Cap 45. Hela

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Debía cuidar mi voz más en serio, lo sabía, pero es que la lanzadera y las siguientes atracciones me habían hecho gritar como una loca. Al pobre de Jimmy le pesaba la vida, estaba pálido y andaba a nuestro lado con los brazos colgando. Murmuraba cosas como que no volvería a un parque de atracciones en su vida, que nos odiaba, que nos lo haría pagar y otros lamentos que Nicki trataba de enmendar dándole cariños y acariciándole las mejillas repletas de pecas. Nosotros ya teníamos suficiente con ahogar la risa floja que nos entraba al verlo en ese estado.

El atardecer cayó y la oscuridad de la noche atrajo a más visitantes disfrazados de distintos personajes típicos del género terrorífico. Había altavoces por todas partes con música ambiental y una neblina con olor a caramelo que enturbiaba el camino. La gente se paseaba recibiendo sustos por parte de actores del parque, de los que rehuíamos en cuanto los veíamos acercarse por temor a que a nuestro compañero le diese un infarto. Algo que enseguida obviamos al decidir que la última atracción que visitaríamos sería el pasaje de terror basado en una de las mejores películas del género del año. Nicki y Jimmy al final se negaron y decidieron dar una vuelta por la zona de restaurantes para decidir en cuál cenaríamos al terminar. Nos despedimos de ellos entre risas por si no salíamos vivos y el pelirrojo nos fulminó esperando que así fuera.

La cola no era tan larga como las anteriores, había menos menores y la gente mayor prefería probar otras atracciones con mejor pinta que el pasaje, del que escapaban gritos desesperados y ruidos extraños que nos hacían plantearnos si de verdad queríamos entrar en ese sitio. Era una mansión encantada, aunque de encanto tenía poco o nada. Grande, destartalada y con la apariencia de haber sobrevivido durante siglos y a más desastres naturales que Asia.

—Están entrando por parejas —me comentó Paola al aproximarnos a la entrada—. Me pido a Amadeo, así no siento remordimientos si corro y lo dejo atrás.

—¿Me dejarías morir para salvarte tú? —se burló él entrometiéndose en la conversación.

—¡Pues claro! —se jactó ella—. ¿Lo dudabas?

—Yo daría mi vida si así pudiera salvarte —se quejó Amadeo con un gesto de decepción y encima se ganó un coscorrón de mi amiga.

De repente, parecían pareja. Y pensé que pegaban a la perfección tanto en personalidad como en físico, eso nos llevaría a tener una buena charla cuando estuviésemos solas. Estani me echó el brazo por encima y dijo riéndose:

—Espero que no seas como ella.

—En tiempos de guerra, cualquier agujero es trinchera —espeté segura de lo que decía. Me encantaba ese refrán, lo había estudiado en historia de economía.

Mis amigos abrieron los ojos espantados, esperaron unos segundos hasta procesar lo que estuvieran pensando y, de pronto, se empezaron a partir a carcajadas. Incluso Estani se apartó para retorcerse de risa a su antojo.

—Pero ¿qué dices, Hela? —inquirió Paola.

—Creo que no conoce la connotación sexual del refrán —agregó Estani para salvarme del aprieto, aunque volvió a reírse y con más fuerza.

—Lo he estudiado en historia, ¿vale? Significa que cualquier opción es buena si con ella consigues sobrevivir —les expliqué sin éxito porque lo primero que había dicho les hacía la gracia suficiente para ignorar todo lo que dijese después.

—Eres demasiado inocente, amiga. —Amadeo se recompuso eliminándose las lágrimas que se le habían saltado e intentó acariciarme la cabeza como a un perrito, pero se la aparté haciéndome la enfadada.

Cada vez, odiaba más mi carrera.

—¿Vas a hacer pucherito? Ven aquí que te como a besos —gritó Paola dispuesta a consolarme con un abrazo de los suyos.

Sin embargo, los dos jóvenes que teníamos delante entraron en el pasaje y el hombre que controlaba la cola abrió la cortina negra que daba acceso a la mansión encantada.

—¡Siguiente pareja!

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora