Cap 64. Estani

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Aquella noche sentí envidia de Amadeo.

Yo también quería escaparme a medianoche con la chica que me quitaba el sueño porque no conseguía sacarla de mi cabeza por muchas trabas que me pusiera a mí mismo. Había tenido la ilusa idea de que yéndome a reflexionar un rato al salón me deprimiría lo suficiente para autoconvencerme de que sentir algo por ella solo me traería problemas.

Sin embargo, ahí estaba Hela.

Me había ahorrado el respingo al notar que había empezado a tocarme el pelo y también había intentado concentrarme en mantener una respiración lenta y profunda para acallar el tamborileo de mis latidos en el pecho. Si no hubiese sido por el caos de contradicciones que tenía en la mente, se me habría escapado una risa de ilusión. Al final, ahí estábamos los dos escabulléndonos a medianoche.

Siempre había huido de los problemas, ¿por qué no encontraba tantas razones para retirarme? Quería seguir escuchando su voz, quería seguir disfrutando de su dulzura y su inocencia. Y, de hecho, estaba condenado a seguir haciéndolo tomara la decisión que tomase. Porque ahora éramos familia. Y era eso lo que nos unía y nos alejaba al mismo tiempo.

Al voltearme, me topé a Hela de frente, nuestros labios sellados a centímetros. Debería de haber aceptado que apartase la mano al percatarse de que yo estaba despierto, pero actué de nuevo en contra de lo que me correspondía como su hermanastro y la busqué sin pensarlo dos veces para pedirle sin palabras que siguiese haciéndolo. Ella no la retiró, sino que enredó los dedos en mi cabello con timidez y las mejillas sonrojadas.

Me maldije cuando mi atención se desvió a sus labios y me observó perpleja. Aunque me maldije aún más al parecer que no le había disgustado. Estaba perdido. Necesitaba distraerme o, de lo contrario, terminaría acercándome los pocos centímetros que nos separaban para robarle un beso. Me preguntó algo que ignoré porque mis pensamientos tenían más volumen que sus palabras y me propuse contarle de qué conocía a Murphy.

—¿Te arrepientes de tu elección? —inquirió emocionada y con un puchero en los labios que me hizo querer raptarla para tenerla para siempre conmigo.

—Para nada —contesté. Esperaba que eso la tranquilizara. Subí la mano y le acaricié allí donde había derramado un par de lágrimas. La tristeza debería ser mía, no quería verla hacer esas expresiones por mí—. No seas tonta, es agua pasada.

—Eres increíble.

—Si soy tan increíble, dame tu mano.

Pensé que dejaría de acariciarme la cabeza, pero para mi asombro Hela siguió haciéndolo y me tendió la otra. Ni siquiera sabía cómo diablos era capaz de contenerme en esa tesitura. No esperé ni dos segundos en entrelazarle los dedos, ansioso por tener un mínimo contacto físico con ella. Me prometí que no haría ningún movimiento comprometido más, por nosotros y por nuestros padres, así que cuando ella cerró sus preciosos ojos rasgados recostada en la mesa frente a mí, yo lo hice también.

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora