Con la segunda canción lo petamos.
Después de que el público se uniese poniéndose en pie con los brazos en alto, de que nosotros bailásemos al ritmo de la música sobre las tablas de tarima a medio metro de altura y de que cantase la última estrofa, no lo pensé dos veces y salté a los brazos de Estani en cuanto soltó la guitarra a un lado.
El público enloqueció a nuestro alrededor con el gesto, aunque sus gritos de entusiasmo no fueron suficientes para despertarme del sueño. Estani me apretujó contra él posando sus manos cálidas en mi espalda y enterré el rostro entre su cuello y los cabellos rubios que me cosquilleaban las mejillas.
—Gracias —le dije sin medir el volumen de mis palabras porque no hacía falta con tanto escándalo—. Gracias por traerme hasta aquí.
—Eres fantástica.
Antes de que pudiéramos apartarnos, Amadeo y Jimmy se unieron al abrazo con euforia. Dimos varios saltitos, saludamos al público, que parecía mayor que al principio, y recogimos nuestras cosas. Si habíamos conseguido llamar la atención, la propuesta de algún cazatalentos debería estar al caer, ¿no? Paola y Nicki me recibieron con varias copas y besuqueos por todos lados, y a los chicos les dieron la enhorabuena palmeándoles la espalda hasta que los hicieron toser. ¡Qué brutas eran!
Les dimos un buen buche las bebidas y nos sentamos en la mesa para relajarnos un rato antes de volver a la acción. Habíamos planeado irnos de fiesta haciendo un tour por aquella aglomeración de pubs después de la audición y festejar así nuestro primer «concierto». No tardé en descubrir que tenía decenas de llamadas de mi madre, así que salí al exterior y me alejé lo suficiente de aquel lugar para que el escándalo no nos delatase.
Cogí aire con todas mis fuerzas y marqué el número.
—Hela —me nombró al aceptar la llamada y resopló como si mi existencia solo le diese dolores de cabeza—. Me dijiste que tendrías el teléfono a mano siempre.
—Te escribí esta tarde que saldría con el grupo a grabar.
Las escenas en la playa, no el concierto, por supuesto, me jacté.
—Fue la única condición que puse —prosiguió con su discurso.
—Lo siento.
Tenía la esperanza de que se calmase tras la disculpa y me dejase tranquila. Volvió a resoplar.
—¿Dónde estás?
—En casa.
—¡Hela Luna, no me mientas! ¡Puedo oír voces de fondo!
—Estamos dando un paseo por la playa.
—¿Por qué me mientes, Hela?
Puse los ojos en blanco y deseé que la tortura se acabase cuanto antes. Mientras, me ricé un mechón de pelo que me había alisado horas atrás.
—Porque no me dejas disfrutar.
—Sabes que en nuestra cultura no está bien visto que una chica esté tan tarde en...
—No pretenderás que esté encerrada en la casa rural todo el día, ¿verdad? —inquirí hastiada de la cultura que me había intentado imponer desde que había nacido.
—Sí, lo pretendo. Cuando te independices... Da igual, ¿cuándo os recogeréis?
—Pronto.
—Eso espero, Hela.
—Buenas noches —musité sin energías.
No contestó, estaba demasiado molesta para hacerlo, así que colgó directamente y eso me deprimió aún más. Cuando me independice... Si se refería a cuando terminase la carrera, hiciese las prácticas y encontrase un buen trabajo, no podía esperar a que llegase ese día. Faltaba más de un año para eso y ni siquiera estaba segura de querer terminar la carrera. Las palabras de mi padre resonaron en mi cabeza como un leve susurro de ánimo que no me animó en absoluto. Guardé el móvil en el bolsillo de la camisa y me dispuse a volver con mis amigos.
Sin embargo, cuando subía las escaleras que conectaba con el recinto de pubs, un hombre alto con pitillos azules y camisa satinada se puso en mi camino. Intenté rodearlo, pero volvió a interponerse. Nos miramos y alcé las cejas sin entender qué quería.
—¡Favoloso, meraviglioso! —vociferó y retrocedí asustada—. ¡Hai cantato come un angelo!
—Lo siento, no entiendo italiano.
Sonrió con un guiño y me posó las manos sobre los hombros.
—Me gusta expresarme en idioma nativo. ¿Hela Luna?
—Sí, soy yo —respondí a secas.
Estaba hasta las narices de oír mi nombre ese día.
—Un bel nome —volvió al italiano y me enseñó su dentadura perfecta—. Un bello nombre, quería decir.
—Gracias.
—Tengo propuesta para Hela Luna. —Al fin, me soltó y se sacó una tarjeta del bolsillo en el pectoral de la camisa que escudriñé con cautela. ¡Era un cazatalentos!—. Pero solo para Hela Luna.
¿Solo para mí?
—Voz preciosa, aunque sprecato en un grupo.
—¿Sprecato?
—Desperdiciada.
Las piernas me flaquearon al comprender la situación. El cazatalentos había aparecido como tanto lo habíamos anhelado, pero no de la forma en que habíamos supuesto. Desvié la vista a la taberna de Murphy, de donde salían mis amigos cargando sus instrumentos, y pestañeé nerviosa. Ver a Estani a lo lejos e imaginar cantar sin él a mi lado me revolvió el corazón. Era una gran oportunidad, aunque no sin ellos. No sin él, que era para la persona que en realidad quería cantar. Apreté los puños y clavé las pupilas en las del italiano de metro noventa que tenía enfrente.
—No pienso abandonar el grupo, ¿entiende eso? —espeté enfurecida por la propuesta que me había hecho a escondidas del resto de los integrantes del grupo.
La que había fallado durante la audición había sido yo, no ellos. Él zarandeó la cabeza asombrado por mi rechazo y se llevó una mano al pecho dramatizando mi contestación. Asintió en silencio y se guardó la tarjeta. Fin, ahí se acababa todo.
—Capire, bellissima —dijo y me acarició la barbilla—. Comprendo.
Según él, lo comprendía. Sin embargo, no se apartaba y eso me estaba poniendo de los nervios. Estaba a punto de llamar al grupo a lo lejos para que me quitasen a este tío de encima. Afiló la mirada y me fulminó con ella.
—Hela Luna quiere cantar con su grupo y yo quiero a Hela Luna. Os daré una oportunidad.
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©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021
Romansa❤️FINALISTA WATTYS2021❤️ Ninguno imaginó que una coincidencia en el pasillo de la universidad cambiaría para siempre sus vidas. Hela Luna, una joven que apenas se ha dado tiempo para descubrirse a sí misma por las exigencias de su madre divorciada...