Cap 74. Hela

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Nicki no soltó ni una palabra. Cuando me atreví a comprobar su reacción, me la encontré contemplándome perpleja. Solo pestañeó para volver en sí tras unos segundos de shock. Luego, las comisuras le temblaron y no supe si iba a reír o a llorar.

—A mí también... —comenzó a decir—. A mí también me parece bastante guapo, pero... ¿Estás segura de que no estás confundida?

—Ojalá fuese una simple confusión —me lamenté.

—¿Y si solo es un capricho como Max?

—Max no fue un capricho, fue un capullo. Él mismo se buscó que me quitase del medio.

—Pero, Hela... —Se miró las manos y enredó los dedos mirando al suelo—. Sois hermanastros.

Justo el punto débil.

—En realidad, hasta que mi madre y su padre no se casen, no somos hermanos por ley. ¿Lo sabías?

—¡Tu madre lo pasará fatal, Hela! —me gritó a punto de ponerse en pie y una punzada me atravesó el pecho.

—Lo sé, por eso me mantendré al margen —susurré sintiéndome pequeñita ante su sermón.

Suspiró aliviada y sonrió mientras volvía a sonarse los mocos en un pañuelito limpio. Su bipolaridad me dejó una sensación extraña, una mezcla de desorientación y rabia que no sabía de dónde procedía. Ni siquiera me apetecía seguir hablando con ella, con volver al dormitorio y pasar página al siguiente día estaría bien.

Entonces, la puerta de la casa se abrió de sopetón. Paola y Amadeo entraron cogidos de la mano y coqueteando entre ellos, haciéndose cosquillas y robándose algún que otro beso. Volví a abrir los ojos sorprendida, incluso más que antes, y miré de forma alternativa a la pareja y a mi amiga Nicki que no tenía ni idea de que estaban liándose desde hacía ya un buen tiempo. Carraspeé para que notasen que estábamos al fondo de la habitación oscura, sentadas en el comedor y viendo el panorama en primer plano, y Paola gritó como una loca al percatarse de nuestra presencia.

—¿Hela? ¿Nicki? —preguntó Amadeo confuso y con la barra de labios de Paola esparcida por los morros.

—¿Qué hacéis aquí, chicas? —procuró disimular Pao mientras se ajustaba la ropa.

Nicki los observaba en silencio. Arrastró la silla hacia atrás sin levantarse y se cruzó de brazos y piernas.

—¿Cuándo pensabas contármelo? Porque tiene pinta de que no es la primera vez que os enrolláis —espetó con un tono de voz fuera de lugar.

—¿Qué eres, una bulímica de los chismes? Tampoco tengo por qué cantar a los cuatro vientos todo lo que hago, tía.

Las palabras de Paola no fueron las más acertadas. Que luego me mirase y se encogiese de hombros tampoco fue lo mejor. Nicki desvió la atención a mí, su nuevo objetivo.

—Lo sabías —supuso señalándome con el índice.

Pensé que no tenía sentido mentirle, Paola ya lo había puesto en bandeja, así que asentí en silencio con miedo a que reaccionara como había estado haciéndolo últimamente. Frunció el ceño como si la hubiese traicionado, echó una ojeada a las pulseras que compartía con Pao y se mordió los labios con los ojos a punto de romper a llorar. Se puso en pie y corrió a su dormitorio hecha una furia hasta que la oímos dar un portazo y cerrar el pestillo de la habitación.

Me había equivocado, el día sí podía empeorar.

Y por si pudiese seguir haciéndolo, me fui al dormitorio, vestí el pijama y me escondí bajo el peso de las mantas con la esperanza de conciliar el sueño lo antes posible.

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora