Cap 77. Hela

157 39 1
                                    

Gerard había insistido en llevarme al parque donde había quedado con mis amigas. Me bajé del coche tras despedirme con un par de besos y un abrazo de reconciliación y me recoloqué la falda de camino al interior del parque.

—No olvides que fue su decisión abandonar la música para siempre. Tú también tendrás que tomar decisiones con el pasar de los años, disfruta de aquello que te apasiona ahora que puedes —me había alentado mi padre al verme volver a la mesa con los ojos enrojecidos.

Sus palabras me habían animado al menos un poco. Tenía razón, aunque eso no iba a expiarme de la culpa que sentía. Me pregunté si lo que me había contado sería verdad, tendría que arriesgar mi vida corroborándolo con mi madre. Ya podía imaginarme cómo se pondría al enterarse de que había quedado con él: histérica, llorando en alto y golpeando los objetos que pillase a su paso para aliviar su berrinche. Era pensarlo y me tiritaba el cuerpo, pero no me quedaba otra si quería confiar en las palabras de mi padre. Porque, de ser mentira, no volvería a hablarle jamás.

—Hola, bomboncito —me musitó Pao despeinándome la coronilla—. ¿Qué tal con el viejo?

Me giré para saludar a Nicki, nos dimos un breve achuchón que supo más a compromiso que a cariño y sonreí incómoda. Sus recientes comportamientos me habían enfriado mucho con ella, y eso que siempre la había considerado una hermana pequeña. Nos dirigimos a un banco junto al gran lago del Retiro y nos sentamos con la bolsa repleta de chuches, pipas y pan que había guardado en mi mochila.

—Hemos arreglado nuestras diferencias —les conté a la vez que les arrojaba trozos de pan a los patos y peces del lago.

—Me alegro mucho, tía.

—Sí, es genial que todo te vaya cada vez mejor —apuntó Nicki mientras abría un paquete de pipas de espaldas al lago.

—¿Qué hay de Jimmy? —inquirí y Nicki pegó un respingo.

Escupió varias cáscaras y me fulminó con la mirada. La entendí a la perfección, quería que guardase silencio sobre lo que me había contado aquella noche de la infidelidad porque Pao aún no lo sabía. Suspiré, harta de secretos y tensiones entre nosotras.

—¿Qué hay de ti con Estani? —preguntó para evitar contestar a lo de Jimmy.

—Increíble. Cuando me lo contaste, me quedé a cuadros —intervino Paola—. Tenía la corazonada de que te molaría Estani desde el principio, tenéis tanta química...

—Son hermanastros, Paola —añadió Nicki rotunda—. Deja de conjurar para unirlos, bruja.

—Deja tú de decir que son hermanastros porque no lo son —respondió Pao señalándola con su uña puntiaguda de azul neón—. Podría ir a por él, pero Hela prefiere respetar a su madre. ¿Verdad, cariño? Eres un pan.

Todo lo comentaba ella. Sonreí atontada pensando en los momentos bonitos que había vivido con Estani, en la química de la que hablaba mi amiga, y el corazón se me encogía haciéndose pequeñito y expandiéndome por el pecho un sentimiento electrizante. Me moría de ganas por volver a hablar con él a solas, por abrazarnos, por mirarnos en mitad de la noche mientras nos acariciábamos el cabello, por cuidar de él cuando se emborrachaba... Tuve que pestañear varias veces para deshacerme de las lágrimas que amenazaban con asomarse. Le di un bocado a un trozo de regaliz de fresa con nata y contemplé cómo los peces se peleaban con los patos por comerse el último trozo de pan.

Mis dos queridas amigas siguieron discutiendo un buen rato como siempre. El sol comenzó a ocultarse tras la muralla de edificios que se erguía a lo lejos.

—¿Cómo os veis en unos años? —inquirí frotándome las orejas congeladas.

—Supongo que graduada, currando e independizada.

—A mí no me preguntes, no sé cómo me veo ni en un mes —indicó Nicki desganada.

—¿Y tú?

—A mí sí que no me preguntéis —me carcajeé—. Estoy planteándome abandonar la carrera para dedicarme a la música, pero lo veo muy arriesgado estando ya a mediados del tercer año.

—Yo la terminaría, puede abrirte puertas incluso en el mundo de la música si más adelante quieres currar de otra cosa —comentó Pao.

La verdad era que tenía toda la razón del mundo. Cuando se ponía seria, me entraban ganas de comérmela a besos. Sin embargo, se hacía tarde y debía acudir a las clases de canto en media hora, el tiempo justo para llegar, así que les dejé la bolsita llena de chuches sobre el banco, las abracé y les di las gracias por aceptar vernos juntas al menos un ratito fuera de la universidad ya que Nicki no pensaba volver a pisar el estudio en una buena temporada.

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora