Cap 83. Hela

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A la mañana siguiente, amanecí en mi cama echando en falta los disimulados aunque cálidos abrazos de Estani bajo la manta. Habíamos decidido volver a casa tras una larga charla en el estudio sobre cómo podría afectarme aislarme en el estudio durante más tiempo. Además, al llegar, me había ido directa al dormitorio para evitar encontrarme con mi madre por la casa. Ella tampoco había venido a visitarme al cuarto, algo que me alivió tanto como me decepcionó.

Me cambié el pijama tras estirar los músculos y me puse unos pitillos vaqueros y mi camiseta favorita con hombreras de The Kiss bajo el cinturón del pantalón. Estaba harta de que el pelo se me enredase a la más mínima por las ondas que no pensaba alisarme —el tiempo en mi casa valía oro si quería evitar a mi madre—, así que me recogí la melena en una coleta alta y me liberé varias hebras a cada lado del rostro.

Sopesé la idea de coger algo para desayunar de la cocina, pero la descarté al instante al oír unos pasos escaleras arriba. Me colgué rápido la mochila, agarré el móvil de la mesita de noche y me escondí en la esquina del cuarto con la esperanza de que cierta persona creyese que ya me había marchado si se asomaba al dormitorio.

Unos segundos después, mis esperanzas se desmoronaron. Mi madre se asomó como me había imaginado, aunque escudriñó el cuarto hasta encontrarme.

—¿Qué haces ahí? —preguntó con voz áspera—. Siéntate, tenemos que hablar.

—Llegaré tarde a clase.

—Dudo que te importe mucho, ¿no? —inquirió agitando en el aire una carta abierta de la universidad—. Te han expulsado de alumnos ejemplares.

Retrocedí un paso, asustada por lo que pudiera esperarme.

—Siéntate, por favor.

Eso hice. Tomé asiento en el borde de la cama y ella me siguió hasta sentarse en la esquina, lo suficiente alejada para que mi compañía no le incomodase.

—Esta semana es muy especial para mí —espetó—, así que voy a procurar que tus estúpidas decisiones de arruinar tu futuro no me arruinen, valga la redundancia, la semana a mí.

—Parece que todo lo que escapa de tu control te resulta estúpido.

Levantó la mano y me amenazó con la mirada.

—Por tu propio bien, guarda silencio y escucha lo que tengo que decir. —Se recompuso y suspiró amargada—. Este fin de semana viajaremos a Cantabria, los cuatro por si tienes alguna duda.

Asentí bajando el mentón.

—Nos iremos el viernes.

—Está bien.

—Quiero que comprendas que no serán tus vacaciones ni un viaje para que disfrutes lejos de Madrid. Será nuestro aniversario y, por motivos personales, Vincent y yo hemos decidido que vendréis con nosotros.

—Entiendo.

—Bien, espero que entiendas que este fin de semana debe ser especial —dijo incorporándose y caminando hasta la puerta. Se detuvo y clavó las pupilas en las mías—. No lo arruines.

—¿Tanto me odias? —pregunté con una mezcla de rabia y desconsuelo.

—En la vida perdonaré a quien ahora llamas «papá».

Desapareció por el marco de la puerta dejándome claro que había leído las conversaciones que había tenido con mi padre a través de mensajes la noche en que había huido de casa para recluirme en el estudio. No debí haber dejado el móvil en la mochila. Me lamenté unos minutos en los que me faltó hasta la respiración. ¿Acaso no le preocupaba cómo estaba o dónde había estado la noche anterior? Me sequé las ojeras y, mientras se me pasaba el disgusto, les comuniqué a mis amigas que ese fin de semana no podría hacer planes con ellas. Luego, me encaminé a la salida, dejé que el aire me inflase los pulmones con fuerza y di un portazo antes de largarme de aquella casa.

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora