Cap 12. Hela

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El aforo de la sala se completó con personas de todas las edades, estudiantes entre ellas. Los tres chicos habían comenzado tocando Shakin' Off The Rust de The Blue Stones con sus respectivos instrumentos y Jimmy, además, hacía de vocalista. Ya llevaban un buen rato regalándonos los oídos con versiones de grupos como Imagine Dragons, The Score, The Kooks... Y el pelirrojo no lo hacía nada mal. Ni él ni sus amigos. Les conté a mis amigas que el de la guitarra, del que no sabíamos ni su nombre, nos había ofrecido salir con ellos tras el concierto y yo había aceptado. El motivo por el que lo había hecho lo oculté: que Nicki, al conocer y estar con otros chicos, se olvidase de su ex. Puede que no sintiese nada por él, pero seguía en su corazón desde que lo habían dejado, y no había vuelto a tener relaciones serias. Eso tenía que cambiar, según ella siempre había sido feliz siendo una loca de los flechazos y por último solo se enrollaba con chicos por pasar el rato.

—Y tú qué, con el camarero digo —le solté a Paola, que tarareaba la canción con la barbilla apoyada en el dorso de la mano.

—Unos buenos besos con lengua y nada más porque Burbuja —indicó haciendo referencia a la supernena rubia, que la relacionábamos con Nicki— apareció hecha una furia con los mofletes empapados.

—¿Deduzco bien si ni siquiera os pedisteis el número?

—Deduces bien, Hela, cariño. Nada de amarres; una aventurilla y listo.

—No tomes ejemplo de la madura del grupo —le murmuré a Nicki y recibí un choque de rodillas por parte de la morena de ojos grandes que tenía enfrente.

El resto del concierto lo pasamos en silencio saboreando los temas que tocaba el trío al que nos acabábamos de unir de forma improvisada. Los observábamos con atención, como si fueran nuestros amigos de toda la vida y con ello pudieran sentirse apoyados. Los focos que los iluminaban hacían que el pelo de Jimmy pareciese fuego y su rostro un mar de pecas con dos canicas oscuras con las que transmitía la emoción de vivir esa experiencia. Amadeo, en cambio, miraba al público pocas veces, pues estaba inmerso en la batería que golpeaba enérgico; los rizos azabaches brincaban por toda su frente. Y el rubio... Él tocaba con los ojos gachos, una media sonrisa que dedicaba a sus propios pensamientos y una parsimonia que podría hipnotizar a cualquiera. Desprendía una calma y seguridad envidiables. Saltaba a la vista que disfrutaban ese momento de formas distintas.

No nos levantamos a por más rondas de bebidas, esperamos a que terminasen de desmontar el equipo y se acercaron tras pedir en la barra un cubo de cervezas. Nos sorprendieron con dos Coronitas, tres Judas, una Heineken y una Paulaner. Las presentaciones surgieron de manera automática como si fuera la primera vez que nos veíamos, aunque ya habíamos conocido nuestros nombres menos el de Estani, que se sentó entre Paola y Amadeo y no tardó en entablar conversación abiertamente al igual que Nicki y yo con Jimmy.

Al principio todos parecimos más reservados de lo que fuimos tras una buena cerveza con conversaciones triviales de por medio. Se conocían desde el instituto y estaban en cuarto de carrera: Amadeo en traducción e interpretación, Jimmy en filología clásica y Estani en audiovisuales. Además, nos dejaron claro que sus pasatiempos favoritos eran los videojuegos y tocar, aunque aún no se habían atrevido a componer sus propias canciones ni a formalizar el grupo de música con un nombre definitivo (se hacían llamar los EJA por sus iniciales). Nicki, con total sinceridad, se rio de lo cutre que sonaba y, de no ser por que terminó contagiándonos la risa tonta a todos, podría haber fastidiado el buen rollo entre nosotros. Luego, Paola le pegó un pisotón por debajo de la mesa —antes se confundió y me aplastó el pie a mí— y nuestra Burbuja se disculpó. Los modales no eran su fuerte.

Una hora después, cuando la noche comenzaba a caer, nos incorporamos para abandonar la mesa e ir al piso de Amadeo, que quedaba a tan solo dos paradas de metro. Nos habían propuesto —en realidad fue idea de Jimmy— echar el rato con unos juegos de mesa y Nicki había dicho que sí eufórica por lo bien que habíamos conectado con ellos. Paola y yo estábamos tan conformes como ella, hacía tiempo que no echábamos unas risas tan sanas con otras personas que no fuéramos nosotras mismas, y sin haber ninguna intención de por medio.

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora