A decir verdad, me lo estaba pasando genial descubriendo la faceta infantil y caprichosa de Estani. En otras circunstancias, me habría enfadado muchísimo por que me arruinaran el maquillaje o la vestimenta, o simplemente por que me empaparan sin estar de acuerdo con ello. Estani era diferente, muy distinto a otros chicos brutos o desconsiderados. Me trataba igual que trataba a sus acordes más preciados, igual que a sus amigos y a todo lo que le importaba. Al pensar en que yo podría ser importante para él, por mínimo que fuese, se me ampliaron los labios. Me apretujé los mofletes para dejar de sonreír y la toalla cayó al suelo.
¿Por qué estoy tan contenta?
La recogí, me escurrí el exceso de humedad del pelo, la dejé sobre la silla del escritorio y me desnudé para vestir un pijama lila con gatitos blancos que había dejado mi madre doblado en la esquina de la cama. Acto seguido, saqué el secador de mi armario y fui a por el pijama de Estani. Al bajar las escaleras, oí varias notificaciones procedentes de mi móvil. Lo había dejado en el salón, así que ante la posibilidad de que fuese Max arrepentido o saludándome como si nada hubiese ocurrido, me acerqué rápido a revisarlo. Era mi madre. Me quedé pasmada al ver la cantidad de mensajes que me había enviado a lo largo de la noche:
Mamá:
Cariño, ¿estáis bien?
Espero que sí.
¿Estás?
¿Está Estani contigo?
¿Estáis en casa?
Hela, dime algo, por favor.
Contéstame cuando puedas.
Estamos preocupados por Estani,
no le ha respondido a Vincent en
todo el día.
Cuida de él, debe de estar desanimado.
Hoy hace justo 3 años desde que
su madre falleció.
Cariño, es muy tarde ya,
¿por qué no respondes?
Hela:
Lo siento, lo tenía silenciado.
Estamos bien, Estani está durmiendo ya.
Buenas noches, te quiero.
Mamá:
Gracias a Dios.
Buenas noches, cariño.
Te quiero.
Eché un vistazo a la puerta del baño entreabierta con la silueta de Estani esperando envuelto en una toalla como le había pedido. Informé por el grupo que la situación estaba bajo control y carraspeé para quitarme el nudo que se me había formado en la garganta al enterarme de que su madre había fallecido. Con razón a ratos se ausentaba y parecía perderse en sus pensamientos. Con razón sus sonrisas me habían parecido tan tristes desde por la mañana. ¿La canción que me había enseñado se la había dedicado a su madre? ¿Por eso lloraba antes en su cuarto a solas? Dejé el móvil, corrí al baño y abrí la puerta sin saber qué haría cuando lo tuviese delante. Al final, salté hacia Estani y lo abracé con fuerza. Pude sentir que se asustó.
—Lo siento.
—¿Por qué, tonta? ¿Qué te pasa? —dijo con la voz ronca y torpe.
—Acabo de leer los mensajes que me ha enviado mi madre. No tenía ni idea de qué día era hoy para ti.
—¿Duermes conmigo? —intentó bromear, pero se notó a leguas cuánto le dolía disimular.
—Déjate de tonterías. ¿Por qué no me habías contado nada?
—No quería arruinarte el día a ti también.
Me separé de él y contemplé un atisbo de debilidad en sus ojos turquesas que no había visto desde que lo había conocido. El pelo aun le goteaba en los hombros.
—Vamos, vístete. Te secaré el pelo.
—¿Harás eso por mí? —inquirió sorprendido.
—No sabes la habilidad que tengo con el secador.
Le guiñé un ojo, esperaba que así sonriera, y volví al salón para que se vistiese mientras conectaba el aparato a un enchufe cercano al televisor, donde aún sonaba su playlist. Lo apagué, me senté en la alfombra y aguardé hasta que llegó y le indiqué que se pusiese delante de mí. Me acomodé tras su espalda con ambas piernas a sus lados y él echó la cabeza atrás. Era más alto que yo, así que tuve que erguirme sobre mis rodillas para poder peinarle el cabello rubio con los dedos. Empecé a desenredarle los diminutos nudos que se le habían formado en algunas puntas, el resto lo tenía muy suave y liso. Por último, encendí el secador y fui secándole poco a poco de raíz a puntas. Él no se movía, tenía los ojos cerrados. Sentía el cansancio haciendo pesados mis párpados, y un hambre voraz porque no habíamos cenado. Solo unas cuantas patatas fritas.
—Listo —murmuré tras acabar de quitarle la humedad y agitarle la melena.
—Gracias, diosa de las calamidades. Hoy te has portado muy bien conmigo, ¿habrá represalias?
—Solo si sigues burlándote de mí. ¿Tienes hambre?
—Un poco.
—Yo también. Haré un par de sándwiches y nos iremos a dormir, ¿vale? —propuse al tiempo que enrollaba el cable del secador. Al no obtener respuesta, añadí—: Necesitas comer algo.
Entonces, asintió y me puse en pie para prepararnos la cena.
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©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021
Romance❤️FINALISTA WATTYS2021❤️ Ninguno imaginó que una coincidencia en el pasillo de la universidad cambiaría para siempre sus vidas. Hela Luna, una joven que apenas se ha dado tiempo para descubrirse a sí misma por las exigencias de su madre divorciada...