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Yoongi escuchó atentamente la puerta de la entrada principal abrirse a lo lejos. Las cámaras de seguridad vislumbraron la dorada cabellera de su esposo que brillaba gracias al sol. Con el corazón temblando de pura alegría, Yoongi esperó a que Taehyung apareciera inminentemente, con esas ganas locas de verlo de nuevo, pero no ocurrió exactamente de la manera en que estaba previsto. Ese chico pasó como una exhalación, sin emitir ningún sonido.

—Taehyung...

El menor no respondió. Pasó de largo, sin ni siquiera girar la cabeza. Atravesó la estancia y desapareció, seguramente en dirección al dormitorio. Sin pensarlo, Yoongi se levantó de su asiento y siguió su mismo recorrido.

La puerta estaba entreabierta, y pudo comprobar que él estaba allí. Dio dos golpecitos ligeros sobre la superficie.

—¿Puedo pasar?

Taehyung dejó momentáneamente de lloriquear. Asintió con la cabeza, así que Yoongi entró lentamente y se tumbó a su lado, paciente.

—¿Vas a contarme qué ocurre?

Hubo un silencio leve entre los dos.

—Es la odiosa de mi jefa —gruñó Taehyung—. No deja de hacerme la vida imposible.

—¿Qué te ha hecho esta vez?

Taehyung se acurrucó en el pecho de Yoongi, cogiendo fuerzas.

—Me ha dejado en ridículo delante de varios clientes. Y todo por confundirme en un pedido. —Resopló—. Ha sido sin querer. ¿Acaso ella es tan perfecta que nunca comete errores?

Le acarició la mejilla, con suavidad. Le apretó la mano y respiró.

—Tranquilízate, cielo. Ahora estás aquí conmigo.

—Pero eso no cambia nada. Voy a tener que seguir aguantándola.

Yoongi suspiró.

—No tienes por qué hacerlo. No tienes por qué aguantar sus continuos desprecios. Puedes buscarte otro trabajo. Estoy seguro de que encontrarás algo en un abrir y cerrar de ojos.

Taehyung sacudió la cabeza, oponiéndose.

—Eso es precisamente lo que quiere —susurró—. Y no pienso darle ese gusto. Tendrá que soportarme de la misma manera que yo soporto sus desplantes.

—¿Merece la pena?

—Yoongi, quiero que se trague sus palabras. Quiero demostrarle que se equivoca conmigo. Soy igual de capaz que ella misma. Ella es la que no está cualificada para dar órdenes.

Yoongi dejó escapar una sonrisa.

—Príncipe, tienes que reconocer que tú siempre has tenido cierta resistencia a obedecer órdenes.

—Sí, pero eso no tiene nada que ver con esto. Sé lo que hago, y mis problemas han empezado desde que esa mujer ocupó el puesto de su madre, mi antigua jefa...

Yoongi le tapó los labios con los dedos.

—Basta de hablar de trabajo. Desconecta.

Acto seguido, Taehyung se escondió en él, cerrando los ojos y dejando que todo a su alrededor desapareciera. Por su parte, Yoongi se sentía rejuvenecido a su lado.

—Tienes que comer algo.

—No tengo hambre —alegó débilmente Taehyung.

—Seguro que tu estómago no opina lo mismo.

Los Ángeles También Lloran (ᴀᴅᴀᴘᴛ. ʏᴏᴏɴᴍɪɴ )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora