Cap 15. Estani

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En tan solo quince minutos, Amadeo convenció a Paola para que se descargase el videojuego al que tan viciado estaba por haberla retado a una batalla. Ella lo había visto jugando y había procurado darle consejos para ganar, pero él había fanfarroneado de que tenía mucha experiencia como para que Paola le diese lecciones solo por haber jugado un par de veces con el hermanito de Nicki. Retarla daba resultados, y así lo estaba viendo con mis propios ojos. Ambos estaban en las gradas sentados, uno al lado del otro, con los pulgares moviéndose lo más rápido que podían sobre el móvil en horizontal para ganar el enfrentamiento. Jimmy y yo nos pusimos junto a Nicki en el escalón de arriba para que no nos molestase el humo del fumeta —Amadeo— que teníamos abajo. Se hablaban con normalidad, aunque a veces el pelirrojo se removía el pelo nervioso. Por alguna razón, sentía un vacío en el grupo, la ausencia de Hela haciendo comentarios comprometidos u observando en silencio mientras se divertía riéndose de las calamidades de los demás. Como buena diosa de la muerte, me reí.

—Entonces, ¿para cuándo ese pasaje del terror? —preguntó Jimmy, desesperado por avanzar en la relación con Nicki.

Me volví a reír, pero de él, y me gané un pisotón a maldad. Ella hizo como que no se había dado cuenta y siguieron hablando. Seguro que, si hubiese sido al revés, lo habría defendido la muy canalla. Ya estaban hasta compinchados. Chasqueé la lengua al sentir que sobraba en la pareja de tortolitos y le di un tortazo de coña en la cabeza a Amadeo buscando un poco de atención.

—¡Tío, que me despeinas!

—Si no te has peinado siquiera.

—Calla, que me desconcentras.

—¡Eso! Que cuando le gane, dirá que ha sido porque tú lo has distraído —saltó Paola.

—Qué hablas, chavala. Te hacen falta veinte años de vicio para que me ganes.

—Menudo exagerado —balbuceé desganado.

Y menudo aburrimiento. Saqué los auriculares de la mochila y los conecté al móvil mientras me desperezaba sobre el escalón con los brazos haciendo de almohada. Sonaba Sweet Home Alabama de Lynyrd Skynyrd; suspiré al pensar en el día que me esperaba. A esas horas, el camión de la mudanza debía estar ya en mi nuevo hogar con los transportistas descargando las cajas y mi padre recolocando sus cosas. Se había tomado el día libre con la intención de terminar de desempacar cuanto antes ya que era un maniático del orden cuando le interesaba y odiaba que sus posesiones estuviesen en cajas y no reluciendo por la casa. Yo no, tenía que trabajar con Linda en la librería hasta el cierre, e intentar componer de nuevo alguna canción, porque quería tocar las mías propias como hacía tiempo y dejar de hacer versiones de otros grupos. Si me diese tiempo a terminar las treinta páginas que me quedaban de un libro, sería un pleno. La verdad es que dudaba que fuese a hacer más que trabajar y desempacar, y además se me había ocurrido una idea. Me ganaría una mirada asesina de mi padre, pero no me apetecía empezar ese aburrido día nada más salir de la universidad.

Me reincorporé, guardé los auriculares y me repeiné hacia atrás el cabello rubio y algo largo que había heredado de mi madre.

—Chicos, ¿vamos a comer a algún lado?

Giraron sus cabezas hacia mí con las cejas levantadas. Paola dejó el juego para prestarme atención y Amadeo empezó a picarla por haberse rendido, clavándole el índice en las costillas.

—No tengo cosquillas, idiota —espetó ella resignada—. No me hagas averiguar si tú tienes porque...

—Yo encantada —aceptó Nicki emocionada.

Jimmy asintió bajando el mentón con los ojos vidriosos, seguro que estaba venerándome por alargar su quedada con la chica.

—A mí ni me preguntes, amigo. Contigo hasta la muerte —dramatizó Amadeo guardando el móvil y poniéndose en pie ante el sonido de la campana.

—¿Y tú? —le pregunté a Paola—. Díselo también a Hela —propuse antes de que contestara.

—A sus órdenes —dijo con sorna, apretándose la coleta—. Hela no sé si podrá venir, la madre la va a matar como siga con este ritmo de salidas.

—Ahora hago un grupo de WhatsApp y meto a Jimmy para que os añada. Así concretamos hora y quiénes vamos —indicó Nicki, que también se levantó y se agarró del brazo de su amiga.

Aprobamos la idea de Nicki y nos separamos para encaminarnos al edificio contiguo con prisa. Le di una palmadita en la espalda al pelirrojo para animarlo a que se despegase de su amada sin la pena que se podía apreciar en sus ojos, y Amadeo se encendió un último cigarro con la vista puesta en el cielo.

—Estás coladísimo —dije en voz alta.

Jimmy se sonrojó y el otro escupió el humo tosiendo de repente. No supe a cuál de los dos mirar primero.

—¿En serio os habéis dado por aludidos ambos?

—No, joder. Pensé que lo decías porque antes estuve jugando con Paola. Es que es muy fácil coger confianza con ella.

—Yo sí que estoy coladísimo, lo admito —comentó Jimmy alicaído.

—¿Y esos ánimos? Vas a comer luego con ella.

—Ya, Estani, pero debe de tener tíos a pares, ¿qué va a hacer con un friki como yo? Solo se me dan bien los videojuegos, el bajo eléctrico y la filología clásica.

—¿Te parece poco? —habló Amadeo exhalando el humo de sus pulmones—. Eres divertido, músico e inteligente, un partidazo.

—Hombre, si lo dices así...

—Vamos, de momento te respalda incluso cuando me pegas pisotones, así que anímate.

Nos reímos y él se sorbió la nariz y movió la cabeza de lado a lado. Al llegar a las escaleras, cada uno se dirigió al aula correspondiente. Yo tenía las manos metidas en los bolsillos de mi cazadora de pana con el cuello de borrego vuelto, esperando la vibración que anunciase el inicio de un nuevo grupo de WhatsApp.

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora