A la mañana siguiente, un mensaje de Estani me volcó el corazón e hizo que esbozase una sonrisa con todas mis ganas, de oreja a oreja. Lo había enviado en plena madrugada, eso me hizo pensar que no había podido dormir demasiado bien.
Estani:
Me preguntaste por un plan y, aunque no tengo uno,
creo que en Barcelona serías libre.
Hay muchas discográficas,
tendrías mil oportunidades
y allí nadie nos conocería...
Me restregué los ojos esperando que no fuese un sueño. Di media vuelta bajo la manta y me dispuse a escribir con la esperanza de que ya se hubiese despertado:
Hela:
¿Estás insinuando que vendrías conmigo?
Estani:
Sería complicado independizarme a
meses de terminar la carrera,
pero podría hacerte visitas
Hela:
¿Eres consciente de lo que me estás proponiendo?
Estani:
No sé de qué soy consciente ya, Hela
Me tienes la cabeza loca.
Baja a desayunar, anda
Dormilona
Obediente a su petición, me levanté de un brinco con la energía por las nubes. Seguía con el sabor de sus besos en mis labios. Tú también me tienes la cabeza loca, pensé atontada por las emoción de imaginar un futuro en el que ambos pudiésemos hacer planes con libertad y sin miedo a que nadie nos delatase. A mi padre le daría exactamente igual, estaba segura. Me cambié el pijama por unos vaqueros ajustados, una camiseta holgada con el logo de una universidad americana y una sudadera de borreguito. Una coleta desenfadada y listo. No necesitaba maquillarme para verme bonita porque me sentía bonita a todas horas frente a Estani. Él me lo decía y sus ojos me lo confirmaban. Volví a sonreír, cogí el móvil y bajé las escaleras ilusionada por verlo de nuevo.
En la mesa del comedor había platos con tortitas, tarros con distintas mermeladas y chocolate fundido. Me recibieron con unos buenos días alegres y sinceros; las vacaciones siempre relajaban las tensiones. Corrí a sentarme frente a Estani, que llevaba puesto un conjunto parecido al mío, y le despeiné la cabellera rubia al pasar. Él me pellizcó la pierna por bajini una vez me senté, me mordí el labio para reprimir la risa que me provocaban nuestros juegos y esperamos a que nuestros padres tomasen asiento para comenzar a desayunar.
Luego de recoger, cogió la guitarra y me invitó a acompañarlo a la terraza. Nos aseguramos de limpiar las sillas de la nieve que se había colado a pesar del techo de la terraza y encendimos una estufa eléctrica entre nuestras sillas. Como estaban absortos en su aniversario y en los planes que querían hacer aquel día, canté libre junto a los acordes de Estani sin temor a las posibles quejas de mi madre. Fuimos improvisando hasta que tomamos un descanso y fui a por dos vasos de agua.
—¿Qué pasará con el grupo si me voy? —le pregunté al sentarme en una silla a su lado y ofrecerle el vaso.
Lo sujetó contemplando el horizonte repleto de montañas nevadas, bosques congelados y nubes blancas que bañaban el cielo.
—Se pausarían las grabaciones.
—Entonces, por tu mensaje entiendo que...
—Tienes talento suficiente para brillar sola —espetó serio.
Luego, desvió la mirada a mí y sonrió.
—Te dije que cantaría para ti —le dije tajante.
—Y yo que tocaría para ti —me respondió poniéndome una mano en la pierna—, pero no nos importará esperar a que vuelvas para retomar la promesa.
—No quiero que los chicos se decepcionen con mi decisión —comenté insegura, como si hablar de irme a otro lugar fuese solo una especulación con ninguna base estable—. No quiero ni pensar en cómo se pondrá mi madre cuando se lo cuente.
Suspiré angustiada porque imaginármelo me provocaba una ansiedad inimaginable. ¿Me desterraría para siempre? ¿Me odiaría por encima de cualquier cosa? Dejé el vaso vacío a un lado, me llevé las manos a la cara para estirarme los ojos y respiré hondo.
—Parece que lo tienes claro.
—Ese es el problema, Estani. No tengo nada claro, me asusta pensarlo.
—Te asusta volar.
—¿Y si me estrello?
—¿No estás estrellada en tu situación ya?
—Si no dejas de decir cosas coherentes, me veré obligada a llevarte la contraria en contra de mi voluntad —me burlé.
Eso último que había dicho me había sentado tan mal que se me habían quitado las ganas de seguir hablando del tema. Me había irritado, no con él, sino conmigo misma. Miré al interior a través de las puertas correderas de cristal, mi madre y Vincent charlaban con tranquilidad en el comedor. La quería muchísimo, tanto que me entraron ganas de llorar al idear mi fuga, pero... Yo no me sentía querida. Ni valorada. Ni aceptada.
Y aquel sentimiento, en realidad, me estaba destrozando.
Era duro sentir cómo una brecha de resentimiento nos había empezado a separar y temía, después de todo, que perseguir mis sueños en Madrid —o peor aún, mantener un romance oculto con Estani— terminase rompiendo nuestra relación por completo. Al final, la vista se me nubló y lloré entre mis brazos cruzados sobre las rodillas. Me había encogido para abrazarme a mí misma porque sentía que podría romperme en cualquier momento.
—Eh, pequeña, ¿qué te pasa? —inquirió Estani acariciándome la cabeza—. Lo siento si he sido más directo de lo normal.
Negué con la cabeza y me cedí un minuto de silencio para enderezarme y limpiarme los rastros del llanto. Forcé una sonrisa para que viese que ya estaba bien, aunque no parecía demasiado convencido, y me marché sin decir nada al dormitorio para organizar las ideas, quizá llegar a una conclusión y de ahí tomar una decisión.
Me iba a explotar la cabeza.
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©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021
Romance❤️FINALISTA WATTYS2021❤️ Ninguno imaginó que una coincidencia en el pasillo de la universidad cambiaría para siempre sus vidas. Hela Luna, una joven que apenas se ha dado tiempo para descubrirse a sí misma por las exigencias de su madre divorciada...