Cap 84. Estani

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Volví al mostrador y le eché un vistazo a los mensajes recibidos por si Hela daba señales de vida. Nada. Cero mensajes aparte de los que mi padre me había enviado para contarme el plan del fin de semana.

No la había visto desde la noche anterior cuando habíamos llegado del estudio. Por la mañana no había querido interrumpir la conversación que estaba teniendo con su madre, aunque me había quedado tras la puerta de mi habitación hasta oírla marcharse por si necesitaba mi ayuda de alguna manera u otra, y en la universidad tampoco habíamos coincidido porque las chicas, según nos dijo Amadeo, no volverían a la gradas en un buen tiempo. Hasta que la parejita superase la ruptura, supuse.

Al escuchar la campanita de la puerta tintinear, guardé enseguida el móvil y me posicioné por si tenía que atender al cliente que acababa de entrar. Retrocedí un paso al encontrarme con el rostro de Nicki como si hubiesen pasado años desde la última vez que nos habíamos visto. Ella sonrió alicaída y desvió la mirada una bolsa de tela color ocre que colgaba de sus manos. Se acercó despacio y sacó de ella un libro para dejarlo en el mostrador.

—Cuánto tiempo, Nicki —la saludé con la esperanza de aliviar la negatividad que la envolvía.

—Hola, Estani. ¿Está Linda?

—Está de vacaciones esta semana.

—Bueno... Este libro es de Jimmy.

En el fondo, y me dolía porque era la amiga de Hela, me desagradaba conversar con la chica que tenía delante. Jimmy era como mi hermano, igual que Amadeo, y desaprobaba su actitud tanto con él como con el resto del grupo. Cogí el libro y lo metí en un cajón junto a los tickets diarios de las compras y las devoluciones.

—Tranquila, se lo daré yo mismo. Avísame cuando te marches.

Se mantuvo en el sitio unos segundos, en silencio y mirando al vacío, así que agarré la caja de reposición y me encaminé a la sección de autoayuda de la librería para verificar qué libros faltaban. Había huecos, los muebles estaban sucios y desordenados. Se suponía que mi trabajo allí era mantener el orden, la limpieza y darles buena atención a los clientes, y llevaba un tiempo pasando por alto la mitad de mis obligaciones porque toda la energía la estaba centrando en una sola persona. Me sentí mal, culpable por aprovecharme de la confianza que Linda depositaba en mí, aunque lo hiciese de forma inconsciente.

—¿Puedo hacerte compañía un rato? —me sobresaltó apareciendo a mi espalda.

—Claro —respondí por cortesía mientras colocaba un libro de cubiertas verdes. ¿Compañía? Nunca habíamos hablado cosas más allá de Jimmy o del grupo. Bostecé y me serví de un estante para enderezarme—. ¿Cómo estás?

—Bueno... Tengo muchas cosas en la cabeza.

—¿Has vuelto a hablar con él?

—¿Crees en estas cosas? —preguntó señalando el título de un libro: Controle su destino de Tony Robbins.

Tomé su respuesta como un «no quiero seguir hablando de tu amigo». Eso me irritó.

—Quién sabe.

—¿Cuál es tu color favorito, Estani?

—Ninguno.

Cerré la caja de libros y volví al mostrador para colocarla en una esquina con los sobrantes. En realidad, multitud de veces me habían recriminado que solía ser frío con las personas, sobre todo con las chicas. Ahora comenzaba a cuestionarme si era cierto o tan solo me aburría hablar con Nicki. Subí la vista para intentar averiguar qué quería o por qué aún seguía allí. Me sacudí las manos del polvo en los pantalones, salí del mostrador para colocarme a su lado y me crucé de brazos expectante.

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora