Cap 35. Hela

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«Nada de fiestas ni invitar a tus amigos», había dicho mi madre.

Al llegar a casa, dejamos sobre la encimera de la cocina las bolsas con las cervezas y las patatas fritas que habíamos comprado en una tienda de conveniencia que nos había pillado de paso y Amadeo me ayudó a guardarlas rápido en la nevera mientras el resto se acomodaba en el salón y Estani conectaba su lista de música al televisor. Vivíamos en un unifamiliar de dos plantas separado de las demás casas de la urbanización, así que subir el volumen a la mitad no molestaría a nadie.

—Hela, ¿tienes alguna botella vacía? —inquirió con los brazos cruzados tras cerrar la nevera.

Los rizos negros le brincaban sobre sus ojos aceitunados e intensos. Era alto, corpulento y muy guapo, no sabía cómo Paola no le había tirado fichas ya. ¿Era porque no tenía tatuajes como le gustaba a ella? No lo creía.

—Hay una de agua que está a punto de acabarse. —La saqué del frigo y se la ofrecí. Él me guiñó un ojo y se la bebió de un sorbo.

—Gracias, amiga. Esta servirá.

Nos unimos al resto y para nuestra sorpresa habían despejado la zona. La mesita la habían echado a un lado y estaban sentados en círculo sobre la alfombra con un cuaderno en el centro que les habría facilitado Estani. Me hice hueco entre Paola y la lámpara de pie y crucé las piernas esperando a que explicasen a qué querían jugar, aunque ya me lo imaginaba por la botella vacía que Amadeo había puesto sobre el cuaderno para que girase con facilidad. No me gustaba la idea, si Max se enterase... A pesar de que estuviese pasando de mí, aun lo tenía en cuenta. Aún tenía esperanzas.

—¿Quién empieza? —quiso saber Nicki, que tenía uno de los brazos apoyado en las piernas de Jimmy.

Me resultaba extraño verlos tan pegados de un día para otro.

—Yo mismo —dijo Amadeo y se ofreció a girar la botella.

—No pienso jugar a esto —espeté de pronto.

Todos me contemplaron consternados. Estani lo hizo con el mismo gesto que los demás. Él tampoco debería estar de acuerdo si tenía novia, ¿no?

—Tranquila, cariño. Solo jugaremos a verdad o reto.

—¿Y eso? —inquirió Jimmy curioso.

—Está conociendo a un chico —les reveló Nicki antes de que pudiera hacerlo yo.

—En ese caso, ningún reto atrevido para ella —propuso Amadeo.

Asentí conforme. Me parecía ideal para que el juego no se nos fuera de las manos, al menos a mí que tenía en consideración a un capullo llamado Max. Amadeo giró la botella y esta se detuvo frente a Jimmy. Sonrió con malicia, se frotó las manos y se inclinó hacia su amigo con ricitos.

—¿Verdad o reto?

—Reto.

El resto esperamos sin decir nada tras ver cómo se regocijaba Jimmy de haberle tocado a él. Reconocí a Zach Hood cantando 13 Missed Calls en el televisor.

—Bésale el cuello a una chica de aquí. Vosotras cerrad los ojos.

—¿Estani cuenta? —se burló Amadeo.

—Vamos, cobarde —lo instó entonces Estani.

Estaba claro que iría a por Paola porque era la única disponible de nosotras. La miré de soslayo y me reí para mis adentros. Cerramos los ojos y oímos el suelo de parqué crujir cuando Amadeo se puso a gatas para acercarse a ella. Lo oía venir. Sonreí nerviosa imaginándome a esos dos emparejados y, de pronto, sentí unos labios húmedos posarse sobre mi cuello. Me besó con delicadeza, tanto que pareció solo haberme rozado.

Se me erizó la piel del cuerpo entero.

Abrí los ojos de sopetón, con un calor insoportable en las mejillas, y vi a Amadeo guiñarme un ojo como si con él no fuera la cosa mientras volvía a su sitio.

—Listo —dijo para que las otras abrieran los ojos.

—¿Por qué has hecho eso? Sabías mis condiciones —le repliqué molesta.

—No te pondríamos retos atrevidos, esa era la condición. —Él rio—. Pero ha sido a mí al que se lo han puesto. Por cierto, estás monísima cuando te sonrojas.

—Tramposo —espeté y apreté los labios—. Te vas a enterar.

—Dejad de flirtear, por favor —se cachondeó Pao con una sonrisa de picardía.

Me crucé de brazos y arrugué la frente. Se iba a enterar de verdad si la botella me daba el placer de proponerle algún reto a ese sinvergüenza. La giró Estani porque era su turno al estar al lado de Amadeo, que se levantó para ir a por las cervezas y las patatas. La botella acabó apuntando a Pao.

—¿Verdad o reto?

—Reto.

—Te veo apagado hoy —dijo ella y se llevó un dedo a la barbilla para pensar—. Bébete de una la cerveza.

Sin pensarlo ni poner objeciones al respecto, utilizó el abrebotellas y se acercó el botellín a la boca. Bebió tan deprisa que se le derramó algo de cerveza por las comisuras y terminó aterrizando encima de su camiseta blanca. No le importó, se restregó los labios con el dorso de la mano y fijó sus ojos en los míos de inmediato. Le sonreí, pero no me devolvió la sonrisa.

—Te toca —expuso serio.

Le di un buen sorbo a mi cerveza, vacié casi la mitad porque me haría falta para animarme y dejar de revisar si Max me hablaba. Ni siquiera se merecía que estuviese tan pendiente de él, me sentía estúpida. Luego, la botella quedó frente a Nicki.

—Reto —elegí sin esperar a que me preguntase.

Confiaba en que ella no me propusiera nada fuera de lugar, y no me apetecía enfrentarme a cualquier verdad que me pudiera poner en evidencia delante de ellos.

—Para no ser repetitiva... No te pediré que te bebas una cerveza entera, pero sí que te acabes la tuya.

—¿Y ese reto tan aburrido? —Amadeo hizo el amago de bostezar y Nicki entornó los párpados.

Eso solo significaba venganza.

—Está bien, olvida ese reto —dijo ella ampliando los labios. Lo señaló y me miró—. Parece que este capullo se aburre, así que te reto a que lo retes con algo comprometedor.

Esa vez, fui yo la que sonrió con malicia. Con mucha malicia. Iba a protestar, pero lo detuve.

—No te irás a echar atrás, ¿verdad? —lo reté con voz desafiante.

—Huelo a gallina —murmuró Estani.

Me sorprendió que hablase, se había pasado gran parte del tiempo perdido en sus pensamientos y la única interacción que habíamos tenido en la casa había sido ese choque de miradas.

—Te reto a que beses a Paola —espeté.

—A que la bese... ¿Dónde?

—¿Tengo que darte pelos y señales? En la boca, por supuesto.

Me giré a mi amiga, que me contemplaba con un resentimiento muy gracioso porque sabía que no podía oponerse. De lo contrario, tendría que beberse la cerveza entera de un trago y odiaba hacer eso.

—Vamos, cobarde —lo volví a desafiar.

Amadeo se aproximó a Pao, que estaba tensa y recta como un palo, le cogió la cara con ambas manos y le plantó un beso mucho más firme que el que me había dado en el cuello.

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora