Cap 47. Hela

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Atravesamos en silencio —para no revelar nuestra ubicación a los actores de terror— el jardín lo más rápido que pudimos porque teníamos la sensación de que nos asaltarían desde cualquier dirección. Ya habíamos escuchado pasos y movimientos en los matorrales, y eso era suficiente para largarnos de la primera sala a toda prisa. Esperábamos un gran recibidor con muebles clásicos al entrar en el casón, pero nos acogió un estrecho pasillo que no parecía tener fin y que perdía iluminación a medida que avanzábamos. La boca de Estani despedía vaho, lo que corroboró que hacía más frío de lo normal y no estaba siendo una exagerada al frotarme los brazos con las manos porque tenía los vellos tan en punta que me dolía la piel.

No me gustaba ese pasaje en absoluto.

Tenía frío, aquel pasillo claustrofóbico no hacía más que estrecharse y estaba muy asustada porque aún no nos habían asustado y se suponía que sucedería en algún momento. El olor a caramelo de la neblina me estaba revolviendo el estómago. Necesitaba distraerme.

—¿Tienes ganas de contárselo al grupo? —inquirí en bajito.

Soy claustrofóbica y me falta el aire, cuéntame lo que sea, quise decirle en realidad.

—Muchas, no puedo esperar a ver qué caras ponen.

—Tenemos un gran repertorio de canciones para elegir, aunque me gusta una en particular que no hemos escuchado juntos.

Se volvió a mí atento al nombre de la canción y saqué el móvil para enseñársela, pero recordé dónde estábamos y lo guardé de nuevo con un resoplido.

—Bueno, te la enseño a la salida.

Justo en ese momento, como si hubiesen estado esperando a que nos relajásemos, un sonido parecido a unos tambores empezó a atornillarnos los oídos, salió humo de todas partes y noté unos dedos sujetándome desde atrás. Ahogué un grito de horror y, por acto reflejo, comenzamos a correr sin comprobar qué o quién nos perseguía. Sin embargo, sentir que me agarraban el tobillo e imaginar que un ser sobrenatural podía estar arrastrándose tras de mí hizo que intentase esquivarlo levantando la pierna y caí al suelo raspándome las rodillas por la abertura en los pantalones. Esta vez, sí chillé con todas mis ganas.

Estani retrocedió enseguida, me tendió la mano y dejé de lanzarle patadas al aire para ponerme en pie y seguir corriendo hasta el final del pasillo. Cruzamos una puerta —la embestimos— y él giró a la izquierda para detenerse en un hueco bajo unas escaleras. «Lugar seguro» ponía en un pequeño letrero iridiscente sobre nuestras cabezas. Estaba maldiciendo aquella atracción de todas las maneras que se me ocurrían.

—¿Te has hecho daño?

Pues claro, me he dejado las rodillas ahí atrás, pensé mientras disimulaba negando con un movimiento rápido de cabeza. El cuerpo me temblaba, no sabía si del susto o de estar encerrados en una cámara frigorífica. Entonces, se quitó la camisa de cuadros y la dejó caer sobre mis hombros. Estaba tan calentita que solté un suspiro de alivio. Por un momento, tuve la impresión de que me abrazaría, pero me frotó los brazos y subió las manos a mis mofletes para que lo mirase a los ojos.

—Es una atracción, no es real. Si hace falta, les patearé el culo para que no vuelvan a asustarte —dijo con una ceja arqueada y le echó un vistazo a nuestro alrededor—. ¿Me oís? ¡Os patearé el culo si volvéis a asustar a Hela Luna!

Reí avergonzada y tragué saliva nerviosa, los tambores habían desaparecido y el olor a caramelo también. Solo me embriagaba el olor del perfume de Estani. Cuánto me alegraba de haber venido con él, conseguía tranquilizarme como si supiese hacerlo desde siempre. Como aquella vez en las colinas del parque donde había llorado y me había desahogado gritándole a los cuatro vientos que me dedicaría a la música. Donde había aparecido para consolarme y prestarme su cazadora como ahora. Me tapé por completo pellizcando los extremos de la camisa y reuniéndolos a la altura del abdomen. Él me acarició la cabeza, buscó mi mano y, sin dudarlo ni un segundo, la saqué del interior de la camisa para que la encontrase rápido y me la sostuviese. No me había percatado de que solo así me sentía segura.

—Vamos, no se atreverán a asustarte otra vez.

Tiró de mí y me dejé llevar. Y, bueno, nos asustaron un par de veces más, pero salimos vivos de la atracción. Al menos, no volví a caerme como una idiota y nos reunimos en la salida con Paola y Amadeo, que nos esperaban con una extraña sonrisa de oreja a oreja. Y el pintalabios morado de ella levemente esparcido sobre los labios de él.

Me aguanté una risilla de emoción por lo que acababa de descubrir, me separé de Estani y le susurré a mi amiga que más le valdría limpiarle los rastros del crimen a Amadeo si pretendían seguir manteniéndolo en secreto. Ella se ruborizó, se lo llevó a un lado con la excusa de que tenía algo que decirle y yo entretuve a Estani mientras llamábamos a la otra parejita para darles el encuentro.

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora