque se case en unos días, esté trabajando sin descuidar mi imperio – trato de no rodar los ojos.
Janine, no opines, no opines, me digo a mí misma.
– hablando de imperio, Mariana, ¿cómo está el área de textiles? – pregunta Andriel.
- Muy bien, papá – responde Mariana de manera profesional, tomando un poco de zumo de manzana – después de la boda tendremos el desfile de verano.
- Tienes todo organizado, muy bien – dice Andriel, cruzándose de brazos. Mariana asiente para proseguir hablando.
- Solo falta escoger el día. Las modelos las seleccionaremos durante esta semana, así que no hay problema alguno.
- ¿Las telas de Europa e India llegaron en perfecto estado? – pregunta, mirándola a los ojos.
- Sí, padre, todo está en orden – responde entre dientes, mientras yo me mantengo callada.
¿Así es mejor? ¿no?
- Ya dejen de hablar de trabajo en la mesa – interviene Aurora, salvándonos de las interminables preguntas de Andriel.
- Madre, son mis responsabilidades – dice Andriel.
- Corrección, son de Mariana – replica su madre.
- No discutiré contigo, madre, por algo sin sentido – dice levantándose de la mesa – buen provecho a todos.
- ¿Por qué siempre es así conmigo? – Mariana se levanta y se dirige a su habitación.
- Cariño – dice Raizad antes de que desaparezca de nuestra vista, colocando sus manos en su rostro.
- Hablaré con ella – digo levantándome.
- Gracias, hermosa – susurra Aurora. Asiento y voy directamente a la habitación que Azael le asignó. Toco varias veces, llamándola. Entro cuando, imprudentemente, no ha asegurado la puerta con el pestillo. Encuentro a una Mariana muy diferente a la que conozco. Está abrazando su almohada, con el rostro enterrado en ella.
- Nunca cree en mí – comienza a sollozar – ¿Por qué no les hace lo mismo a mis hermanos? ¿Cree que no sirvo para esto? Entonces, ¿por qué demonios me dio el puesto? No lo entiendo – se levanta y se coloca frente a mí, con lágrimas corriendo por su rostro perfectamente cuidado.
Comienzo a limpiarle las lágrimas despacio, sin decir una palabra. Sé cómo se siente, inútil, sin saber cómo ganarse la aprobación de alguien a pesar de todo el esfuerzo que pone en la situación. Tomo una toallita húmeda y la paso por su rostro, algo de lo que me arrepiento. Abro la boca un par de veces sin decir nada, mientras Mariana frunce el ceño mirándome.
- ¿Quieres decirme algo? – pregunta.
- ¿Desde cuándo sufres estos abusos? – pregunto, no muy segura, levantándome de su cama.
- ¿Qué? – se pone pálida.
- Desde cuándo, Mariana – no aparto la vista de aquel golpe. No estaba loca cuando lo vi en California.
- Desde hace tres semanas – susurra, cubriéndose el golpe poco visible – pero sé que no lo volverá a hacer. Me lo juró y le creo porque nos amamos y no es capaz de seguir dañándome más.
- Tú muy bien sabes que eso – señalo el golpe – no será la última vez, Mariana – aparta la mirada de mí.
- No lo volverá a hacer – cambia su actitud a una fría y seria mirada.
- No soy nadie para decirte lo que debes o no debes hacer, pero te contaré la historia de una amiga mía que pasó por cosas horribles, si tú me lo permites – la miro a los ojos. Ella se lanza sobre mí llorando, y acaricio su cabello sin decirle nada. Entiendo el dolor de desahogarse con todo el mundo, especialmente antes de admitir que uno está equivocado. Se separa de mí y me ofrece una sonrisa de disculpa. Nos acomodamos sobre el colchón.
- ¿Estás lista para escuchar la historia? – le pregunto. Ella asiente y se acomoda sobre mi estómago. Suspira y miro hacia la ventana, preparándome para relatar una triste historia.
- Amelia – comienzo a contarle - Era una chica muy sociable, irradiaba luz por donde pasaba. No fue exactamente la más popular en la secundaria, pero eso no le impedía ser alegre. Su papá había fallecido cuando era niña, pero nunca le faltó el amor de su madre y de su nuevo padrastro. Conoció chicos como cualquiera a su edad, pero ninguno como él. Su nombre era Elías. Su relación de amigos pasó a novios durante la preparatoria y, a mediados de la universidad, él le propuso matrimonio en un lugar bonito, ni muy elegante ni muy vulgar. Ella, totalmente cegada y enamorada, aceptó la propuesta. Se casaron casi al cumplir el año de compromiso – me mira atenta - Fue una gran fiesta. Aunque la familia de Amelia no era adinerada, la familia de Elías comenzaba a tener propiedades de alto prestigio. Pero su mente y corazón decían que "su amor era todo lo que necesitaba". Sonrisas y más sonrisas así era su relación, pero como suele pasar, llega el mes sin avisar – Hablo mirándola - No fue directo, pero resultó incómodo, especialmente en su luna de miel, donde debería haber sido sexo hasta el amanecer, caricias y abrazos. Él no le dio importancia al asunto. Cuando llegaron al hotel, Elías estaba borracho y le dio una bofetada. Al día siguiente, no recordaba lo que había hecho. Le juró una y otra vez que no volvería a levantarle la mano – la miro mientras limpia sus lágrimas - Pasaron los meses, y efectivamente estaba cumpliendo su promesa, hasta que un día llegó borracho, incapaz de mantenerse en pie, pero su fuerza era superior a la de ella y la golpeó nuevamente, una y otra vez. La siguiente vez, fue abusada sexualmente de todas las formas posibles durante años. Sufrió tantos golpes que tuvo alrededor de cuatro abortos. Finalmente, se cansó y decidió decir "no más". Para abreviar la historia, terminó incendiando su casa, escapando del dolor. Ni las llamas ni el fuego que vio o sintió podían calmar el dolor y el sufrimiento que estaba viviendo – digo con odio disimulado - Tú, ¿crees que derramó una lágrima? ¿O que dijo su nombre? No dijo nada. Todos decían "pobrecito", quedó viudo, pero nadie sabe lo que ella vivió, sufrió y lloró. ¿Quieres eso o algo peor para ti? – Ella niega con la cabeza. – Porque el camino que veo para ti es el del dolor. Eres hermosa, tienes demasiados privilegios. No dejes que un idiota te trate así, ¿entendido? – Ella asiente. – Porque la próxima vez te... – soy interrumpida por la puerta, y Azael aparece, confundido.
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Sálvame: El cambio que hace el amor verdadero a alguien con corazon de Hierro
RomanceApril Anderson es una joven dulce, humilde y extrovertida que, a lo largo de los años, ha enfrentado experiencias desgarradoras que ninguna mujer debería soportar. A pesar de los desafíos, su espíritu resiliente y su corazón amable la mantienen en p...