Cap 78. Estani

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Repasé con el plumero los tomos anchos de lomos gastados de la sección de literatura inglesa y me dirigí a la sección del fondo, la que llevaba sin limpiar días. Era la de mitología. No sabía si Linda se habría dado cuenta de que no había pisado ese pasillo ni para ordenar los libros o reponer los que se habían vendido, pero fuera como fuese, se lo agradecía. Hoy sí debía hacerlo porque un grupo de jóvenes se había puesto a trastear y a desordenar las estanterías de mitología buscando unos ejemplares para el instituto.

A pasos lentos como si mis pies fueran de plomo, me acerqué y pasé el plumero con rapidez sin detenerme a pensar a quién me recordaban esos libros. Todavía sentía la punta de su nariz helada en mis labios. La veía a diario en casa, pero la extrañaba más que nunca. La distancia entre nosotros era real. Lo había podido notar por su parte y por la mía. Nos estábamos evitando como si pasar tiempo juntos fuese un delito.

—Te veo deprimido —expuso la joven de voz dulce y trenza pelirroja cayéndole por el hombro derecho. Cruzó los brazos tras colocar un ejemplar en un hueco libre y se dejó caer contra la estantería—. ¿Lo estás?

—Puede que lo esté.

Anduvo hasta mí con sigilo y sujetó mis colgantes de acero para juguetear con ellos. Luego, subió sus ojos oscuros y me escudriñó con ellos en busca de una respuesta sincera. Mantuve mi silencio.

—Hasta hace poco me observabas como si fuese especial. —Los colgantes pendularon al ser liberados por sus delicados dedos, que se posaron en torno a mi cuello—. Ya ni siquiera te pones nervioso cuando me acerco a ti.

—No estoy de humor, Linda.

—¿Por qué no me besaste aquella noche?

Cuando mencionó la palabra «besaste», no recordé el momento en la fiesta en la que Linda había pretendido besarme, sino que las escenas con Hela se apropiaron de mi mente. Cada una de las escenas en las que la tuve a centímetros, en las que rechacé la oportunidad de besarla por miedo a las consecuencias que eso pudiera conllevar. Traté de apartar a Linda, pero se resistió y cogió impulso para llegar hasta mis labios.

No dudé.

Interferí el beso poniendo una mano entre nuestras bocas y gruñí. Entonces, retrocedí y me aparté yo. Ella sonrió como si hubiese conseguido lo que quería.

—Tienes razón, ya no me gustas —confesé molesto—. Te aprecio, nada más.

—¿Es por la chica con la que convives?

—Sí.

—Estás enamorado de ella.

—Yo qué sé —soplé repeinándome el cabello hacia atrás.

—Vas a sufrir mucho por ese amor, Estani.

—¿Lo dicen tus cartas? —le vacilé.

—Lo dice tu expresión —se mofó.

—Pues sufriré hasta que me olvide de ella o salgamos juntos de esta.

—Así me gusta —dijo guiñándome un ojo—. No lo das todo por perdido, esa actitud te llevará más lejos que vagar por la librería huyendo de esta sección de libros como un alma en pena.

Esa maldita Linda me volvía loco, nunca sabía cuáles eran sus verdaderas intenciones. Se dio media vuelta canturreando con los brazos extendidos como si fuera un pajarillo a punto de volar y se marchó para atender a los clientes que habían entrado. No obstante, me había hecho reflexionar. ¿De verdad tenía esperanzas de intentar algo con Hela? Me esmeré un poco más en quitarle el polvo a una pila de libros amontonados en la esquina de la sección, volví al almacén para guardar el plumero y lavarme las manos y me fijé en la hora que marcaba un reloj que colgaba en la pared. Media hora para concluir mi turno y volvería a casa participando en la familia feliz orquestada por Emi. 

©Amor por Causalidad I (APC) (COMPLETA) FINALISTA WATTYS2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora