Cap 87. Hela

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Al cabo de dos días, llegó el fin de semana; tan rápido que ni siquiera tuve tiempo a digerir lo último que había pasado con Estani. Tampoco habíamos hablado demasiado porque ya no compartíamos recreos en las gradas y los ensayos se habían pausado por la jornada completa de Estani a causa de las vacaciones de la hermana de Jimmy. Les había contado a las chicas lo ocurrido entre nosotros y Paola, después de pegar un gritito de emoción, me había dicho que ya se lo había visto venir. En cambio, Nicki se había mostrado tan apática como en las últimas semanas; ya ni siquiera participaba en las conversaciones que tenía con Pao.

Pestañeé frente al Mercedes Benz de Vincent y sacudí la cabeza para volver a la realidad.

Metimos el equipaje en el maletero y tomé asiento en la parte trasera junto a Estani, que enseguida se giró hacia las vistas que ofrecía la ventanilla con los auriculares puestos mientras Vincent les ponía las cadenas que Amadeo nos había prestado a las ruedas por la gran nevada de la noche anterior. Al cabo de un rato de trayecto, una mano sobre la mía me sobresaltó.

—¿Quieres conmigo...? —susurró Estani ofreciéndome un auricular.

Me desplacé al asiento del centro y lo acepté sin mediar palabra. Luego, me apoyé en el reposacabezas y cerré los ojos. Las vistas eran espectaculares; sin embargo, necesitaba descansar, tenía la mente saturada de tanto pensar. De tantas ideas y emociones contradictorias. Sonaba For Someone de Flora Cash. Si no hubiese entendido nada de inglés, quizá no me habría sentido identificada con la letra de la canción. Mi madre reía charlando con Vincent, se cogían de la mano y se miraban apasionados, celebraban el casi aniversario de su amor abiertamente, algo que nosotros jamás podríamos hacer.

Guess that you'll be leaving now. Even in your deepest doubt, canté para mis adentros antes de cerrar los ojos pensando en que lo último que me apetecía era seguir formando parte de esa familia impuesta.

Me despertó la voz de Estani anunciándome que estábamos a punto de llegar. Abrí los ojos desorientada y contemplé un mar de montañas heladas más allá del precipicio de la carretera sobre la que circulábamos a paso lento para evitar patinazos. Ya se podía percibir el aroma a tierra húmeda por las ventiscas incesantes en la montaña. Inspiré hondo y, entonces, me di cuenta de que había estado durmiendo en el hombro de Estani casi todo el trayecto. Miré a mi madre sobresaltada como si solo por eso pudiese haber descubierto mis sentimientos y me desplacé de sopetón a la otra punta de los asientos traseros con el corazón en el puño. Incluso podía sentir los latidos golpeándome con furia el pecho.

Conseguí calmar mi ansiedad centrándome en los árboles teñidos de blanco que hacían que el suelo y el cielo se desdibujasen en un paisaje glacial. Me había puesto una sudadera y me temía haber escatimado en prendas por el frío que haría al exponernos al exterior. Vincent no tardó en detener el coche en un claro frente a una cabaña color caoba de dos plantas, numerosas cristaleras al exterior y un tejado con una capa de nieve de varios centímetros. No podía imaginarme qué tipo de vistas ofrecerían, ya me moría de ganas por saber cuál sería mi habitación durante esos dos días. Mi mente divagó creando escenas románticas en las que Estani y yo seríamos los protagonistas y no nuestros padres: abrazados frente a la chimenea mientras él me relataba su niñez, durmiendo juntos a escondidas, compartiendo nuevos secretos y escapadas a hurtadillas.

Se bajó Vincent primero para quitar los cerrojos y sacar del interior varios paraguas que luego nos ofreció para que nos protegiésemos de los gélidos copos de nieve que nos calarían la ropa. Me puse la capucha de mi sudadera púrpura favorita, me hice con uno de los paraguas y salí del coche. Una ráfaga de aire congelado me azotó la cara congelándome las mejillas y la punta de la nariz.

—Cuando se despeje un poco el cielo, bajamos las maletas —indicó Vincent—. Vamos, entrad.

—¿No hay más cabañas cerca? —les pregunté inspeccionando nuestro alrededor, repleto de vegetación y árboles enormes zarandeados por aquella brisa invernal, preciosa pero violenta.

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora