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Intentaba mantener la cabeza fría y la mente en blanco. Lo había hecho miles de veces, y nunca había fallado así que, por su bien, aquella no debía convertirse en la excepción a su regla número uno.

Dos días después de la discusión que Taehyung había tenido con sus padres, parecía que todo había vuelto a la normalidad. Seung le había pedido perdón a su hijo y eso disipaba cualquier clase de duda. Se habían puesto manos a la obra, tomándose su tiempo para comenzar a establecer algunas de las pautas necesarias para organizar la boda que se celebraría tan solo un mes después.

La tarde rebosaba belleza en cada ápice de ella. La temperatura era perfecta y el sol se asomaba tímidamente entre nubes azuladas de algodón.

Los dos hermanos estaban en la habitación de Taehyung, suplicando un poco de tranquilidad a pesar de saber todo lo que estaba por venir. Jimin meditaba una y otra vez sobre el asunto. Después de todo, un mes le seguía pareciendo un tiempo excesivamente corto para preparar una boda que fuese decente. No era un experto en ese tipo de asuntos, pero suponía que llevar a cabo todo el proceso no era una tarea fácil por más que su hermano pequeño insistiera en lo contrario. El banquete, los anillos, los invitados... miles de elementos para resplandecer en un día tan especial.

—Un mes —susurró Jimin—. ¿Cómo vas a hacerlo?

Taehyung había estado esperando una pregunta muy parecida y por eso no esperó ni dos segundos para contestar.

—Jimin, voy a casarme. No me voy al fin del mundo.

—Pero, ¿tienes idea de la cantidad de cosas que hay que organizar?

—Relájate —sugirió Taehyung—. Todo será muy sencillo.

Jimin torció la cabeza. No parecía demasiado convencido.

—Aun así...

—Vamos, no te preocupes. —Le dio un suave empujón—. Parece que eres tú quien se casa.

—Ya, muy gracioso. —Puso los ojos en blanco—. Creo que ese honor te corresponde a ti.

—Vamos —insistió—, algún día tendrás que hacerlo.

—¿Ah sí? —Arqueó las cejas—. ¿Quién lo dice? Además, cómo voy a hacerlo si no tengo a nadie...

Taehyung no se daba por vencido. Le gustaba tomar la iniciativa en las juguetonas charlas con su hermano.

—En ese caso, tendrás que darte prisa, Jimin. —Le guiñó un ojo—. Empiezas a hacerte mayor.

—¿Hablas en serio? —preguntó—. No tengo ni treinta años, Taehyung.

—¿Y eso qué importa? Las cosas importantes de la vida hay que hacerlas cuánto antes.

—Vale, creo que esto empieza a afectarte más de lo normal.

Taehyung escondió la cara detrás de la almohada, comportándose como un adolescente con el estómago repleto de cosquilleos y mariposas.

—¿Tanto se me nota? —Se ruborizó—. Estoy feliz, eso es todo.

—Me alegro por ti, pero debes tranquilizarte. Aún quedan varias semanas antes de la boda y necesito que te centres. —Soltó un largo suspiro—. Con mamá hecha un mar de lágrimas creo que será suficiente.

—Lo sé —admitió Taehyung—. Creo que el día de la boda le dará un ataque o algo parecido.

La conversación de los dos se interrumpió de repente. El móvil de Jimin comenzó a sonar.

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora