Ese día no hacía más que mentir.
Le dije a Estani que tenía unos retortijones horribles en el estómago y que debía volver a la casa rural para tener un baño cerca. Quiso acompañarme, pero le pedí que me dejara a solas porque sería demasiado incómodo para mí combatir una posible diarrea con él al otro lado de la habitación. Se le asomó una risa divertida, aunque enseguida volvió a ponerse serio y aceptó a cambio de que tuviese el móvil conmigo por si necesitaba ayuda. Él volvió a los pubs para buscar a nuestros amigos y yo eché a correr a la casa.
La verdad es que solo quería estar sola unos minutos antes de que llegara el resto del grupo. Llorar, gritar, reír y hacer lo que me diese la gana sin tener que darle explicaciones a nadie de mis acciones.
Al entrar en la casa con las llaves que me había cedido Estani, las tripas me dieron un vuelco. Chillé del susto al ver a Nicki sentada con la cabeza sobre la mesa del comedor y Nicki pegó un brinco al oírme. Como si hubiese estado a punto de matarme, cerré la puerta con fuerza y me dirigí a ella sujetando la llave como si fuese un cuchillo.
—¿¡Qué diablos haces aquí!?
Se sorbió los mocos e hizo un puchero infantil para invitarme a que me sentara a su lado para consolarla. Suspiré resignada, ni esos minutos a solas iba a tener al final. Fui hasta Nicki y tomé asiento a su lado con su cabello rubio entre mis manos para peinárselo. También lo tenía revuelto de la humedad.
—Cuéntame, ¿qué te pasa? —le pregunté con el tono de voz bajito mientras le secaba los mofletes húmedos de lágrimas.
—Eso me gustaría saber a mí, Hela. Qué me pasa —se quejó para ella misma—. Estoy cagándola en todo.
—¿Qué has hecho? —inquirí esta vez más preocupada.
Cuando Nicki decía que la había cagado, la había cagado de verdad. Lo suyo no eran falsas alarmas. Tragué saliva y ella soltó un gruñido desesperado.
—Tú también tienes cara de haberla cagado —me recriminó con el ceño fruncido.
—No, pero casi —expuse sonriéndole a duras penas.
—Un secreto por otro secreto —sentenció y me enseñó el dedo meñique.
—Un secreto por otro secreto —repetí y se lo estreché.
—Le he puesto los cuernos a Jimmy.
Abrí los ojos y pestañeé varias veces con la mandíbula desencajada porque no me creía que le hubiese hecho eso a nuestro amigo. Casi sentía la traición como si nos hubiese traicionado al grupo entero, aunque sabía de sobra que no debía afectarme de esa manera. Sin embargo, no sabía cómo se lo tomarían los demás si llegaban a enterarse.
—Estás de coña —indiqué ilusa.
—¿Me ves cara de estar de coña? —dijo apuntándose al cerco de los ojos repleto de rímel corrido.
—No, tía, pero...
¿Puede empeorar este día? Traté de respirar hondo, dejé de peinarle los mechones rubios y arremoliné los dedos por mi pelo.
—No sé, cuéntame los detalles. Quizá no sea para tanto.
—Bailamos, nos enrollamos y empezó a tocarme en medio de la discoteca.
—¿Empezó a...?
—Sí, tía. Solo un poco, pero lo suficiente para que nos metiésemos en el cuarto de baño.
—No puede ser.
Me levanté de la silla con las manos en la cara y me puse a pasear alrededor de la mesa por si eso me calmaba. Mi amiga estaba loca. Yo preocupándome por arruinar mi amistad con Estani por confesarle mis sentimientos y esta loca tirándose a un desconocido a metros de su novio. Ella era la que iba a arruinar la amistad entre todos, porque si esto salía a la luz empezarían las discusiones y tendríamos que ponernos de parte de uno o de otro.
—Es el mejor sexo que he tenido en meses, Hela —añadió y me dieron ganas de arrancarle la cabeza—. Hace tiempo que me siento apagada con Jimmy.
—¿Y por qué no lo has dejado? —pregunté armándome de valor para sentarme a su lado de nuevo.
—Porque es muy difícil hacerle daño a uno de tus mejores amigos. Me he obligado a quererlo, te lo prometo. No quiero romperle el corazón, aunque cada vez me molestan más sus defectos y lo soporto menos. Yo... —sollozó y bajó el mentón para ocultar su llanto—. Hoy necesitaba desahogarme, perdóname.
Le recogí las manos entre las mías y esperé unos minutos a que se tranquilizase. Lo que había hecho estaba fatal, aunque también comprendía cómo se sentía. No podía juzgarla, no era yo quien debía hacerlo. Me daba lástima verla así. Ojalá no la hubiese perdido de vista y hubiese podido evitar que Nicki cometiera esa locura.
—Tranquila, no diré nada. Eso sí, debes contárselo cuanto antes.
—¿Y si no se lo cuento nunca? Así no le haría daño.
—Eso no está bien, Nicki. La has cagado y debes atenerte a las consecuencias.
—Debí pensar en el daño que le haría antes. Ahora no vale —recitó adelantándose a mis palabras. Yo asentí satisfecha.
Se restregó los ojos y alcanzó un paquete de pañuelitos de la mesa para sonarse la nariz. Luego, inspiró hondo y exhaló despacio intentado sobrellevar la ansiedad que la carcomía por dentro. Me echó una miradita que no entendí demasiado bien por la horrible expresión que tenía y me reí de la situación. A ella se le contagió la risa y me llenó de alegría verla sonreír durante un instante al menos.
—Un secreto por otro secreto, no te escaquees —me regañó—. Además, tengo más cosas que contarte, así que aligérate.
—No me presiones, mocosa.
—China —se burló con el único insulto que sabía que me hacía gracia.
Porque para ella Pao era la bruja y yo era la china. Siempre lo habíamos sido.
Dejé escapar un resoplido y reuní todo mi cabello en una cola alta que até con la gomilla que llevaba en la muñeca. Me mordí el labio nerviosa, la observé con miedo a confesar y aparté la mirada para que me resultase más sencillo. Preferí no pensarlo mucho, me limité a hablar:
—No comprendo muy bien mis sentimientos, pero estoy casi segura de que me gusta Estani.
ESTÁS LEYENDO
©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021
Romance❤️FINALISTA WATTYS2021❤️ Ninguno imaginó que una coincidencia en el pasillo de la universidad cambiaría para siempre sus vidas. Hela Luna, una joven que apenas se ha dado tiempo para descubrirse a sí misma por las exigencias de su madre divorciada...