En cuanto hizo su confesión, me levanté de un impulso asombrado por lo que acababa de decir y sujeté la guitarra de forma automática. Mis labios vocalizaron lo que más me apetecía en ese momento: escucharla cantar. Que no se lo hubiese contado a sus amigas revelaba que era bastante reservada respecto a ese asunto, así que hice la propuesta incluyéndome en el pack. Seguro que, de esa manera, al no sentirse sola frente a cinco espectadores se atrevería. Se quedó atónita, con las pupilas clavadas en las mías como si no hubiese comprendido ninguna de mis palabras. Luego, los mofletes se le sonrojaron y desvió la mirada a los dedos que enredaba nerviosos. Estaba deseando que cantase, aunque esperaba no haberla asustado al haber sido tan directo.
—Vamos, anímate —balbuceó Amadeo inhalando del cigarro que tenía en la boca.
—Echa el humo a un lado, eh —le advirtió Jimmy con desagrado a la vez que se palpaba el pantalón para asegurarse de que llevaba consigo el ventolín.
Las amigas le pusieron morritos y Hela terminó por reincorporarse removiéndose sobre el césped para acomodarse. Se echó el pelo hacia atrás y carraspeó con inseguridad, pero enseguida me fulminó con una expresión de osadía. Me había equivocado, no era inseguridad, sino todo lo contrario. Se estaba recreando de hacer una de las cosas que más le gustaban y que había mantenido en secreto. Era la oportunidad perfecta de desahogar su contención.
—Creo que cantaré alguna en español —dijo concentrada mientras buscaba en el móvil—. ¿Conoces Disfruto de Carla Morrison?
—Sí, su voz es preciosa. —Preparé los dedos sobre los acordes—. No sé si podré tocarla entera porque nunca la he ensayado; conozco la melodía, intentaré seguirte hasta el final a partir de ahí.
El grupo nos observaba atento, expectante a lo que pudiera salir de la garganta de Hela, que desde luego fue una sorpresa para todos en cuanto comenzó. No supe catalogarla, no quería pensar, solo escucharla como durante aquella ceremonia de apertura. Tampoco pude dejar de contemplarla de reojo. El cabello oscuro y largo le caía suave por la espalda, con el mentón un poco alzado y la vista puesta en el cielo para evitar la vergüenza de dirigirse directamente a nosotros. ¿Dónde había estado escondiendo esa voz durante tanto tiempo? ¿Por qué no hacía nada con ella si tanto le gustaba cantar? Tropecé los dedos un par de veces porque no conseguía concentrarme, ella lo estaba haciendo mucho mejor que yo y ni siquiera tenía práctica. Si trabajase su voz...
Paola y Nicki se habían reído por los nervios de ser testigos de la escena al principio. Luego, se les sellaron los labios y nada ni nadie acaparó su atención más que Hela. No solo ellas, los chicos también estábamos cautivados por la entonación, los sentimientos que ponía, los agudos, la dulzura con la que se balanceaba y parpadeaba... La canción terminó con un último «tu locura es mi ciencia» y bajó la vista vidriosa, emocionada, para posarla de manera cómplice en la mía. Por un instante, mi tiempo se suspendió cuando sonrió dulce y satisfecha con lo que acababa de hacer. Era preciosa. Sin darme cuenta, relajé las manos y terminé carraspeando el nudo que se había adueñado de mi garganta.
—Es la primera vez que hago esto.
El primer regalo que me haces, pensé.
—Tía, Hela, cantas como un ángel —dijo Paola.
Nicki se llevó las manos a la cara, se apretujó los mofletes con una sonrisa de lado a lado y suspiró.
—Me has puesto hasta romántica —susurró—. ¡Me encantas!
—Esta chica tiene mucho potencial, a mí también me ha encantado. —Amadeo se inclinó y le dio una palmadita en el hombro.
—Lo único en lo que he podido pensar durante la canción ha sido en que... —Jimmy bajó el tono y nos miró a Amadeo y a mí como si pidiese algún tipo de permiso para concluir lo que tenía que decirle—. Te necesitamos con nosotros. En nuestro grupo.
—Me he dejado llevar demasiado, también porque Estani toca de maravilla —dijo volviéndose a mí—. Gracias.
—No huyas —espeté nervioso—. No le has contestado a Jimmy.
—Me encantaría, pero no puedo.
—¡Pues ven a nuestro estudio al menos! —exclamó Jimmy tan alterado como nosotros.
¿Qué podía hacer para atraparla? Tenía la sensación de que no volvería a oírla cantar si dejaba pasar la oportunidad. Y quería volver a tocar para su voz. Me inspiraba, infundía en mis dedos una electricidad, una energía, que me hacía olvidar que tocaba y me perdía, fluía. Eso solo me había pasado con mi madre. Cuando cantaba para mí mientras yo tocaba el piano, mientras me enseñaba a amar aún más la música.
—Ven a nuestro estudio, por favor —le pedí—. Solo eso. Vosotras también, acompañadla —añadí para asegurar una respuesta afirmativa.
¿Lo haría al menos por Jimmy? ¿Por Nicki, tal vez, si a ella también le gustaba nuestro amigo? Era la excusa perfecta. Mi excusa. Volvió a enredar los dedos con ansia, las miró de forma alternativa, resopló convencida y asintió con un ligero movimiento de cabeza.
Lo celebramos con un choque de palmas en grupo y recogimos nuestras cosas entre halagos y murmullos para seguir con las obligaciones del día a día. Se nos había esfumado el tiempo, una vez más. Yo también lo celebré en mi interior diciéndome que proponer el plan de aquella tarde había sido lo mejor que podría haber hecho aquel día. Para ella y para mí. Nos despedimos y cada uno tomó el camino que le correspondía.
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©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021
Romance❤️FINALISTA WATTYS2021❤️ Ninguno imaginó que una coincidencia en el pasillo de la universidad cambiaría para siempre sus vidas. Hela Luna, una joven que apenas se ha dado tiempo para descubrirse a sí misma por las exigencias de su madre divorciada...